martes, noviembre 28, 2006

Empleo público

Emitido en SER Costa del Sol el 27/11/2006

Esta mañana comentaba con un compañero de batallas el tema de mi firma de hoy. ¿Otra vez urbanismo? ¿Ecología, o sea, urbanismo?. La verdad es que la política en nuestro pueblo, como en todos, supongo, gira siempre sobre unos pocos temas. En la Costa, lamentablemente, son el urbanismo, el destrozo del medio ambiente y la corrupción adosada los temas más recurrentes.

Pero hay otros que, como los viejos rockeros, siempre están ahí. La cuestión de los trabajadores de las empresas municipales, y las posibles soluciones al “problema” es algo que cíclicamente aparece en todos los noticiarios.

De una parte porque esos trabajadores, lógicamente, intentan afianzar unos derechos adquiridos legítimamente. El derecho al puesto de trabajo y a la estabilidad económica es algo que los trabajadores, y sus representantes, los sindicatos, deben exigir y de hecho exigen repetidamente. Los políticos utilizan también esos derechos y esos problemas de forma arrojadiza dependiendo de si están gobernando o en la oposición.

Yo no estoy atado por compromisos políticos ni sindicales. Intentaré no estarlo nunca. Seguiré atado en todo caso, a mis principios. Una posición muy cómoda, que me permite decir siempre lo que pienso.

No me gustan esos políticos que han creado un gravísimo problema de estabilidad financiera sobredimensionando la plantilla municipal hasta límites absurdos e insostenibles. No me gustan los motivos bastardos que tuvieron para hacerlo. El clientelismo político es una lacra que hay que extirpar de una vez por todas.

No me gusta tampoco que esos trabajadores no reconozcan que, de alguna manera, ocupan puestos de trabajo que no se merecieron en su origen y que ahora, muy posiblemente, tampoco se merezcan. Aunque les amparen las leyes.

El derecho adquirido por los trabajadores tras llevar años en su puesto de trabajo, reconocido por el Estatuto de los Trabajadores no puede hacerme olvidar que la mayoría, casi todos, ingresaron en la administración saltándose los principios, también legales, de igualdad y mérito. Ingresaron ignorando esos principios, de manera consciente, amparados en la protección de un partido político. Perjudicando los legítimos derechos de otros ciudadanos que vieron imposibilitados sus aspiraciones a convertirse en funcionarios públicos.

Hay que volver a la justicia, con la legalidad, pero sobre todo con justicia. Relación de Puestos de Trabajo, extinción mediante los mecanismos legales adecuados de los actuales. Oferta Pública de Empleo. Esa es la justicia.

lunes, noviembre 20, 2006

¿Científicos?




Emitido en SER Costa del Sol el 20/11/2006. Foto g.g.

Un gandilocuente titular de la prensa local decía el pasado sábado “ El 90% de los terrenos protegidos por el P.O.T no tiene valores ambientales”. Se refería a un estudio encargado, y pagado, por la Delegación de Medio Ambiente de Estepona.


No lo entendí a la primera, tuve que volver a releer, y como no tengo muchos conocimientos, preguntar. Un amigo, ambientalista y ecologista, me dice que TODOS los territorios tienen valor ambiental. Porque el medio ambiente no es una caja estanca que podemos aislar. Todos los territorios, incluso los más degradados son parte del ciclo completo. Por todos los territorios corren las aguas superficiales y subterráneas, por todos ellos viven insectos y pájaros, fundamentales en el ciclo de la vida. Así que ya tenemos la primera falacia. La verdad es que el 100 % del territorio tiene valor ambiental.

Pero hay otra mentira escondida, y es que el Plan de Ordenación Territorial no impone protecciones ambientales a los terrenos sobre los que se dicta el mencionado informe. La protección especial medioambiental la tiene nuestra montaña, los ríos y otros parajes de los que nadie se atreve a discutir su validez. Lo que se dicta ahí es una protección territorial. Importante matiz que habla de espacios que sin tener un valor especial sí que son los apropiados para potenciar y recuperar paisajes agrícolas y forestales, usos compatibles y racionales y no salvaje urbanización.

Alguien ha dicho hace poco que es muy difícil demostrar la verdad cuando de decirla depende tu salario. El citado informe, a instancia de parte muy, muy interesada, posiblemente sea reflejo de lo que pidió el que contrató. Quizá tenga la misma validez científica que los que se emitieron a petición de las compañías tabaqueras americanas. Yo, por si acaso, esperaré otra opinión, antes de echar las licencias al vuelo.

(Hoy no hay archivo sonoro, no conseguí grabarlo, como tampoco otras cosas, por "culpa" de mi amiga Shasha, aunque valió la pena)

jueves, noviembre 16, 2006

Haciendo playa


Emitido en SER Costa del Sol el 13/11/2006 . Foto g.g. Archivo sonoro (incompleto)

Hace unos días, justo después de las tormentas, recibí la llamada de un buen amigo “Gerardo, sal y fotografía el mar, verás un espectáculo increíble”. Sé que él sabe de qué habla y tiene además una sensibilidad especial para la naturaleza, no tuve ninguna duda. Cogí mi cámara y me acerqué a la playa. El color del mar era muy sucio, marrón, por la cantidad de aportes que las lluvias habían dejado en la costa. Barro, cañas, todo tipo de restos vegetales y alguna porquería humana.

