domingo, diciembre 18, 2005

La hora de la verdad

Publicado en Estepona Información el 18/12/2005

LA HORA DE LA VERDAD

Imposible sustraerse esta semana de la situación económica en la que nuestros mandatarios locales han dejado al Ayuntamiento.

Inevitable también que tengamos que oir las excusas cíclicas y manidas al respecto a la financiación de los municipios turísticos. Ya todos sabemos que los municipios turísticos tenemos que dar servicios a muchas más personas de las que están censadas. Y todos sabemos, también, que la situación actual no es sólo fruto de la dejación de los gobiernos de Andalucía y de España respecto a la necesaria nueva ley de financiación de las entidades locales.

La situación actual, ésta en la que nos encontramos, está causada de manera consciente por los partidos actualmente en el gobierno municipal, PSOE, ex GIL y PA. Inmersos en una suerte de espiral loca de gasto público desde que arribaron al gobierno municipal en virtud de aquel pacto inexplicable de la derecha populista con los que dicen llamarse socialistas.

Digo de manera consciente porque todos sabían que era cuestión de tiempo que se produjese “el reventón”. Aunque más bien parece que todo esto haya sido causado por mentes soberbias, incapaces de analizar la realidad que rodea a sus abultados egos.

Todo ello, además, sin olvidar que la carencia de equipamientos públicos viene a ser casi perentoria ya. Este gobierno municipal, no podrá ser recordado en el futuro por ninguna de sus obras. Nada quedará en nuestra localidad que sobreviva a los nefastos gestores que nos ha tocado soportar. Unas fuentes horteras, horrendas, de un gusto cateto de nuevo rico será lo único que podrán mostrar nuestros eficaces gobernantes a su pueblo en las próximas elecciones, y poco más. Elecciones a las que, alguno, tendrá la desfachatez de volverse a presentar.

Habrá que explicar, de una vez por todas, cual ha sido el destino de los miles de millones ingresados por una práctica urbanística que es ejemplo de lo que se debe denominar “desarrollo insostenible”. No sabemos por qué no se ha incrementado el patrimonio municipal del suelo, o por qué no se han construido viviendas sociales.

Aunque de todo eso, de lo que no se ha hecho con la cantidad de dinero inmensa que se ha movido por nuestro municipio ya hemos hablado, y habrá ocasión de volver a hablar.

Ahora ha llegado la hora de la verdad. Barrientos, Montesinos y Crespo tendrán que sentarse frente a los que un día llamaron a la puerta de su despacho para pedir trabajo. Tendrán que hacerlo mirando a los ojos, tendrán que hablar con todos ellos y contarles qué ha pasado con aquellas promesas efectuadas de estabilidad laboral y empleo público. Hay cosas que muchos de los trabajadores municipales ya saben, como que fueron contratados saltándose los principios de igualdad de oportunidades, valoración de méritos y economía de medios. En román paladino, que fueron enchufados. Pero además tendrán que explicarles por qué no van a cobrar en diciembre, o en enero, o en abril próximo.

A esos trabajadores, les conocen personalmente. Militan en sus partidos, han sido fieles “pegadores de carteles”, o distribuidores de CD’s propagandísticos. Que de todo han hecho. Ahora tendrán que decirles la verdad.

Hay otros, no me olvido de los que fueron contratados porque concurrieron a un concurso público o porque estaban inscritos en una Bolsa de Trabajo pública. Éstos se enterarán por los medios de comunicación. Por los medios de comunicación privados, que en los públicos se seguirá hablando de lo que “Estepona Crece”, y que es la ciudad con más futuro de Andalucía y bla, bla, bla.

sábado, diciembre 03, 2005

Generación perdida

Publicado en Estepona Información el 03/12/2005. Foto g.g.


GENERACIÓN PERDIDA

No, no me voy a referir hoy a aquel extraordinario grupo de escritores americanos que se afincó en el París de los años 20. Seré, como casi siempre, bastante más prosaico.
Casi una generación es el tiempo transcurrido desde el año 1995 hasta la actualidad. Diez años de repunte económico, de “vacas gordas” que han propiciado que en nuestra Costa del Sol hayan descargado miles de millones de pesetas.

