lunes, marzo 28, 2011

Nuevos tiempos

Publicado en Estepona Información el 26/03/2011

Ya no tenemos en el horizonte aquellos cambios profundos que algunos augurábamos. Los tenemos sobre nuestras cabezas, aplastándonos con la contundencia de los hechos consumados. A la crisis del mercado inmobiliario de tanto impacto en la localidad y la crisis financiera que ha golpeado a todo el primer mundo se nos viene encima la crisis energética.

Aunque era previsible, ya que conocíamos el fin de la era del petróleo por la propia naturaleza finita de las reservas, la crisis energética se nos acelera por los conflictos n el mundo árabe y la catástrofe de Fukushima, que obligará a reconocer a la energía nuclear como indeseable para la humanidad. Por la peligrosidad e imposible dominio de la producción y control de los residuos y porque el uranio también se acaba.

Así, el mundo camina a una transición energética para la que la codicia de las grandes corporaciones y la ceguera intencionada de nuestros gobernantes no nos han preparado. A estas alturas no hay opciones posibles sino que nos toca asumir que el mundo del despilfarro y el derroche ha terminado.

Abocados al decrecimiento y obligados por la propia tierra a potenciar el uso de las energías renovables y no favorecedoras del calentamiento global, tenemos que sacudirnos de encima el pesimismo que, comprensiblemente, muchos albergaremos y ver la crisis como una oportunidad de caminar hacia un futuro mejor.

Es la hora verde, ya no podemos creernos que la riqueza consiste en la acumulación de bienes inútiles ni el consumo infinito y derrochador. Nos toca, y hay que ir acostumbrándose a ello, reducir y reutilizar incluso antes que reciclar.

Los esteponeros también estamos destinados, quizá antes que otros lugares por nuestros pasados pecados, a intentar acomodarnos a la nueva situación. Fomentar que nuestra tierra vuelva a ser generadora de alimentos como antaño, evitando traslados innecesarios de productos de primera necesidad, no es por nuestra parte una propuesta electoral, sino el reconocimiento de esos nuevos tiempos que otros, los que nos han empujado hasta aquí, persisten en negar.

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