jueves, mayo 02, 2013

El peor de Marbella

Publicado en Estepona Información el 16/03/2013

La fiebre populista de nuestro Notario, para el que no existe límite ni estético ni ético, amenaza con ocupar cada día de nuestro calendario en inauguraciones, conciertos de viejísimas y caducas estrellas, casposos poetas y pseudo artistas amiguísimos del alma.

Empeñado en una batalla contra el buen gusto, el Notario y sus huestes han emprendido un feroz ataque a lo poco que quedaba de nuestra idiosincrasia andaluza, y a la manera de Gil Gil -aunque sin caballo blanco que fustigar-  propaga por el casco urbano una sucesión de horteras macetones, placas de cerámica con textos imposibles y faltas de ortografía. Una peatonalización realizada sin planificación, ajena a ningún modelo de ciudad y respondiendo, al parecer, al capricho de nuestro caudillo más que a cualquier criterio científico, de movilidad urbana, de urbanismo responsable o de sostenibilidad social, cultural o económica.

 El proceso al que está sometiendo a nuestro tan querido y maltratado casco antiguo no está enfocado a aligerar de la presión del automóvil, a la habitabilidad del núcleo o a la promoción del pequeño comercio en Estepona. Sabemos que nuestro Alcalde es enemigo de la bicicleta, el último verano fue responsable directo de campañas de persecución de ciclistas en la localidad, y además es promotor interesado de un gran centro comercial a las afueras que promete el desarme comercial del centro de la ciudad al mismo tiempo que la expansión de las  franquicias que tan buenos resultados da a las grandes empresas comerciales y tan malos a los trabajadores  -presas del contrato basura-  e incluso a los pequeños empresarios, obligados a pactar con los grandes si quieren sobrevivir en ese acuario lleno de tiburones. Y todo eso sin entrar en especulaciones, legítimas porque la historia nos permite hacerlas, sobre lo que suelen llevar aparejadas estas grandes operaciones inmobiliarias para los responsables políticos que las propician.

No nos encontramos por tanto ante una amable conversión del centro urbano, debatida entre los vecinos, conocida por todos, sometida al refrendo popular, defendida por urbanistas, artistas, comerciantes, defensores de la movilidad libre de contaminación y vecinos en general. Se trata de la megalomanía de un hombre enfermo, los impulsos de un maníaco que ignora todo lo que no sea la visión que el papel que la historia le tiene reservado. Quiere ser el mejor alcalde de Estepona, probablemente solo llegue a remedar al peor de los de Marbella.

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