Mi amigo quería que me fijase en como el imponente levante de esos días trituraba estos restos, movía el fondo y depositaba luego lo que sería playa natural. “El mar está haciendo playa” me decía. Además los ríos, al dejar todos esos restos orgánicos, aportaron vida y alimento a la fauna litoral. Comida para poder seguir creciendo y caer en las redes de nuestros pescadores.

El aporte de los arroyos al litoral es fundamental para la vida marina, y también lo es para esa costa de la que tanto presumimos. El ciclo natural de la costa depende de que los ríos sufran crecidas y éstas lleguen a su destino.

Los apóstoles del ladrillo y el hormigón piensan que es un desperdicio toda esa agua. Que debería canalizarse, domesticarse toda para poder seguir construyendo moles generadoras de enormes beneficios. Los apóstoles del ladrillo desean pantanos en Guadalmansa, en Padrón y el super pantano del Genal. Para regar las insaciables ansias de dinero rápido. Y “regenerar” las playas con arena traida a precio de oro. Más dinero.

Los arroyos deben desaguar en el mar. Es el consumo humano el que debe adaptarse a la naturaleza y no fatigarla como hacemos. Además, disfrutaremos de espectáculos maravillosos como el de la pasada semana.

sábado, noviembre 11, 2006

Entregado

Publicado en Estepona Información, el 11/11/2006

Aunque estamos acostumbrados a que los cambios políticos en la costa se deban a luchas de intereses, rencillas personales y conflictos que podrían calificarse como "empresariales", los movimientos de la última semana, y los que se producirán, son a mi entender, distintos.

Se está escenificando una división dentro del equipo de gobierno que algunos quieren presentar como una mera lucha por el poder inmediato, y que, sin embargo, puede traslucir ni más ni menos que el enfrentamiento entre posiciones ideológicas. ¡¡Por fin!! añadiré, ya era hora de ver sobre el papel las diferencias "políticas" entre unos y otros.

El concejal David Valadez y la concejala Cristina Alarcón no acudieron a votar durante el famoso pleno propuestas urbanísticas que, en conciencia, les era imposible apoyar. Esa es lo importante, lo diferencial, de lo ocurrido durante el pleno. En conciencia no pudieron votar esos acuerdos urbanísticos. Las demás cuestiones, los arrebatos infantiles de un alcalde que cada vez prodiga más, las nada veladas amenazas de los que pertenecieron a la “famiglia” GIL, los silencios de los que casi nunca tienen nada inteligente que decir son sólo la parte teatral de la situación.

David y Cristina no votaron porque ya no aguantaban más. Y lo digo sin conocimiento de causa, no les he preguntado a ellos, pero con conocimiento de las personas. Imposible que personas de bien aguantasen más.

No se me aturrullen. Lo repetiré exactamente otra vez. Imposible que personas de bien aguantasen más. Y no me refiero a la dudosa legalidad de los convenios que se presentaron a pleno, ni de otras operaciones también dudosas. No tengo datos para acusar de nada a nadie salvo de lo evidente.

Y lo evidente es que el modelo de política planteada por los gobernantes municipales, los militantes del extinto GIL, no es asumible desde presupuestos políticos socialistas. Ni siquiera desde el tan descafeinado socialismo del PSOE. El desideologizado PSOE local participaba de políticas urbanísticas copiadas de los peores modelos hiperdesarrollistas vecinos. Convenios siempre al alza en beneficios empresariales y siempre destinados a una gestión municipal derrochadora, clientelista y “ostentórea”, parafraseando al Jefe, el extinto Jesús Gil.

El cada vez más acentuado déficit de equipamientos sociales es culpa de esa política. Los problemas que soporta el sistema educativo, cultural, deportivo o sanitario de la ciudad tiene que ver, directamente, con la manera de conseguir ingresos y con la manera de gastarlos. El caos en las infraestructuras, el imposible desarrollo de las mismas es también culpa del desvío intencionado, político, de los ingresos a políticas populistas, ajenas al crecimiento ordenado, a la mesura en el gasto público y con prioridades propagandistas que se adelantaban a las de las políticas sociales y de desarrollo.

Han convivido con los antidemócratas, los amigos y excompañeros de los encarcelados por corrupción. Esos propagandistas de la falsa religión denominada “gestión empresarial de lo público”. Estar con ellos no ha debido ser plato de gusto para socialistas con convicciones. Lo que no entiendo, y se lo he transmitido en muchas ocasiones a David, es como han podido aguantar tanto.

