Si 2011, el año de la indignación, se cerró con las victorias electorales de la
derecha española, 2012 es el año en el que el Partido Popular muestra su cara
más terrible al conjunto de los ciudadanos.
El para muchos inexplicable apoyo de la ciudadanía al PP tiene sentido por la evolución de la mal llamada democracia española. En España se consolidó el bipartidismo desde la misma muerte del General Franco. Con el apoyo lógico de los herederos intelectuales y económicos de la dictadura y con la decidida participación de la socialdemocracia española, liderada entonces por Felipe González y apadrinada por el SPD alemán. En nuestro país se forjó a golpe constitucional un estado inamovible en el que solo los dóciles con el imperialismo capitalista tendrían cabida.
No es el momento de intentar encontrar explicación a la traición que para sus ideales y la clase que decía representar tuvo entonces el P.C.E, pero su papel consolidó un estado polarizado, que hace creer a los votantes que solo los dos grandes partidos pueden liderar un proyecto político. Y el año pasado, salvo un reducido número de indignados, los ciudadanos se volcaron con el partido conservador más extremista de toda Europa occidental. Tan extremista que alberga cómodamente en su interior a la oposición fascista típica en el resto de Europa.
Y ahora, cuando han pasado pocos meses de los últimos procesos electorales, todos los ciudadanos están sufriendo el experimento brutal de la economía neoliberal. Subida de impuestos indirectos, retroceso brutal de las prestaciones sanitarias, educativas y asistenciales, crecimiento del paro y criminalización de la pobreza y la exclusión social. Y todo ello aderezado con guiños a su electorado más radical. Así, la inexplicable exclusión de los inmigrantes a la protección sanitaria o la implantación de la cadena perpetua no pretende más que mantener en nómina a los fascistas que en otros estados restan votos a los conservadores.
Así, que la secuencia lógica es, 2011 indignación, 2012 asimilación de la política derechista y protesta civilizada y para el 2013… ¿la revolución?
El para muchos inexplicable apoyo de la ciudadanía al PP tiene sentido por la evolución de la mal llamada democracia española. En España se consolidó el bipartidismo desde la misma muerte del General Franco. Con el apoyo lógico de los herederos intelectuales y económicos de la dictadura y con la decidida participación de la socialdemocracia española, liderada entonces por Felipe González y apadrinada por el SPD alemán. En nuestro país se forjó a golpe constitucional un estado inamovible en el que solo los dóciles con el imperialismo capitalista tendrían cabida.
No es el momento de intentar encontrar explicación a la traición que para sus ideales y la clase que decía representar tuvo entonces el P.C.E, pero su papel consolidó un estado polarizado, que hace creer a los votantes que solo los dos grandes partidos pueden liderar un proyecto político. Y el año pasado, salvo un reducido número de indignados, los ciudadanos se volcaron con el partido conservador más extremista de toda Europa occidental. Tan extremista que alberga cómodamente en su interior a la oposición fascista típica en el resto de Europa.
Y ahora, cuando han pasado pocos meses de los últimos procesos electorales, todos los ciudadanos están sufriendo el experimento brutal de la economía neoliberal. Subida de impuestos indirectos, retroceso brutal de las prestaciones sanitarias, educativas y asistenciales, crecimiento del paro y criminalización de la pobreza y la exclusión social. Y todo ello aderezado con guiños a su electorado más radical. Así, la inexplicable exclusión de los inmigrantes a la protección sanitaria o la implantación de la cadena perpetua no pretende más que mantener en nómina a los fascistas que en otros estados restan votos a los conservadores.
Así, que la secuencia lógica es, 2011 indignación, 2012 asimilación de la política derechista y protesta civilizada y para el 2013… ¿la revolución?
No hay comentarios:
Publicar un comentario