Todavía hay por ahí quién va proclamando su inocencia a voz en grito, indignado de que se le acuse por denuncias que llama falsas, haciendo gala de un exarcebado esteponismo que le convierte a su parecer en el mejor alcalde de la historia de Estepona. Mejor aún que el ya fallecido falangista Angel Farinós, que ya es decir.
Sin embargo, yo estoy en condiciones de afirmar que de inocente tiene exactamente lo mismo que los santos del día 28 de diciembre: Su infantilismo y su escasa capacidad intelectual, aunque en este caso no sea disculpable por su corta edad.
No cabe duda que él y sus secuaces son culpables de hundir a la ciudad en la más profunda de las miserias, de la que no sabremos cuándo saldremos y que seguro nos dejará secuelas durante décadas posiblemente.
Él y su banda son culpables de la contratación irresponsable de seguidores “políticos”, personas tan alejadas del noble oficio de la política como ellos mismos, pues tan sólo estaban interesadas en sus propias miserias personales. También lo son por sostener a inútiles que ni siquiera aparecían por su puesto de trabajo, y no me refiero tan sólo al famoso caso de la concejala del pueblo vecino. Culpables de gastar el dinero de los vecinos en oropeles y fantasías destinadas a satisfacer sus más bajos instintos megalomaníacos.
Hoy la ciudad se encuentra dividida, gobernada por un grupo incapaz de hacer su trabajo y constituido por incapaces que tienen en la oposición a más incapaces y tan culpables como ellos mismos. Mientras, agoniza una estructura económica exclusivamente diseñada para el beneficio inmediato del especulador inmobiliario y su particular garrapata, el político corrupto.
El mejor alcalde de la historia contribuyó a que nos quedase para el futuro un parque de viviendas vacías, un importante número de promociones en esqueleto, miles de ciudadanos en el paro, un ayuntamiento en la bancarrota y una clase política absolutamente desacreditada. Respecto a los delitos serán los jueces quienes se pronuncien, respecto a su desgobierno mi veredicto es claro, culpable, sin eximente alguna.
Sin embargo, yo estoy en condiciones de afirmar que de inocente tiene exactamente lo mismo que los santos del día 28 de diciembre: Su infantilismo y su escasa capacidad intelectual, aunque en este caso no sea disculpable por su corta edad.
No cabe duda que él y sus secuaces son culpables de hundir a la ciudad en la más profunda de las miserias, de la que no sabremos cuándo saldremos y que seguro nos dejará secuelas durante décadas posiblemente.
Él y su banda son culpables de la contratación irresponsable de seguidores “políticos”, personas tan alejadas del noble oficio de la política como ellos mismos, pues tan sólo estaban interesadas en sus propias miserias personales. También lo son por sostener a inútiles que ni siquiera aparecían por su puesto de trabajo, y no me refiero tan sólo al famoso caso de la concejala del pueblo vecino. Culpables de gastar el dinero de los vecinos en oropeles y fantasías destinadas a satisfacer sus más bajos instintos megalomaníacos.
Hoy la ciudad se encuentra dividida, gobernada por un grupo incapaz de hacer su trabajo y constituido por incapaces que tienen en la oposición a más incapaces y tan culpables como ellos mismos. Mientras, agoniza una estructura económica exclusivamente diseñada para el beneficio inmediato del especulador inmobiliario y su particular garrapata, el político corrupto.
El mejor alcalde de la historia contribuyó a que nos quedase para el futuro un parque de viviendas vacías, un importante número de promociones en esqueleto, miles de ciudadanos en el paro, un ayuntamiento en la bancarrota y una clase política absolutamente desacreditada. Respecto a los delitos serán los jueces quienes se pronuncien, respecto a su desgobierno mi veredicto es claro, culpable, sin eximente alguna.
1 comentario:
por mucho que digan, yo se exactamente a quien te refieres en este articulo, jeje.
Saludos.
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