Es innegable que todo ese tiempo de prosperidad económica ha permitido la creación de riqueza a todo lo largo y ancho de nuestro municipio. Repartida desigualmente, es cierto, pero riqueza por todas partes. Por poner un par de ejemplos, miles de trabajadores han tenido la oportunidad de comprar a cómodos plazos coches enormes o embarcarse en hipotecas imposibles a 20 o 30 años. Y unos cuantos han construido fortunas que harían palidecer a más de un jeque de los Emiratos Árabes.

Nuestras ciudades han crecido, en algunos caso hasta casi duplicar su población. Y en casi todos, duplicando de hecho el número de viviendas existentes.

Es decir, “la Costa del Sol ha ido muy bien” desde hace la friolera de al menos 10 años. Pero., ¿ha repercutido el periodo de bonanza económica en lo que se da en llamar la “calidad de vida” de nuestra comunidad?. El art. 47 de la Constitución dice literalmente “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos.

La realidad es que no ha sido así, ni se han cumplido los preceptos constitucionales ni tampoco las legítimas aspiraciones de las personas a vivir en un entorno mejor. Estepona, que por número de habitantes (¡más de 50.000!) ya no es aquel pueblo de mi niñez, sigue careciendo de los servicios para que la podamos considerar “una ciudad”.

No hay Teatro, no hay un gran Parque Central , no hay Hospital. Tenemos un único y casi tercermundista ambulatorio y otro casi virtual que se ha inaugurado una docena de veces sin que nadie haya conseguido aún ser visitado allí por un médico. No se construyen escuelas. Pensar en aquella Universidad esteponera se está convirtiendo en una “retahila de viejos” completamente ajena a la realidad. No hay equipamientos deportivos suficientes. El Ayuntamiento es una compleja red de oficinas que distan kilómetros unas de otras. Y así, podríamos enumerar casi todos los servicios de los que disfrutan en las ciudades y que nosotros podemos ver ... cuando salimos de Estepona.

Estos años de miles de casas construidas no han servido para hacer ciudad. Si acaso, para convertir el término municipal en una suerte de “urbanización privada” que va desde una punta a otra del término. Urbanizaciones con caminos privados, insostenible vegetación en jardines privados, piscinas para usos privados y viviendas para los que no viven en ellas. Se ha desarrollado una enorme tarea “urbanizadora”, pero nunca un trabajo ordenado de crecimiento urbanístico.

Hay que preguntarles a todos nuestros mandatarios presentes y pasados qué ha pasado con el artículo 47 de la Constitución. Me temo que de respondernos, que no lo harán, oiremos frases rimbombantes que no tendrán nada que ver con lo cuestionado: “Nunca se hizo tanto en tan poco tiempo”, “Estepona crece”, “El mejor gobierno de la historia”. Y algunas que por lo ridículas nos hacen reir “El parcheado de unos pocos metros de carril se hizo porque yo soy Concejal de Infraestructuras” “No, se hizo porque yo soy el mejor Concejal de Servicios” “Brigadas Operativas de Alcaldía”.

Definitivamente, y cuando parece que asoma el fin del ciclo económico de crecimiento, hemos perdido una generación. Y no se sabe si volveremos a tener otra oportunidad. A veces, en la vida, las cosas buenas no pasan varias veces.

sábado, noviembre 19, 2005

Uno se acostumbra a todo

Publicado en Estepona Información el 19/11/2005

UNO SE ACOSTUMBRA A TODO

Desde la irrupción del fallecido Jesús Gil Gil en nuestro panorama político, los habitantes de la Costa del Sol hemos llegado a acostumbrarnos a convivir diariamente con personajes que han hecho de la carrera política una suerte de “profesión liberal” con la que han conseguido vivir “a tutti plen” a costa de los bolsillos de los sufridos ciudadanos.

Y todo esto, además, envueltos en una permanente sombra de duda sobre su honestidad que a veces, demasiadas veces, se ha visto ratificada por actuaciones de nuestro sistema judicial.

