viernes, diciembre 03, 2010

Quimera

Publicado en Estepona Información el 27/11/2010

A estas alturas de la película los partidos políticos de la localidad insisten en el mismo lenguaje, las mismas recetas. Aún reconociendo la caducidad de un sistema económico basado en el ladrillo, no hay manera de sacarles más que promesas de “inversores” interesados exclusivamente en lo que se ha demostrado como ineficaz y empobrecedor.

Del análisis del convenio con los propietarios de los terrenos de la Herencia Nadal Guerrero se desprende que nadie ha intentado tan siquiera preguntarse por otras alternativas de actividad económica. Estamos ante un documento que consagra el negocio urbanístico como el único posible en nuestra localidad. El convenio, que no tiene nada que ver con ninguna futura universidad en la localidad, establece pasos para la ordenación de una parte muy importante del territorio siendo ajeno tanto a una visión completa y compleja del término municipal como a la propia realidad económica.

Preparar el terreno para la construcción de seis mil viviendas que deberían alojar, si para eso fuesen concebidas, a veinticuatro mil esteponeros inexistentes es la única intención del documento. Ficticia intención que ignora el parque de viviendas vacías de la localidad, el desplome del mercado inmobiliario y las capacidades de la tierra para absorber tan tremendo impacto destructor.

Sin embargo, y conocida la filosofía de nuestros gobernantes, nos queda esperar que los partidos políticos tradicionales aprueben el documento alegando la creación de puestos de trabajo y la revitalización de la vida económica con la creación de la también imaginaria universidad esteponera. Ninguno de ellos recordará que la construcción es el más efímero de los negocios y el que mayor capacidad de destrucción tiene de nuestros auténticos tesoros económicos, nuestros campos y nuestras playas.

Hay que lamentar nuevamente que el interés electoral haya precipitado la firma y puesta en escena de un convenio tan falso como los anteriores y que juega con la ilusión de los trabajadores afectados por el paro y el de la población aún pendiente de la quimera universitaria.

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