Es tradicional en estas fechas realizar un resumen de lo ocurrido durante el año
que termina. No sé si yo también estoy obligado a hacerlo desde esta columna,
aunque quizá lo más cómodo sea remitirme a las 50 anteriores de este año en las
que he pretendido remarcar cada semana alguno de los episodios que entendía
inexplicados si faltaba la opinión de un ReVerde.
Porque si algo hay que echar en falta durante todo este año es la escasa importancia que en todas partes –medios de comunicación incluidos– sigue teniendo la imparable degradación de nuestro sistema económico, social y natural, abocado casi sin remedio a la sociedad esclavista, vigente hasta la revolución industrial.
Sí, parece que estoy siendo catastrofista, pero mientras nos preocupamos por los papeles de los corruptos del PP, de la UGT o de la madre que los parió seguimos caminando de forma inexorable hacia la catástrofe energética que supondrá el fin del petróleo, al que le quedan cuatro telediarios.
Seguimos profundizando en la depredación del medio natural, azuzando el horno de la destrucción –más madera, que es la guerra– mientras repetimos los mantras del consumo: “Crecimiento”, “centro comercial”, “construcción, construcción y construcción”. Es lamentable que estos repetitivos eslóganes, que sabemos fracasados, se emitan tanto desde los grupos del capitalismo neoliberal –principalmente PSOE y PP, pero también UPyD– como desde los que tras la etiqueta roja y verde –IU-LVCA– propician el productivismo puro y duro, por cierto muy alejado de la distribución de la riqueza. Empeñados en defender a las grandes empresas –los detentadores de los medios de producción, en terminología marxista– en pro del siempre socorrido “empleo”, el gran mantra de la izquierda.
Basta ya de engaños, basta ya de ilusionar a las personas con grandes proyectos económicos. Basta ya de predicar la caridad y la mendicidad cuando lo que se impone es la solidaridad.
Para este año 2014 propongo un pacto de sinceridad entre todos. Nosotros, los pobres organizados en partidos, sindicatos y movimientos sociales diremos claramente, en voz alta, que lo nuestro no es la concordia social, sino la revolución. Que no queremos llegar a acuerdos con los explotadores, sino acabar con ellos. Que no queremos vuestras migajas, sino vivir en este mundo putrefacto que nos habéis dejado para convertirlo, en la medida de lo posible, en el refugio de una especie humana capaz de conservar, regenerar y tomar lo que la naturaleza nos presta, sin considerarnos dueños de nada.
Vosotros, los ricos, dejaréis de mentirnos respecto a los mercados, las tasas de riesgo y el sacrificio que supone mantener vuestras plantillas. ¡Como si fuese algo por lo que deberíamos estar agradecidos, trabajar casi gratis para energúmenos! Ahora os va a tocar aceptar que la caridad que defendéis en público es vuestra garantía de diferencia social, a la que nunca renunciaréis. Tendréis que explicar que la industria del armamento es la base de vuestro mundo, y que participa del sostenimiento de la industria energética, la de producción de alimentos o la falacia financiera. La guerra es vuestra manera de entender el mundo, en el que siempre somos los mismos los que mueren en el frente de batalla mientras siempre sois los mismos los que brindáis con caviar y champagne cada niño muerto de hambre o a tiros.
Y eso, os lo prometo, se va a acabar. Porque ahora nos toca a nosotros. Y no vamos a por las componendas y los acuerdos. Dejaremos de ser tan buenos que parecemos tontos. Vamos a por todas. Vamos a por vosotros. Ah, por cierto, Feliz 2014.
Porque si algo hay que echar en falta durante todo este año es la escasa importancia que en todas partes –medios de comunicación incluidos– sigue teniendo la imparable degradación de nuestro sistema económico, social y natural, abocado casi sin remedio a la sociedad esclavista, vigente hasta la revolución industrial.
Sí, parece que estoy siendo catastrofista, pero mientras nos preocupamos por los papeles de los corruptos del PP, de la UGT o de la madre que los parió seguimos caminando de forma inexorable hacia la catástrofe energética que supondrá el fin del petróleo, al que le quedan cuatro telediarios.
Seguimos profundizando en la depredación del medio natural, azuzando el horno de la destrucción –más madera, que es la guerra– mientras repetimos los mantras del consumo: “Crecimiento”, “centro comercial”, “construcción, construcción y construcción”. Es lamentable que estos repetitivos eslóganes, que sabemos fracasados, se emitan tanto desde los grupos del capitalismo neoliberal –principalmente PSOE y PP, pero también UPyD– como desde los que tras la etiqueta roja y verde –IU-LVCA– propician el productivismo puro y duro, por cierto muy alejado de la distribución de la riqueza. Empeñados en defender a las grandes empresas –los detentadores de los medios de producción, en terminología marxista– en pro del siempre socorrido “empleo”, el gran mantra de la izquierda.
Basta ya de engaños, basta ya de ilusionar a las personas con grandes proyectos económicos. Basta ya de predicar la caridad y la mendicidad cuando lo que se impone es la solidaridad.
Para este año 2014 propongo un pacto de sinceridad entre todos. Nosotros, los pobres organizados en partidos, sindicatos y movimientos sociales diremos claramente, en voz alta, que lo nuestro no es la concordia social, sino la revolución. Que no queremos llegar a acuerdos con los explotadores, sino acabar con ellos. Que no queremos vuestras migajas, sino vivir en este mundo putrefacto que nos habéis dejado para convertirlo, en la medida de lo posible, en el refugio de una especie humana capaz de conservar, regenerar y tomar lo que la naturaleza nos presta, sin considerarnos dueños de nada.
Vosotros, los ricos, dejaréis de mentirnos respecto a los mercados, las tasas de riesgo y el sacrificio que supone mantener vuestras plantillas. ¡Como si fuese algo por lo que deberíamos estar agradecidos, trabajar casi gratis para energúmenos! Ahora os va a tocar aceptar que la caridad que defendéis en público es vuestra garantía de diferencia social, a la que nunca renunciaréis. Tendréis que explicar que la industria del armamento es la base de vuestro mundo, y que participa del sostenimiento de la industria energética, la de producción de alimentos o la falacia financiera. La guerra es vuestra manera de entender el mundo, en el que siempre somos los mismos los que mueren en el frente de batalla mientras siempre sois los mismos los que brindáis con caviar y champagne cada niño muerto de hambre o a tiros.
Y eso, os lo prometo, se va a acabar. Porque ahora nos toca a nosotros. Y no vamos a por las componendas y los acuerdos. Dejaremos de ser tan buenos que parecemos tontos. Vamos a por todas. Vamos a por vosotros. Ah, por cierto, Feliz 2014.