Acercándonos un poco al origen de esta moda de políticos delincuentes tenemos que recordar que ese era el carácter personal del fundador de aquel pseudopartido político que fue el GIL. No es de extrañar, por tanto, que catorce años después, de entre ellos partido hayan sido condenados ya dos alcaldes y un nutrido número de concejales por diferentes delitos, que van desde la vulneración de los derechos fundamentales al delito urbanístico puro y duro.

Siempre que se habla de delitos es conveniente dejar patente el obligado respeto por la presunción de inocencia. Porque así lo dice nuestro ordenamiento jurídico y porque sinceramente creemos en ella. Nuestro sistema es garantista y así debe serlo por siempre.

Pero también es cierto que otro elemento básico de nuestra democracia es la representatividad de las instituciones. Y somos los ciudadanos, todos, los que debemos elegir a los que nos representen. Yo, como ciudadano, respeto la presunción de inocencia. Pero, al mismo tiempo exijo que la persona en la que voy a delegar sea de mi absoluta confianza. Que yo no tenga sombra de duda alguna respecto a su honestidad. Porque yo también intento ser honesto.

Por eso me ha sorprendido como tantas veces en nuestra Costa los ciudadanos hemos elegido a miembros de partidos que han dado sobradas y repetidas razones para no ser depositarios de la confianza que debemos exigir a los que van a gobernar en nuestro nombre.

Me llama la atención enormemente esa “normalidad” con la que somos capaces de convivir en la Costa con políticos que en circunstancias mucho menos graves no han disfrutado de la más mínima piedad popular. Hay que recordar, por ejemplo, los casos de Pilar Miró o Herminio Trigo, que abandonaron sus puestos por cuestiones meramente formales que no supusieron merma alguna del patrimonio público. O a Toni Caba, que dejó todas sus responsabilidades políticas horas después de su imputación en un proceso que nada tenía que ver con su actividad pública.

No es esa la forma de actuar de estos políticos que desde la poltrona siguen defendiendo su incuestionable derecho a la defensa. Ahora mismo, en la Costa del Sol, seguimos “disfrutando” de los herederos de aquella formación política, la gilista, que siguen viéndose involucrados en asuntos “presuntamente” lesivos para el presente y el futuro de nuestros pueblos. En Marbella, está encausado un porcentaje altísimo de los miembros de su Pleno Municipal. Unos ya han sido condenados y apartados de su cargo público. Pero otros siguen allí, apoltronados, agotando hasta el último segundo su legítimo derecho a la defensa. Y son inocentes sin duda, en todo caso son “presuntos culpables”. Pero yo, como ciudadano, no me fiaría de ellos. Como tampoco me fío de los compañeros y socios del Alcalde de Manilva. Inocentes como él mismo hasta que no se demuestre de forma indubitada lo contrario. Tan inocentes que ni siquiera se ha llegado a insinuar que estuviesen implicados de ninguna manera en los supuestos manejos del exalcalde. Eso sí, estaban demasiado cerca de donde se cocían las cosas como para que ya no las tenga todas conmigo. A mí, personalmente, tampoco me inspiran confianza. Creo que no les votaría.

Y en Estepona tenemos casos de personas que aún no están incursos en ningún proceso penal. Pero que están obligados de forma contundente a dar explicaciones, que hasta ahora no han sido satisfactorias, sobre el destino de importantes cantidades de dinero público. Son inocentes, posiblemente no haya ningún delito detrás de esas investigaciones. Pero mire Vd., yo tampoco me fio de ellos. Y no es inquina personal, que conste. Lo que ha pasado es que una de las instituciones más importantes de mi país, el Tribunal de Cuentas, les reclama incluso afianzar dinero. Así que mi desconfianza está, creo yo, justificada.

No, no les votaría nunca. Y ya que estamos, y por si acaso, tampoco les dejaría estar muy cerca de donde se pudiesen repetir los hechos que motivaron las actuaciones del Tribunal de Cuentas. Eso no depende de mí, no he podido evitarlo. El principal responsable sigue siendo Primer Teniente de Alcalde. Justo, justo el mismo cargo que tenía cuando pasaron todas estas cosas.

Creo que no, que yo no conseguiré acostumbrarme a todo.