sábado, septiembre 01, 2012

¿Tragedia natural?


Foto G.G. Incendio de Pujerra y Jubrique, febrero 2012
Publicado en Estepona Información el 01/09/2012



Cuando escribo esta columna, que debería servir de despedida para el que ha sido editor de este diario durante años, el fuego arrasa nuestra comarca con una virulencia terrible. A su paso deja desolación, pobreza y un sentimiento de impotencia en una ciudadanía que ya no puede aguantar más tristeza.

Aunque no es hora de buscar responsables y cargar contra quienes debieron proteger mejor nuestros montes y ciudades sí que lo es de levantar la cabeza, negar la resignación, evitar culpar a la providencia y gritar un ¡ya basta! que se oiga más allá del devastador color negro que mancha nuestra tierra.

Porque si bien es cierto que nadie quiere que pase lo que está pasando, también es cierto que hemos –habéis– hecho dejación intencionada de vuestros deberes.

En junio de este año los bomberos forestales de Málaga se quejaban de la retirada de retenes de incendios, manifestándose también contra los recortes de material, personal y otros medios en el control del fuego. Durante años, los colectivos ecologistas de la zona han venido reclamando tareas forestales de prevención que, año tras año también, han sido recortadas de forma inmisericorde por unas administraciones pendientes de lo inmediato.

En Marbella, en las zonas hoy principalmente afectadas, mis compañeros han reclamado que se exigiese a los urbanizadores los planes de prevención forestal que invariablemente eran rechazados por las autoridades municipales, más interesadas en seguir construyendo en la montaña que en la irresponsabilidad que eso suponía. Hoy muchos recuerdan que hace poco se rechazó en Alhaurín la urbanización de los terrenos donde comenzó el fuego.

Y así, si a los recortes en la dotación anti incendios sumamos la falta de tareas forestales y el fomento de la urbanización en la montaña, cabría preguntarse si lo que nos está asolando es una tragedia natural o el inevitable desenlace de una historia que se ha venido escribiendo en la Costa del Sol a golpe de ladrillo, como siempre con los mismos beneficiarios. Y, por tanto, con los mismos perjudicados, los más pobres y nuestro medio natural. 

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