martes, diciembre 31, 2013

A modo de resumen

Publicado en VIVA Estepona Información el 28/12/2013



Es tradicional en estas fechas realizar un resumen de lo ocurrido durante el año que termina.  No sé si yo también estoy obligado a hacerlo desde esta columna, aunque quizá lo más cómodo sea remitirme a las 50 anteriores de este año en las que he pretendido remarcar cada semana alguno de los episodios que entendía inexplicados si faltaba la opinión de un ReVerde.

Porque si algo hay que echar en falta durante todo este año es la escasa importancia que en todas partes –medios de comunicación incluidos– sigue teniendo la imparable degradación de nuestro sistema económico, social y natural, abocado casi sin remedio a la sociedad esclavista, vigente hasta la revolución industrial.

Sí, parece que estoy siendo catastrofista, pero mientras nos preocupamos por los papeles de los corruptos del PP, de la UGT o de la madre que los parió seguimos caminando de forma inexorable hacia la catástrofe energética que supondrá el fin del petróleo, al que le quedan cuatro telediarios.

Seguimos profundizando en la depredación del medio natural, azuzando el horno de la destrucción  –más madera, que es la guerra–  mientras repetimos los mantras del consumo:  “Crecimiento”, “centro comercial”, “construcción, construcción y construcción”. Es lamentable que estos repetitivos eslóganes, que sabemos fracasados, se emitan tanto desde los grupos del capitalismo neoliberal –principalmente PSOE y PP, pero también UPyD– como desde los que tras la etiqueta roja y verde –IU-LVCA– propician el productivismo puro y duro, por cierto muy alejado de la distribución de la riqueza. Empeñados en defender a las grandes empresas –los detentadores de los medios de producción, en terminología marxista– en pro del  siempre socorrido “empleo”, el gran mantra de la izquierda.

Basta ya de engaños, basta ya de ilusionar a las personas con grandes proyectos económicos. Basta ya de predicar la caridad y la mendicidad cuando lo que se impone es la solidaridad.

Para este año 2014 propongo un pacto de sinceridad entre todos. Nosotros, los pobres organizados en partidos, sindicatos y movimientos sociales diremos claramente, en voz alta, que lo nuestro no es la concordia social, sino la revolución. Que no queremos llegar a acuerdos con los explotadores, sino acabar con ellos. Que no queremos vuestras migajas, sino vivir en este mundo putrefacto que nos habéis dejado para convertirlo, en la medida de lo posible, en el refugio de una especie humana capaz de conservar, regenerar y tomar lo que la naturaleza nos presta, sin considerarnos dueños de nada.

Vosotros, los ricos, dejaréis de mentirnos respecto a los mercados, las tasas de riesgo y el sacrificio que supone mantener vuestras plantillas. ¡Como si fuese algo por lo que deberíamos estar agradecidos, trabajar casi gratis para energúmenos!  Ahora os va a tocar aceptar que la caridad que defendéis en público es vuestra garantía de diferencia social, a la que nunca renunciaréis. Tendréis que explicar que la industria del armamento es la base de vuestro mundo, y que participa del sostenimiento de la industria energética, la de producción de alimentos o la falacia financiera. La guerra es vuestra manera de entender el mundo, en el que siempre somos los mismos los que mueren en el frente de batalla mientras siempre sois los mismos los que brindáis con caviar y champagne cada niño muerto de hambre o a tiros.

Y eso, os lo prometo, se va a acabar. Porque ahora nos toca a nosotros. Y no vamos a por las componendas y los acuerdos.  Dejaremos de ser tan buenos que parecemos tontos. Vamos a por todas. Vamos a por vosotros. Ah, por cierto, Feliz 2014.

lunes, diciembre 23, 2013

¡Qué pensarán mis hijos!

  


Antes de comenzar pido perdón  a mis lectores por el contenido de la columna de esta semana. Contrariamente a lo que suelo hacer –crónica política reverde– en esta ocasión hablaré de mí mismo. No de mi persona, pero sí de algunas cosas a las que mi actividad pública me ha llevado a vivir.

Esta semana  pasé la desagradable experiencia, que casi ninguno de ustedes conoce, de sentarme en el banquillo de los acusados de un tribunal penal. Allí, en una de las salas de vistas de la Audiencia Provincial de Málaga tuve que oír como por parte de un abogado se me pedían una multa, una indemnización y la bonita cifra de dos años de cárcel.

¿Por qué estaba allí? Muchos de ustedes ya lo saben, fui acusado de calumnias e injurias por un vecino de nuestro pueblo que entendió había esos delitos en una de mis columnas en este periódico. Podríamos decir, por tanto, que estaba allí por escribir en un periódico.

