Aunque casi siempre que me pongo ante el teclado es para lamentarme de una
acción o inacción de gobierno, esta semana tengo que felicitar públicamente a
una Junta de Andalucía de la que casi no recuerdo nada que celebrar.
Sin embargo, en esta ocasión y sin duda debido a la iniciativa de Izquierda Unida, tenemos la oportunidad de contemplar una medida progresista, en el sentido correcto y, por una vez, dirigida al sector de la población al que los izquierdistas reclamaron el voto.
El decreto que esta semana entra en vigor respecto a la vivienda en Andalucía no es revolucionario, no acabará con el problema de los desahucios, ni con la especulación del suelo, ni tampoco con el injusto reparto de la riqueza. Sin embargo, sí que marca un hito en cuanto un derecho constitucional, el de la vivienda digna, se coloca casi al mismo nivel que otros sacrosantos derechos, especialmente el de la propiedad privada.
Hay que reconocer que no es la primera vez que se pone en marcha algo así en el estado, como también hay que recordar que fue con la presencia de Ezker Batua en el Gobierno Vasco, o ICV en el catalán cuando se promovieron medidas parecidas a la andaluza, aunque menos ambiciosas.
Desde aquí, por tanto, mis felicitaciones a los compañeros de IULV-CA por este intento de justicia que están promoviendo en nuestra comunidad. No obstante, tengo margen para mi habitual pesimismo, sobre todo conociendo que el “socio”, el PSOE, lo acepta a regañadientes y contra sus íntimas convicciones. También hay que recordar que el PSOE ha ganado todas las demás batallas en el seno del gobierno andaluz. Los recortes en el gasto público educativo, sanitario y en derechos laborales sufridos por los funcionarios se han aprobado pese a la presencia de IU en el gobierno. Y pesa sobre la sociedad la sombra de una corrupción sobrevenida, la de los ERE’s, con la que dirigentes de IU como Valderas están teniendo una sospechosa complacencia. Tanta que era difícil distinguir sus declaraciones de las de cualquiera del PP, CiU o PSOE en casos en los que sus militantes estaban implicados.
Esperemos que sean otros los que tomen las riendas de IU en el futuro, y que en lugar de con la actual caverna ideológica nos toque hablar con una dirección renovada para construir en Andalucía, como en todo el Estado, una auténtica masa crítica de organizaciones sociales dispuestas al cambio radical que necesitamos. Incluida la República, imposible de olvidar en esta fecha.
Sin embargo, en esta ocasión y sin duda debido a la iniciativa de Izquierda Unida, tenemos la oportunidad de contemplar una medida progresista, en el sentido correcto y, por una vez, dirigida al sector de la población al que los izquierdistas reclamaron el voto.
El decreto que esta semana entra en vigor respecto a la vivienda en Andalucía no es revolucionario, no acabará con el problema de los desahucios, ni con la especulación del suelo, ni tampoco con el injusto reparto de la riqueza. Sin embargo, sí que marca un hito en cuanto un derecho constitucional, el de la vivienda digna, se coloca casi al mismo nivel que otros sacrosantos derechos, especialmente el de la propiedad privada.
Hay que reconocer que no es la primera vez que se pone en marcha algo así en el estado, como también hay que recordar que fue con la presencia de Ezker Batua en el Gobierno Vasco, o ICV en el catalán cuando se promovieron medidas parecidas a la andaluza, aunque menos ambiciosas.
Desde aquí, por tanto, mis felicitaciones a los compañeros de IULV-CA por este intento de justicia que están promoviendo en nuestra comunidad. No obstante, tengo margen para mi habitual pesimismo, sobre todo conociendo que el “socio”, el PSOE, lo acepta a regañadientes y contra sus íntimas convicciones. También hay que recordar que el PSOE ha ganado todas las demás batallas en el seno del gobierno andaluz. Los recortes en el gasto público educativo, sanitario y en derechos laborales sufridos por los funcionarios se han aprobado pese a la presencia de IU en el gobierno. Y pesa sobre la sociedad la sombra de una corrupción sobrevenida, la de los ERE’s, con la que dirigentes de IU como Valderas están teniendo una sospechosa complacencia. Tanta que era difícil distinguir sus declaraciones de las de cualquiera del PP, CiU o PSOE en casos en los que sus militantes estaban implicados.
Esperemos que sean otros los que tomen las riendas de IU en el futuro, y que en lugar de con la actual caverna ideológica nos toque hablar con una dirección renovada para construir en Andalucía, como en todo el Estado, una auténtica masa crítica de organizaciones sociales dispuestas al cambio radical que necesitamos. Incluida la República, imposible de olvidar en esta fecha.
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