Dos modelos, el socialdemócrata que dicen los estatutos del PSOE, y el ultraliberal y poco respetuoso con la democracia del que han presumido los gilistas. Una confrontación de ideas, la primera en varios años en Estepona. La segunda si contamos con la salida de mi grupo de Izquierda Unida por los mismos motivos.

El Alcalde, con el cese de David Valadez, ha optado por un modelo. El de los convenios urbanísticos, el de contratar a amigos y militantes pegacarteles. Ha optado por vestirse de Robocop, por manipular los medios de comunicación públicos, por inaugurar rotondas multimillonarias sin analizar las necesidades del municipio. Ha optado por las comidas en los hoteles de lujo, las visitas pagadas por promotores a fiestas y saraos. El Alcalde ha elegido el modelo PES, el modelo GIL. Entregado.

domingo, noviembre 05, 2006

Pública

Publicado en Estepona Información el 04/11/2006. Foto de la cámara de g.g.

Está de moda defender la propiedad privada, y los derechos de los ciudadanos, y la individualidad frente a las cada vez más grandes administraciones públicas. Está de moda lo liberal frente a lo libertario. Lo privado frente a lo público. Lo individual frente a lo colectivo. Y fíjense, no me parece ni mal ni bien ... hasta que tocan lo mío. Sí, yo también voy a hacer una defensa de lo individual, de mi propiedad, de mis derechos.

Y lo mío es el derecho a disfrutar de una ciudad completa, dotada, dibujada con criterios estéticos, naturales y amables con las personas que, como yo, no tenemos ninguna propiedad privada que defender.

Pero soy copropietario de la propiedad pública. Y la defenderé con uñas y dientes. Las vías pecuarias son mías y no de los ocupadores. Tengo todo el derecho individual a caminar y ver un campo que no esté plagado de construcciones sin orden ni concierto. Ni legalidad, por cierto. Es mi derecho, y lo defenderé, el que los propietarios de las grandes fincas cumplan hasta el límite de lo razonable con la función social de la propiedad.

Fíjense, me importa un pito el enriquecimiento de los promotores. Y me importa un pimiento el que dejen de ganar cuantos millones de euros sean míos. Son míos, y no de ellos. Porque si el dinero es de todos es mío también. Porque con él sí que se podrán construir teatros y hospitales, y colegios, y arreglar las calles, y pagar a la Seguridad Social, y la Hacienda Pública, que también son mías. Estamos asistiendo a la entronización de lo privado como solución a todos los supuestos males públicos. Y se está utilizando, de la manera más grosera, a algunos colectivos ciudadanos legítimamente cabreados con la administración.

Es cierto que se ha construido sobre vías pecuarias con el consentimiento activo o pasivo de ayuntamientos, notarios, registradores y cuantos han intervenido en esas operaciones. Pero no es menos cierto que esos terrenos siguen siendo públicos. Y que en muchos casos se han ocupado, usurpado y cortado con absoluto conocimiento de causa. Hay que conciliar el interés legítimo y dañado por las administraciones, aunque no debe hacerse a costa de todos los demás. Habrá que encontrar soluciones adecuadas a cada caso, estudiar cada una de las historias, y revertir, sin ninguna duda, lo público a su legítimo propietario, es decir a todos nosotros, a mí mismo. Habrá que preguntarse, de camino, si el interés de algunos partidos políticos, sobre todo el del que tiene muchos compañeros en Alhaurín, es beneficiar a esas grandes promociones previstas que en su propaganda dibujan como carreteras privadas las vías pecuarias más importantes. Habrá que preguntar para qué quieren cambiar público por público. ¿Quién saldrá beneficiado? ¿Yo? ¿Usted?. Creo que no.

Es cierto también que el progreso de la ciudad nos viene por la zona de La Cala, y que algún gran promotor ha prometido hasta la Luna cuando convierta sus multimillonarios beneficios. Pero también es cierto que el ordenamiento urbanístico tiene que aplicar justicia y no quitarla. ¿Por qué se beneficia de manera descarada a esos promotores a costa de los pequeños propietarios?. ¿Estamos otra vez ante la misma pregunta? ¿Quién saldrá beneficiado?. Argumentos similares podrían aplicarse a la cuestión de los campitos. Los propietarios de esas fincas construidas ilegalmente deberían preguntase si la impugnación del POT está motivada por sus más que discutibles propuestas y sus movilizaciones, o por el interés de los grandes propietarios que más allá de la autopista planean construir. Nuevamente vuelven a aparecer esos intereses, los del enriquecimiento, los de los propietarios que no son nosotros, en un asunto manipulado por los mismos políticos que cuando gobernaron aplicaron políticas destructivas sobre nuestras ciudades.

Yo seguiré defendiendo lo mío, lo de todos. Quiero pasear por el corredor verde de las vías pecuarias, porque son mías. Quiero contemplar el campo de Estepona en lugar del caos de los chalets y las piscinas. Quiero que los grandes ganen menos, mucho menos, y que nos dejen una ciudad sostenible, amable, armónica y habitable.