José Ignacio Crespo, ex primer teniente de alcalde en los gobiernos municipales de Jesús Gil y Antonio Barrientos, llevó hasta la Audiencia Provincial lo que él, de forma legítima, entiende como defensa del derecho de su honor, presuntamente perjudicado por quién esto les escribe.

No entraré en el contenido de su declaración como testigo, aunque habría para echar unas risas, ni tampoco en lo que allí pasó. Del resultado del juicio espero aportar pronto noticias. Buenas, según las sensaciones que tuvimos al salir de allí.

Sí que pienso referirme a un momento concreto de su declaración. Según el Sr. Crespo, le preocupa qué pensarían sus hijos de él después de leer las cosas que yo he escrito. Soy padre, como él, y no volveré a mencionar a sus hijos ni aquí ni en ninguna parte, guardándoles el mismo respeto que espero para los míos.

Pero de ellos, de los míos, sí que puedo hablar. He tenido que explicarles que me veía abocado a sentarme en el banquillo por escribir. Por hacerlo siempre en defensa del interés público,  empeñado en la lucha contra la corrupción política en nuestra Costa del Sol. Hasta el punto de ser excluido del que fue mi partido por no participar ni por un segundo de connivencia con los que consideraba peligrosos para mis vecinos. Abocado desde entonces a una lucha en la que solo un puñado de íntegros compañeros me acompaña, a sabiendas de lo difícil que es la batalla política en este podrido sistema en el que vivimos.

Ellos, mis hijos, agradecen mi esfuerzo . Aunque a veces me recriminan  –¡Papá, otra vez metido en follones!– cuando me ven arrastrado por la policía en el intento de paralización de un desahucio, o discutiendo con las fuerzas policiales defendiendo el derecho de reunión, manifestación o libertad de expresión. Me regañan, preocupados, pero entienden y comparten lo que hago.

Aunque entiendo  que todo sería distinto si mi historia policial y judicial fuese otra. Su madre no se ha visto obligada a contarles que su padre no irá a cenar, y que pasará algún tiempo en la cárcel porque un juez me acusa de delitos contra la administración pública, contra todos nosotros. ¿Qué les diría su madre si me viesen en televisión escondiendo mi rostro con una chaqueta cuando me llevan esposado a la cárcel? Tampoco me he visto obligado a contarles que me condenaron a devolver dinero que salió irregularmente de las cuentas públicas. Tal y como les he educado, no entenderían ni perdonarían nada de eso.  Afortunadamente, les he librado de esa experiencia, y si alguna vez me detienen por lo que hago levantaré el puño y mostraré mi rostro, orgulloso, como hacen mis camaradas. Ante ellos y ante el mundo.

Reflexiono en estas cosas y me siento aliviado de no haber caído nunca en la tentación de engañar a mis vecinos por dinero. Así es más fácil ser padre.

viernes, diciembre 20, 2013

Farsa Navidad

Publicado en VIVA Estepona Información el 14/12/2013

Si analizamos un poco la que se nos caerá encima en pocos días a pocos se les escapará que vamos a vivir el gran momento anual de la hipocresía. Aquel en el que es obligatorio divertirse, querer al prójimo y sonreír, pese a que a muchos les falten verdaderos motivos para hacerlo.  Y todo ello en público, con ostentación tanto de la diversión como del buen corazón. 

Y si desde hace muchas décadas la falsa y obligatoria alegría navideña es un instrumento de dominación destinado a exacerbar el consumo, en la situación actual se convierte en un obsceno escaparate de las diferencias sociales. 

De una parte, una cada vez más escasa y privilegiada “clase trabajadora” dispone de la exigua participación en los beneficios empresariales que se llama “paga extra de navidad”. En una ciudad con el 50% de su población activa en paro, y con un elevado porcentaje de trabajadores que han renunciado a la fuerza a recibir la doble remuneración navideña, pocos son los que estos días van a disponer de dinero para malgastar en ropa de fiesta, cava o jamón ibérico. 

Incluso los que dispondrán de alguna cantidad extra estarán sometidos a la situación actual de penuria económica. Por una parte, ni siquiera los funcionarios están libres del despido libre y barato que las actuales leyes laborales permiten a los empresarios. Por otra parte, es difícil reunir amigos o familiares con los que poder compartir estas alegrías basadas en un consumismo al que pocos pueden acceder. 

He calificado ahí arriba como exigua a la paga de navidad. Ahora amplío el concepto y también la califico de injusta, pues solo supone una mínima parte de las plusvalías que las empresas obtienen del trabajo. Y quiero que sobre este particular pongan especial atención los asalariados que me están leyendo: Lejos de estar agradecidos a vuestros patronos por la supuesta dádiva que supone la paga extra, en realidad debéis pensar en cuánto está acumulando a vuestra costa durante todo el año. 

