Díganme pesado si quieren, pero es que cada día se van pareciendo más nuestros
ínclitos gobernantes a la pandilla aquella que montó el fallecido Jesús Gil. Y
no solo por la coincidencia en el tipo de negocios que defendían, esos que
acaban siempre en las notarías: los inmobiliarios, sino también en cuanto a las
actitudes ideológicas comunes.
Esta semana el portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Estepona ha sido detenido a las puertas del municipio para ser requerida su documentación. Ya sé que algunos dirán “claro, como a todo el mundo”, y ahí precisamente es donde quería llegar. ¿De verdad es necesario un control de acceso a los ciudadanos en las puertas de la casa común? ¿Cuáles han sido las amenazas a la convivencia o a la democracia que se han producido en el municipio para requerir de tales normas de seguridad?
Nadie es capaz de recordar, nunca ha sucedido, un altercado de orden público en el Ayuntamiento que precisase de la intervención policial para solucionarlo. Y hay que remontarse al infausto gilismo para recordar controles de entrada en los edificios públicos. ¿Entonces? ¿Por qué se limita el libre acceso a las instalaciones municipales?
La respuesta es muy fácil, además del incidente de esta semana, que refleja las ganas de un enchufado y pelota de congraciarse con El Jefe, se pretende transmitir un mensaje ideológico: Más allá de la democracia y la soberanía popular importa el principio de autoridad. Se le antoja al alcalde que ahí no entra nadie sin enseñar los papeles, y sus santos cojones imponen su voluntad. Saltándose los principios más elementales adopta una norma alejada del sentido común, de las necesidades de la administración y del mínimo respeto a sus conciudadanos.
Pero es lo que hemos querido, alcaldes filofascistas que invitan a sus amigotes a la zarzuela y a los toros, que expulsarían a los “rojos” –y a los verdes– del pueblo y a los que lo de “libertad, igualdad y solidaridad” les da asco. Vamos como los cangrejos, y seguro que algún sabio, pariente del funcionario pelota, añora el “cangrejo” falangista de la Torre del Reloj.
Esta semana el portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Estepona ha sido detenido a las puertas del municipio para ser requerida su documentación. Ya sé que algunos dirán “claro, como a todo el mundo”, y ahí precisamente es donde quería llegar. ¿De verdad es necesario un control de acceso a los ciudadanos en las puertas de la casa común? ¿Cuáles han sido las amenazas a la convivencia o a la democracia que se han producido en el municipio para requerir de tales normas de seguridad?
Nadie es capaz de recordar, nunca ha sucedido, un altercado de orden público en el Ayuntamiento que precisase de la intervención policial para solucionarlo. Y hay que remontarse al infausto gilismo para recordar controles de entrada en los edificios públicos. ¿Entonces? ¿Por qué se limita el libre acceso a las instalaciones municipales?
La respuesta es muy fácil, además del incidente de esta semana, que refleja las ganas de un enchufado y pelota de congraciarse con El Jefe, se pretende transmitir un mensaje ideológico: Más allá de la democracia y la soberanía popular importa el principio de autoridad. Se le antoja al alcalde que ahí no entra nadie sin enseñar los papeles, y sus santos cojones imponen su voluntad. Saltándose los principios más elementales adopta una norma alejada del sentido común, de las necesidades de la administración y del mínimo respeto a sus conciudadanos.
Pero es lo que hemos querido, alcaldes filofascistas que invitan a sus amigotes a la zarzuela y a los toros, que expulsarían a los “rojos” –y a los verdes– del pueblo y a los que lo de “libertad, igualdad y solidaridad” les da asco. Vamos como los cangrejos, y seguro que algún sabio, pariente del funcionario pelota, añora el “cangrejo” falangista de la Torre del Reloj.