Ya conocemos la facilidad que tienen los gobiernos para convertirse en
ecologistas, medioambientalistas y defensores de la naturaleza cuando eso no
supone más que la simple referencia verbal a asuntos “triviales”, alejados de
los intereses de clase que defienden. En nuestra tierra, la encabezada por los
especuladores inmobiliarios.
Así, estos días hemos tenido la oportunidad de oír a Cañete, el hombre de Monsanto, convirtiéndose en feroz defensor de los pececillos de la Bahía de Algeciras, como si la vida le fuese en ello. A nuestro ministro no le preocupa la influencia de los transgénicos y los pesticidas y problemas asociados como tampoco nuestras costas, atacadas de muerte en la Ley que promete aprobar. Tampoco, por ejemplo, el peligro que supone la industria de los hidrocarburos en nuestra tierra. Solo está preocupado por un puñado de bloques de hormigón en las aguas de Gibraltar.
Típica actuación, que no nos sorprende salvo por lo reiterada y por el efecto adormecedor que parece tener en los ciudadanos. En el plano local recordamos la promesa electoral del Sr. García Urbano de convertir Estepona en un “parque botánico al aire libre” con la plantación de 7.000 árboles en el casco urbano y la creación de un corredor verde para ciclistas y senderistas por los 21 km de costa.
Dejando a un lado la estupidez que supone lo de parque “al aire libre” –¿dónde si no se plantan los árboles? – la realidad es que esas promesas falsamente “verdes” encandilaron a un electorado que a estas alturas del mandato debería reflexionar sobre lo actuado. Quizá se darán cuenta que no hay la mitad de 21 km de costa enlazados en corredor verde o que no se han plantado esos 3.500 árboles que corresponden a los dos años transcurridos desde las elecciones.
Pero no es el medioambiente lo que preocupa a nuestro gobierno. Así, mientras en público El Notario se auto premia con banderas verdes compradas en el mercado de la egolatría, en privado sostiene el interés en la especulación urbanística que tan buenos resultados económicos ha proporcionado a sus jefes y también, imposible olvidarlo, a dirigentes locales, regionales y nacionales de su partido, como las tramas Gürtel, Bárcenas y otras está dando a conocer.
Así, los ya conocidos proyectos de Saladillo Matas Verdes o la urbanización proyectada con dinero de la criminal familia real saudí forman parte de un modelo que insiste en la destrucción del territorio y que no repercutirá en el bienestar de la mayoría de la población, sino en el enriquecimiento inmediato de unos cuantos.
Además del afán urbanizador, la insensibilidad medioambiental de nuestro Notario se refleja en otros pequeños detalles como la persecución a la que somete tanto a ciclistas como a propietarios de perros. Lejos de aprender del cercano ejemplo de Casares, en Estepona los perros han sido perseguidos incluso más allá de lo regulado en el Decreto 194/1998 que les permite el acceso a las playas entre el 1 de octubre y el 31 de mayo, así como la posibilidad de habilitar espacios adecuados para ellos durante todo el año.
Es necesario recordar que, salvo salir en vídeo político promocional con algunos ciclistas, este gobierno municipal no ha tomado ninguna medida para fomentar el uso de la bicicleta. Quizá, todo lo contrario.
Aunque no le cuesta ningún trabajo, como a su equivalente en Madrid, enarbolar la excusa verde para cualquiera de sus actuaciones, compatible según ellos con la destrucción del territorio o la persecución a los amantes de la naturaleza. Todo vale para defender sus bastardos intereses.
Así, estos días hemos tenido la oportunidad de oír a Cañete, el hombre de Monsanto, convirtiéndose en feroz defensor de los pececillos de la Bahía de Algeciras, como si la vida le fuese en ello. A nuestro ministro no le preocupa la influencia de los transgénicos y los pesticidas y problemas asociados como tampoco nuestras costas, atacadas de muerte en la Ley que promete aprobar. Tampoco, por ejemplo, el peligro que supone la industria de los hidrocarburos en nuestra tierra. Solo está preocupado por un puñado de bloques de hormigón en las aguas de Gibraltar.
Típica actuación, que no nos sorprende salvo por lo reiterada y por el efecto adormecedor que parece tener en los ciudadanos. En el plano local recordamos la promesa electoral del Sr. García Urbano de convertir Estepona en un “parque botánico al aire libre” con la plantación de 7.000 árboles en el casco urbano y la creación de un corredor verde para ciclistas y senderistas por los 21 km de costa.
Dejando a un lado la estupidez que supone lo de parque “al aire libre” –¿dónde si no se plantan los árboles? – la realidad es que esas promesas falsamente “verdes” encandilaron a un electorado que a estas alturas del mandato debería reflexionar sobre lo actuado. Quizá se darán cuenta que no hay la mitad de 21 km de costa enlazados en corredor verde o que no se han plantado esos 3.500 árboles que corresponden a los dos años transcurridos desde las elecciones.
Pero no es el medioambiente lo que preocupa a nuestro gobierno. Así, mientras en público El Notario se auto premia con banderas verdes compradas en el mercado de la egolatría, en privado sostiene el interés en la especulación urbanística que tan buenos resultados económicos ha proporcionado a sus jefes y también, imposible olvidarlo, a dirigentes locales, regionales y nacionales de su partido, como las tramas Gürtel, Bárcenas y otras está dando a conocer.
Así, los ya conocidos proyectos de Saladillo Matas Verdes o la urbanización proyectada con dinero de la criminal familia real saudí forman parte de un modelo que insiste en la destrucción del territorio y que no repercutirá en el bienestar de la mayoría de la población, sino en el enriquecimiento inmediato de unos cuantos.
Además del afán urbanizador, la insensibilidad medioambiental de nuestro Notario se refleja en otros pequeños detalles como la persecución a la que somete tanto a ciclistas como a propietarios de perros. Lejos de aprender del cercano ejemplo de Casares, en Estepona los perros han sido perseguidos incluso más allá de lo regulado en el Decreto 194/1998 que les permite el acceso a las playas entre el 1 de octubre y el 31 de mayo, así como la posibilidad de habilitar espacios adecuados para ellos durante todo el año.
Es necesario recordar que, salvo salir en vídeo político promocional con algunos ciclistas, este gobierno municipal no ha tomado ninguna medida para fomentar el uso de la bicicleta. Quizá, todo lo contrario.
Aunque no le cuesta ningún trabajo, como a su equivalente en Madrid, enarbolar la excusa verde para cualquiera de sus actuaciones, compatible según ellos con la destrucción del territorio o la persecución a los amantes de la naturaleza. Todo vale para defender sus bastardos intereses.
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