Y con esto llego a lo que quería contaros sobre lo que peor llevo de estas fiestas. La caridad entendida como acto obligatorio en navidad. La clase dominante se ha preocupado durante siglos por introducir en nuestro subconsciente colectivo que en lugar de pelear por nuestros derechos y reclamar la distribución justa de la riqueza basta con el gesto de la limosna para paliar la injusticia social. 

Sépanlo ustedes, para acabar con la pobreza en el mundo no basta con su bienintencionada aportación a Cáritas. Ni con la llamada al telemaratón, ni dejando dos kilos de arroz en el cajón del Banco de Alimentos. Todas esas acciones son sin duda bienintencionadas como he dicho, pero no hacen más que sostener el actual status de cosas. Cuando una gran empresa como Zara “regala” unos millones a Cáritas o la Cruz Roja está obviando la acumulación de riqueza a costa de sus clientes, nosotros, pero también a costa del trabajo casi esclavo de sus empleados en países como el nuestro y sin el casi en los del tercer mundo. 

En un mundo ideal bastaría pedirles a esos magnánimos empresarios y a nuestros gobiernos que les apoyan que distribuyan lo que tienen entre todos, devolviendo a sus legítimos propietarios los tesoros acumulados injustamente. Pero no estamos en un mundo ideal, sino aquel que se sostiene bajo la bota del imperialismo, el ejército y la fuerza. ¿Qué pasaría si aprendamos de ellos, y somos nosotros los que nos empeñamos, con la fuerza si es necesario, para evitar la injusticia actual? Sí, ya sé. Eso es la revolución. Mucho mejor que la farsa navidad.

jueves, diciembre 12, 2013

Mandela

Publicado en VIVA Estepona Información el 07/12/2013



Ha muerto Nelson Mandela. Madiba, el gran luchador. Incansable, íntegro y entregado por la causa de la igualdad en la humanidad. Hay que recordar que, pese a lo que puedan y están contando los líderes mundiales, las televisiones y los periódicos, Nelson Mandela no solo luchó  por la igualdad entre negros y blancos. Tan importante como su lucha contra el racismo fue la que mantuvo por la igualdad entendida como superación de la injusticia social y económica.

Por eso, por intentar obviar el contenido profundamente socialista tanto de su pensamiento como del de su partido, el ANC, me resulta doloroso leer panegíricos emitidos por gobernantes como Obama, presidente de un país que hasta 2008 mantenía a Nelson Mandela en la lista de terroristas. O a esos miembros de la familia real británica, país que fue soporte político y económico del criminal régimen de Pretoria durante el apartheid.

De patéticas, por quien las pronuncia, cabe calificar las palabras del Sr. Borbón, que hoy calificaba a Mandela como “ejemplo de integridad y grandeza” envidiando quizá esas virtudes, por él mismo desconocidas. Gobernantes hipócritas, que se ven obligados a elogiar a aquel al que desearon encarcelado o muerto durante décadas, aunque solo consiguieron engrandecer su memoria. Vaya desde aquí  mi más sentido homenaje al gran Madiba, compañero, que la tierra te sea leve.

Este comportamiento de los políticos en activo, la hipocresía, es una de las causas de la creciente desafección que se vive respecto a la Política en mayúsculas. Esa que permite cambiar el mundo, transformarlo, convertir la injusticia en justicia y practicar la solidaridad en lugar del egoísmo. Eso que nos enseñaron Mandela y otros como él.

Sin embargo, lo generalizado es lo contrario. Esta semana tenía intención de clamar contra aquellos que se llaman socialistas en nuestro país y que hace décadas que aparcaron las ideas que les dan nombre, abrazando de forma insolente y perversa las prácticas contra las que dicen luchar. 

H e de reconocer que tengo muchos conocidos entre las filas del PSOE, y a algunos y algunas les considero amigos. Así, no es extraño que cuando tropiezo con cualquiera de ellos,  PSOE en la calle, o debatiendo en televisión, todos estén contra la reforma constitucional del merkelazo, contra los recortes incluidos los de Zapatero o contra la regresión democrática. Todos, también, se declaran laicos –algunos se atreven con el ateísmo–  y republicanos.

Sin embargo, la realidad del partido al que pertenecen es otra. Una con la que conviven perfectamente y que no les produce ningún rechazo. El PSOE es el que esta semana presentó una propuesta para revisar los acuerdos con el Estado Vaticano pese a que han gobernado más de 20 años en perfecta armonía con la depredadora Iglesia Católica, y a la que solo ahora, cuando están en la oposición como recordaba el Obispo Catalá, se atreven a señalar.

