Prometí evitar el trapicheo de la politiquilla en esta columna y aportar propuestas en positivo para una Estepona necesitada de lo segundo y hastiada de lo primero. Sin embargo reconocerán que cuesta abstraerse del batiburrillo de los políticos de cuarta categoría que nos representan y los advenedizos que pretenden hacerlo.
El ruido provocado por la demagogia y la descalificación gratuita pretende colocar en segundo plano la situación que vive la ciudad para colocar de forma visible el rostro de un Salvador, el victimismo de otro o la sonrisa malévola de los que ven el espectáculo desde la privilegiada barrera que les da un acta de concejal que detentan pese a estar investigados por graves delitos.
Tengo que criticar la posición de un PP que lleva dos años empeñado en obstruir la acción de gobierno y que jamás ha mantenido una posición leal con la institución municipal. No era su obligación participar de ningún gobierno municipal encabezado por el PSOE, pero también es cierto que disponía de elementos suficientes para colaborar en evitar la desintegración intencionada de cualquier posibilidad de futuro. Manifestando gran cobardía política no fue capaz de encabezar una moción de censura para la que contaba con votos suficientes en las filas de los imputados por corrupción, sus aliados estratégicos. Pero eso le pondría en la tesitura de gobernar y no en la estrategia destructiva con la que pretenden ganar las próximas elecciones.
Peor aún que la actitud del PP, es la mantenida por el débil David Valadez. Valiente y honrado en lo personal, entregado, cobarde, obtuso y desgraciado en lo político. Absurdamente esclavo de un PSOE que no le representa en sus valores sino que pertenece ideológicamente a la cultura de los herederos del pelotazo que iniciaron González y Solchaga y tan bien representada en Estepona por Barrientos, Flores y casi todos de su partido. Por cobardía no propició la disolución de la corporación y ha sido rehén de tránsfugas, pseudo izquierdistas y traidores a su causa. Pero, aunque lo parezca, nada de todo esto es culpa de un puñado de locos.
El ruido provocado por la demagogia y la descalificación gratuita pretende colocar en segundo plano la situación que vive la ciudad para colocar de forma visible el rostro de un Salvador, el victimismo de otro o la sonrisa malévola de los que ven el espectáculo desde la privilegiada barrera que les da un acta de concejal que detentan pese a estar investigados por graves delitos.
Tengo que criticar la posición de un PP que lleva dos años empeñado en obstruir la acción de gobierno y que jamás ha mantenido una posición leal con la institución municipal. No era su obligación participar de ningún gobierno municipal encabezado por el PSOE, pero también es cierto que disponía de elementos suficientes para colaborar en evitar la desintegración intencionada de cualquier posibilidad de futuro. Manifestando gran cobardía política no fue capaz de encabezar una moción de censura para la que contaba con votos suficientes en las filas de los imputados por corrupción, sus aliados estratégicos. Pero eso le pondría en la tesitura de gobernar y no en la estrategia destructiva con la que pretenden ganar las próximas elecciones.
Peor aún que la actitud del PP, es la mantenida por el débil David Valadez. Valiente y honrado en lo personal, entregado, cobarde, obtuso y desgraciado en lo político. Absurdamente esclavo de un PSOE que no le representa en sus valores sino que pertenece ideológicamente a la cultura de los herederos del pelotazo que iniciaron González y Solchaga y tan bien representada en Estepona por Barrientos, Flores y casi todos de su partido. Por cobardía no propició la disolución de la corporación y ha sido rehén de tránsfugas, pseudo izquierdistas y traidores a su causa. Pero, aunque lo parezca, nada de todo esto es culpa de un puñado de locos.
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