martes, noviembre 12, 2013

Un día de furia

Publicado en VIVA Estepona Información el 09/11/2013



Cuando corre el rumor de la impugnación por parte de la Junta del acuerdo tripartito Iglesia-Cooperativa-Ayuntamiento, siguen en la ciudad las demostraciones populistas a las que nos está acostumbrando el Alcalde. El Notario, bebiendo de las fuentes de la más burda de las demagogias remeda sin pudor a viejos maestros de la mentira, inspirándose en lo peor de la tradición del político yanqui,  ese que se empeñaba en tomar la mano de todos los viejos y besar a todos los niños.

Lejos de reflexionar sobre la que se le cae encima, que cambiará su idea de ser el mejor alcalde de la historia por la de aquel que dilapidó nuestro patrimonio entregándolo a lo peorcito de las entidades privadas, nuestro notario continua empeñado en la labor de su “canonización”, a punto de pedir para sí mismo una calle, como ya ha hecho el obispo Catalá. Ambos cristianos pecando capitalmente de soberbia ya acumulan sobre sí otros graves pecados que les llevarán al infierno: El ya conocido de la avaricia y el que relataremos hoy, la ira. 

El  martes el Notario y su habitual cohorte de estómagos agradecidos –valga aquí la frase hecha, muy al contrario del contexto en que la pronunció el impresentable Ignacio Mena en el último pleno– acudió a presentarnos otra muestra más del mal gusto, la inoportunidad, la falta de visión de la ciudad y, mucho peor, la absoluta insensibilidad  para con las necesidades extremas que están padeciendo nuestros vecinos.

La inauguración del mural en una medianería del  Barrio de los Remedios, que como casi todas las anteriores es un derroche económico con un gasto ínfimo de arte y calidad pictórica, nos brindó la oportunidad a un nutrido grupo de ciudadanos de satisfacer algunos de nuestros personales deseos.

Muchos vecinos ociosos optaron por a ver qué pasa y si cae una cervecilla de gorra tomarla. Otros, por practicar la inveterada costumbre de la adulación al poderoso,  por si suena la flauta y a uno le toca la migaja en forma de palmadita en la espalda, tapita de jamón, frase amable como si te conociesen de toda la vida o, ilusos, puestecito de trabajo.

Los ya citados estómagos agradecidos  –concejales, cargos de confianza y empleados de las empresas concesionarias de los servicios privatizados incluyendo a renegados del PSOE– a lo suyo, es decir al peloteo, el sí bwana y si se tercia recriminar a los vecinos que de forma consciente acudieron al acto a exponer las vergüenzas del gobierno municipal.

Porque de esos también hubo algunos, pocos militantes de los partidos de la izquierda local –unos de IU, otros de EVA– y los más fueron simpatizantes y afiliados al Sindicato Andaluz de Trabajadores y Trabajadoras, punta de lanza de la movilización social en Estepona y el conjunto de Andalucía.

Pues bien, sin relatar el desarrollo de la protesta del SAT y los que acudimos a su llamado, quiero contar a los lectores el episodio que muestra el auténtico talante de ese personaje que se nos presenta como el de la exquisita educación. Una vecina, sin relación alguna con las organizaciones citadas, pidió al SAT el megáfono que llevaban para la protesta, porque “tenía que decirle algo al alcalde”. Y sin más intento acercarse a él para recordarle que lleva varios meses esperando una cita oficial, para la que todavía no tiene fecha. El Notario, al verla acercarse le arrebató de forma violenta el megáfono de las manos y con la soberbia que ya conocemos más la ira que sabemos es capaz de desarrollar, trató a su convecina con malos modos propios del niño enfermo de rabia que lleva dentro. Iracundo y molesto por la presencia de los izquierdistas, no me queda más que advertirle que pese a su furia son esos los días que le esperan, en cada acto público.

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