Un partido que aprueba por amplísima mayoría respaldar una institución monárquica que nunca tuvo que ser apoyada desde el socialismo –culpables el PSOE y el PCE de la transición– pero que en este momento, al descubierto sus tejemanejes, deberíamos  aprovechar los ciudadanos más conscientes, los socialistas, para repudiarla definitivamente.

Esa agrupación política es la misma que desenmascara al gobierno de García Urbano cuando pide un Estatuto para la RTV pública esteponera obviando que ha gobernado en nuestra ciudad tres períodos distintos por un total de 8 años. Aprovechándose obscenamente del poder que proporciona el control absoluto de un medio de comunicación pagado con dinero de todos. Ellos, como Obama o Guillermo de Inglaterra, son hipócritas, indignos de mencionar el nombre de Mandela.

miércoles, diciembre 04, 2013

Bipresupuestarismo

Publicado en VIVA Estepona Información el 30/11/2013



El Pleno de esta semana aprobó, con los votos del PP, los presupuestos municipales de 2014. No son definitivos, y a estas alturas no tenemos más datos que la breve exposición del gobierno y las interpelaciones de una oposición que poco tiempo ha dispuesto para estudiarlos. Sin embargo, ya podemos considerarlos como fallidos, fantasiosos, insolidarios y ajenos a la realidad económica y social de nuestra ciudad.

No espero que mi impresión les llame a sorpresa, en realidad podríamos decir lo mismo de cualquier documento presupuestario presentado por un ayuntamiento aquí  o en otra localidad con circunstancias parecidas a la nuestra.

Y de ello se han encargado, con denodado interés, tanto los neoliberales del PP como los neoliberales del PSOE, que llevan años cercenando la capacidad de la administración municipal de administrar recursos que reviertan en mejorar la condición de sus vecinos. La tan cacareada autonomía municipal solo se ha venido ejerciendo de forma “eficaz”  para sostener las redes de clientelismo político, para constituir auténticas estructuras de latrocinio en torno a la especulación inmobiliaria y para el enriquecimiento de determinadas empresas privadas.

No nos llevemos a engaño, muchos de los reproches que en el Ayuntamiento de Estepona se hacen entre PSOE y PP están plenamente justificados con el análisis de la realidad y la historia. El PP local no miente cuando recuerda los desmanes que durante los gobiernos del PSOE se cometieron en Estepona. Excesos en la contratación de personal afín a los partidos en coalición, disparates en la remuneración de los cargos políticos y despilfarro destinado a la propaganda en favor de los gobernantes. El peso de esa herencia , como en el caso de Rajoy, trufa todas las intervenciones públicas de los populares.

Y también tiene razón el PSOE cuando recuerda a los populares su definitiva aportación al mismo tipo de desbarajuste. Los gobiernos del PP, tanto en coalición con el PSOE como cuando lo hicieron con los miembros del  GIL, cometieron idénticos abusos contra el interés público municipal. Sin embargo, y todos me darán la razón cuando lo diga, es causa común de ambos partidos el silencio de los tres asuntos que influyen de forma poderosa para que los presentes presupuestos municipales, como los anteriores y los futuros, sea tan malo.

A ninguno de los dos grandes partidos oiremos hablar del empobrecimiento municipal asociado a la corrupción urbanística, la privatización de los servicios municipales  y los perversos efectos de la Ley de Estabilidad Presupuestaria. Y guardan silencio porque poner sobre la mesa aquello en lo que ambos están de acuerdo no resulta eficaz para el interés máximo del bipartidismo político: Mantener en la inopia a los ciudadanos, convertidos en súbditos.

Ambos partidos, con la reforma constitucional de 2011, obligaron a que el interés de las administraciones públicas quede ceñido al pago de una supuesta deuda con el capital internacional. Muchos la consideramos injusta, por no haberla contraído nosotros, pero la reforma nos obliga a todos a pagarla, renunciando mientras tanto al ejercicio de nuestros derechos como vecinos.

Ambos partidos, de forma sistemática y progresiva, han participado en la privatización de los servicios públicos municipales. Incrementando el coste de los mismos mientras se reduce la calidad de las prestaciones, pero también condenando a los empleados públicos a la precaria situación laboral en que las sucesivas reformas legislativas –también de ambos partidos– han colocado a los trabajadores.

Y por último, ambos partidos han mantenido, y piensan mantener si no se lo impedimos, la perfecta eficacia de las mafias de la corrupción en las administraciones públicas, que son las que engrasan sus maquinarias. Las del bipresupuestarismo.