Que la decisión de participar de forma armada en el conflicto libio es controvertida no tiene ninguna duda. En el seno de mi movimiento político he mantenido discrepancias con mis compañeros sobre la conveniencia o no de esta intervención militar. Argumentos a favor y en contra de la aplicación de la resolución 1973 los hay y todos ellos de gran peso.
En lo que todos coincidimos es en la hipocresía de nuestros gobernantes. Cualquier persona, incluso desde las posiciones más alejadas de mi propia visión, tiene que reconocer que la respuesta de la comunidad internacional es variada según el interés de los países y las grandes corporaciones económicas.
En nuestra zona disfrutamos de dos ejemplos claros de la perversa vara de medir que usan los poderosos lobbys económicos y políticos cuando de dinero se trata y el escaso respeto que se tiene a los derechos humanos, oscurecido siempre por el derecho a llenar el bolsillo de unos cuantos privilegiados.
La familia del dictador Gadaffi es propietaria de unos territorios inmensos en el entorno de lo que debería ser Parque Nacional de las Sierras Bermejas Malagueñas. La autoridad andaluza tenía previsto para justo antes del conflicto cerrar un multimillonario negocio con la que hoy se nos presenta como sanguinaria familia y hasta hace unos días era un deseado y honrado inversor extranjero. Parece que el embargo internacional puede favorecer la conservación de esos territorios aunque seguro que algunos funcionarios y políticos están tirándose de los pelos por la oportunidad de negocio perdida.
Y en Estepona hemos visto también como se negoció, sin ningún escrúpulo ético, con otro sanguinario dictador, el Rey de Arabia Saudí. Sanguinario dictador para aquellos que detestamos la pena de muerte, la discriminación de las mujeres, el esclavismo o las dictaduras. Que para nuestro Alcalde y sus concejales también era “un honrado inversor extranjero”. En este caso, nos tememos, no veremos una intervención de la ONU defendiendo a los habitantes de Arabia. A esos, que les vayan dando, que el petróleo está asegurado.
En lo que todos coincidimos es en la hipocresía de nuestros gobernantes. Cualquier persona, incluso desde las posiciones más alejadas de mi propia visión, tiene que reconocer que la respuesta de la comunidad internacional es variada según el interés de los países y las grandes corporaciones económicas.
En nuestra zona disfrutamos de dos ejemplos claros de la perversa vara de medir que usan los poderosos lobbys económicos y políticos cuando de dinero se trata y el escaso respeto que se tiene a los derechos humanos, oscurecido siempre por el derecho a llenar el bolsillo de unos cuantos privilegiados.
La familia del dictador Gadaffi es propietaria de unos territorios inmensos en el entorno de lo que debería ser Parque Nacional de las Sierras Bermejas Malagueñas. La autoridad andaluza tenía previsto para justo antes del conflicto cerrar un multimillonario negocio con la que hoy se nos presenta como sanguinaria familia y hasta hace unos días era un deseado y honrado inversor extranjero. Parece que el embargo internacional puede favorecer la conservación de esos territorios aunque seguro que algunos funcionarios y políticos están tirándose de los pelos por la oportunidad de negocio perdida.
Y en Estepona hemos visto también como se negoció, sin ningún escrúpulo ético, con otro sanguinario dictador, el Rey de Arabia Saudí. Sanguinario dictador para aquellos que detestamos la pena de muerte, la discriminación de las mujeres, el esclavismo o las dictaduras. Que para nuestro Alcalde y sus concejales también era “un honrado inversor extranjero”. En este caso, nos tememos, no veremos una intervención de la ONU defendiendo a los habitantes de Arabia. A esos, que les vayan dando, que el petróleo está asegurado.
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