Hace ahora casi 20 años que la gestión de la Iglesia Católica sobre lo que fue la herencia Nadal-Guerrero hizo que 5.000 millones de pesetas terminasen en el limbo. Poco después el limbo fue eliminado por la decisión del dirigente vaticano que trata sobre estos asuntos, así que los esteponeros jamás sabremos qué pasó con aquellos tan terrenales millones.
El resto de la herencia se entregó a diversos bancos a cambio de dineros que para nosotros –cristianos, musulmanes, agnósticos y ateos– están en el mismo y desconocido limbo. La práctica totalidad de la famosa herencia pasó a depender de esos señores tan generosos que mandan en las entidades bancarias y, tras otras transmisiones, en esos ejemplares ciudadanos que desde la nada erigen imperios económicos de dudosa legalidad y de absoluta inmoralidad social.
Hace poco hemos conocido, por informaciones de la propia comunidad católica, que el Obispado de Málaga usa recursos de aquella herencia para obras que no son amores, sino buenas razones para el cabreo generalizado de su parroquia.
Es cierto que en la Iglesia hay ciudadanos ejemplares. Entregados a los demás, empeñados en labores sociales permanentes. Ayudando a los más pobres, a los marginados, a los excluidos. De forma generosa, dedicando esfuerzo y recursos para cumplir lo que sus creencias exigen a todos los cristianos.
Y también es cierto que sus dirigentes están podridos desde hace siglos. Hace décadas aparcaron las buenas intenciones del Vaticano II y acumulan riquezas, poder político y terrenal como siempre, favoreciendo a los ricos. Esos que no caben por el ojo de una aguja.
En Estepona tenemos un alcalde nacional-católico, como todos los del PP, y un dirigente socialista que piensa que asistir a misa es “preceptivo” para los representantes del pueblo. Cómo nos vamos a extrañar si entre ambos han regalado a lo peor de esa institución terrenos públicos para que la Iglesia siga ampliando su negocio educativo y propagandístico que, para más INRI, financiará “nuestra” herencia. Si uno no fuese pacifista, ¿a que sería para liarse a hostias?
El resto de la herencia se entregó a diversos bancos a cambio de dineros que para nosotros –cristianos, musulmanes, agnósticos y ateos– están en el mismo y desconocido limbo. La práctica totalidad de la famosa herencia pasó a depender de esos señores tan generosos que mandan en las entidades bancarias y, tras otras transmisiones, en esos ejemplares ciudadanos que desde la nada erigen imperios económicos de dudosa legalidad y de absoluta inmoralidad social.
Hace poco hemos conocido, por informaciones de la propia comunidad católica, que el Obispado de Málaga usa recursos de aquella herencia para obras que no son amores, sino buenas razones para el cabreo generalizado de su parroquia.
Es cierto que en la Iglesia hay ciudadanos ejemplares. Entregados a los demás, empeñados en labores sociales permanentes. Ayudando a los más pobres, a los marginados, a los excluidos. De forma generosa, dedicando esfuerzo y recursos para cumplir lo que sus creencias exigen a todos los cristianos.
Y también es cierto que sus dirigentes están podridos desde hace siglos. Hace décadas aparcaron las buenas intenciones del Vaticano II y acumulan riquezas, poder político y terrenal como siempre, favoreciendo a los ricos. Esos que no caben por el ojo de una aguja.
En Estepona tenemos un alcalde nacional-católico, como todos los del PP, y un dirigente socialista que piensa que asistir a misa es “preceptivo” para los representantes del pueblo. Cómo nos vamos a extrañar si entre ambos han regalado a lo peor de esa institución terrenos públicos para que la Iglesia siga ampliando su negocio educativo y propagandístico que, para más INRI, financiará “nuestra” herencia. Si uno no fuese pacifista, ¿a que sería para liarse a hostias?
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