jueves, mayo 02, 2013

Tiempo de penitencia

Publicado en Estepona Información el 23/03/2013


Lo habrán sospechado,  el título de este artículo no me va a llevar más que citar de refilón a la espectacular celebración que en otros lugares de Andalucía supone la llamada Semana Santa. Un auténtico despliegue de arte, fenómeno sociológico de indudable interés y  enorme belleza que discurrirá o no, ya veremos qué dicen los dioses Eolo y correspondientes, por las calles de nuestros pueblos. No será el caso de Estepona, que aquí se procesionará lo de todos los años más o menos, poco de valor por tanto.

Sin embargo, el número de maltratados y crucificados seguirá creciendo en la localidad. Por el interés puesto en ello por las autoridades nacionales, pero también con el incondicional apoyo de nuestro Alcalde, que se postula como malo entre los malos. Ya saben lo que le gusta un premio al Notario, y esta vez está dispuesto a desbancar a la Ministra de Sanidad, a la de Educación o a la mismísima Cospedal. Además de ser el Alcalde más premiado, con lo que cuesta eso, también quiere superar en maldad a sus compañeros de partido. Lo tiene un poco más fácil, pues ya está fuera de concurso Bárcenas, que al parecer ya no es del PP.

Nuestro Notario puede encaramarse, si todo sale como él pretende, solo un pasito por detrás de los hermanos Malasombra, que eran malos de verdad. Después de incrementar directamente el número de parados de la localidad, ahora nos enteramos que quiere ir al infierno por permitir que cierre el comedor social.

No soy partidario de la limosna, pero no por eso podemos cerrar los ojos ante el problema que diariamente padecen vecinos de mi pueblo, ajenos a la opulencia de ese que habita  una mansión de Puerto Banús y se permite arrogar la representación de todos los esteponeros. Si se ha firmado un convenio de colaboración con una ONG, hay que cumplirlo. Pague lo que debe a Emaús de una puñetera vez, Notario. Hágalo, porque sabe que esa ONG está acudiendo a paliar un problema grave de muchos esteponeros.

Y aunque muchos sepamos que no es la caridad la que lo resolverá, sino la transformación social y revolucionaria, incluyendo la socialización de esos bienes acumulados por los que siguen viviendo en la opulencia, como usted. 

El Notario, desde su atalaya de soberbia que enmascara el complejo de inferioridad,  quiere ser el más malo de la película, y que los demás le rindamos pleitesía y le tengamos miedo. Puede que lo consiga en algunos casos, pero no todos estamos dispuestos a otra estación de penitencia.

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