Estoy muy contento porque algo tan grande, tan majestuoso, tan rojo y tan verde
como la Sierra Bermeja sea una semana más actualidad en nuestro pueblo. Esta
semana la prensa se ha hecho eco de dos avances científicos que anunció el
profesor José Gómez Zotano durante la presentación de la campaña “Sierra
Bermeja, naturalmente, Parque Nacional”. El hallazgo de una cuenca acuática
cerrada en las cumbres de Sierra Palmitera y la constatación de que esa zona
estuvo poblada por pinsapos en tiempos pasados.
Esto ha pasado pocos
días después del apoyo prestado por la Diputación Provincial de Málaga a la
declaración de Parque Nacional para nuestra montaña, en un acto que solo cabe
calificar como de justicia. La moción, presentada por el concejal casareño de
IU-Para la Gente Guzmán Ahumada, fue aceptada unánimemente por todos los
miembros de la corporación provincial.
Recalco la unanimidad en el apoyo
de la moción para resaltar que lo fue todos los grupos políticos presentes,
incluido el del Partido Popular. Aunque aquí, y solo por analogía inversa,
podríamos parafrasear aquello tan conocido de Goscinny “¿Todos? No, porque una
pequeña aldea resiste y siempre resistirá”.
Tenemos en Estepona el claro
ejemplo de empecinamiento anti Parque Nacional. En el Pleno Municipal de
Estepona de este pasado jueves, y ante una pregunta de otro concejal de IU Para
la Gente, Valentín Berrocal, nuestro Alcalde contestó con un “apoyaremos siempre
que no cueste dinero el Parque Nacional”. Y se quedó tan pancho, obviando el
apoyo de su partido a nivel provincial pero sobre todo obviando el interés que
para el pueblo que dice trabajar tiene la declaración de protección. Como habrán
observado, aquí se acaba el parecido entre nuestro alcalde y un luchador contra
la injusticia como el pequeño Asterix, y aunque tragón insaciable, tampoco es un
bonachón inocente como Obelix.
Porque nuestro Alcalde, centrado como
está en el modelo productivo del ladrillo, origen de su inmensa fortuna, no ve
la Sierra más que como una inmensa tarta para devorar con un único
aprovechamiento: el especulativo inmobiliario. Y eso le impide ver cómo se
transforman para bien las comunidades que forman parte de estos espacios
naturales. Aunque las actividades económicas asociadas a un Parque Nacional
tienen el grave defecto de ser colectivas, de crecimiento lento aunque
constante, socialmente diversificadas y de beneficios a medio y largo plazo.
Nada que ver con la inmediatez del negocio urbanístico al que está
acostumbrado.
Para enmascarar su verdadero interés es tan poco honesto
con sus vecinos que alude a la austeridad municipal aquel que no ha tenido
reparo en comprar un busto del Sr. Borbón Grecia por 14.000 €, o invertir en
equipamientos tan fracasados como el Orquidario o el Museo Garó. De estos dos
inventos no conocemos el coste, pero sí las falsas estadísticas que se inventan
para justificar su megalomanía o el trato de favor a los amigos.
Porque
no se creerán las cifras publicadas de visitantes al Orquidario. Según el
Ayuntamiento desde su apertura el 29 de marzo, han entrado ¡200.000 personas!.
Si así fuese, durante cada día que ha estado abierto han pasado una media de
1075 personas por la instalación. Todos los días, de martes a domingo, más de
mil personas han colapsado la calle Terraza y alrededores para entrar de 75 en
75 personas cada media hora.
Por cierto, ¿alguien se acuerda del Museo
Garó y el tráfico inmenso de visitantes que iba a generar? ¿Cuántos millones se
han generado para la localidad con una colección artística que podía eclipsar la
Thyssen y el Picasso juntos? ¿Cuánto nos cuesta a nosotros? ¿Dónde está Ángel
Garó?
PS: No he olvidado lo que ha pasado en París, esa ciudad que en
solo dos visitas me atrapó para siempre. Y ante esos terribles asesinatos,
siento un dolor inmenso por las víctimas y sus allegados. Un dolor muy parecido
al que tenemos todos cuando la muerte injusta nos golpea tan cerca y que se
repite por muchos rincones del mundo. Solo los malvados no pueden sentir
compasión ante crímenes tan horrendos. No me considero uno de ellos, y por eso,
además, no puedo evitar el sentimiento de culpa por no haber hecho mi parte en
evitar tanta injusticia. Tanta sangre inocente, tantos trabajadores y
trabajadoras, niños y ancianos que caen cada día bajo el fuego y la metralla. No
me siento responsable de los atentados de París, que repudio absolutamente, pero
sí que quiero pedir perdón por la sangre derramada en Siria, Irak, Afghanistán,
Libia, Palestina y tantos otros lugares en los que la fuerza criminal de las
potencias occidentales masacra diariamente en nombre de un dios más poderoso que
ninguno: el dinero. Ciudadanos del mundo, víctimas del imperialismo, perdonadme
por no haber conseguido derrocar estos gobiernos asesinos.
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