No cabe duda del carácter ideológico de los recortes que el partido del
gobierno, tanto nacional como local, lleva a cabo. No se trata de iniciativas
destinadas a conseguir fines económicos salvo el enriquecimiento de las grandes
compañías. Así, mienten respecto al déficit presupuestario , y por supuesto, a
la resolución de lo que llaman crisis.
Los peperos han desatado la guerra abierta contra los pobres. Sí, contra los pobres. Un proceso larvado por la socialdemocracia española, presa de los intereses financieros multinacionales a los que servían pero que, una vez tomado el poder por parte de la extrema derecha, han desenmascarado la falacia del estado social y en este momento atacan al enemigo a batir, blandiendo la demagogia en una mano y la espada en la otra.
El recobro sanitario no persigue la optimización del servicio público de salud, como tampoco la retirada de la cartilla a los inmigrantes. El objetivo es, ni más ni menos, que la persecución al pobre. Como las nuevas tasas judiciales, la reforma laboral o la subida del IVA. Ninguna de estas medidas no supondrán esfuerzos titánicos para los pobres y ningún trastorno para los ricos. Y como somos imprescindibles para el capitalismo, no se trata de nuestra exterminación física, sino de la exterminación ideológica. Quieren implantar el terror para conseguir la sumisión, el agradecimiento al patrón que reparte unas migajas o a la gran compañía de seguros que ofrece una miseria advirtiendo que no nos podremos permitir el lujo de plantear demandas judiciales.
Sabido es que bastaría con anunciar el cese del pago de intereses bancarios para acabar con el déficit o el endeudamiento público. Así que el objetivo perseguido es la destrucción definitiva de los avances que el comunismo de la Unión Soviética consiguió para la Europa Occidental. Sí, no se lleven las manos a la cabeza, el “estado del bienestar” no fue más que consecuencia del miedo del capitalismo a la expansión del socialismo real en Europa. Hoy, desaparecido ese peligro, no tiene ningún sentido mantener la farsa socialdemocrática y nos abocan a la dura realidad de la explotación del hombre por el hombre.
Por eso, porque ellos nos atacan con ideología, nosotros tenemos que hacer lo mismo. No basta con criticar el sueldo de los diputados, sino que hay que atacar a la raíz del problema, el capitalismo y sus ansias inagotables de destrucción de la humanidad y la Tierra.
Los peperos han desatado la guerra abierta contra los pobres. Sí, contra los pobres. Un proceso larvado por la socialdemocracia española, presa de los intereses financieros multinacionales a los que servían pero que, una vez tomado el poder por parte de la extrema derecha, han desenmascarado la falacia del estado social y en este momento atacan al enemigo a batir, blandiendo la demagogia en una mano y la espada en la otra.
El recobro sanitario no persigue la optimización del servicio público de salud, como tampoco la retirada de la cartilla a los inmigrantes. El objetivo es, ni más ni menos, que la persecución al pobre. Como las nuevas tasas judiciales, la reforma laboral o la subida del IVA. Ninguna de estas medidas no supondrán esfuerzos titánicos para los pobres y ningún trastorno para los ricos. Y como somos imprescindibles para el capitalismo, no se trata de nuestra exterminación física, sino de la exterminación ideológica. Quieren implantar el terror para conseguir la sumisión, el agradecimiento al patrón que reparte unas migajas o a la gran compañía de seguros que ofrece una miseria advirtiendo que no nos podremos permitir el lujo de plantear demandas judiciales.
Sabido es que bastaría con anunciar el cese del pago de intereses bancarios para acabar con el déficit o el endeudamiento público. Así que el objetivo perseguido es la destrucción definitiva de los avances que el comunismo de la Unión Soviética consiguió para la Europa Occidental. Sí, no se lleven las manos a la cabeza, el “estado del bienestar” no fue más que consecuencia del miedo del capitalismo a la expansión del socialismo real en Europa. Hoy, desaparecido ese peligro, no tiene ningún sentido mantener la farsa socialdemocrática y nos abocan a la dura realidad de la explotación del hombre por el hombre.
Por eso, porque ellos nos atacan con ideología, nosotros tenemos que hacer lo mismo. No basta con criticar el sueldo de los diputados, sino que hay que atacar a la raíz del problema, el capitalismo y sus ansias inagotables de destrucción de la humanidad y la Tierra.
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