La tramitación del ERE en nuestro Ayuntamiento ha puesto en evidencia algo que
ya esperábamos algunos los que conocemos la extracción social y los antecedentes
de la plantilla municipal. No podíamos esperar solidaridad de aquellos que
llegaron a su puesto en la administración local por la puerta trasera, después
de hacer la pelota o recomendados por cualquiera de las múltiples familias
políticas que en la Casa Grande están presentes.
Así, esperaba que los presuntamente afortunados por no estar en la lista de despidos agacharían la cabeza hasta la altura del culo de su superior más cercano para evitar que un mal gesto les colocase a ellos también en la picota. También suponía que ese sería el comportamiento mayoritario de los incluidos en el expediente, por si la Diosa Fortuna les apartaba la guadaña del cuello. Y, cómo no, suponía que aquellos que se creen superiores, “funcionarios de carrera”, mirarían para otro lado, como siempre que no se les tocaba el bolsillo han hecho.
Todo eso ha pasado. El comportamiento solidario ha sido el gran derrotado en estas semanas de tramitación del ERE. Con honrosas excepciones afortunadamente. Ni siquiera los mismos afectados, pronto en las filas del paro, han hecho nada para cambiar el destino marcado políticamente por nuestro nefasto alcalde, El Notario. Solo unos cuantos de los incluidos en el ERE, un puñado de sindicalistas y otro de trabajadores orgullosos de su condición han salido a las calles a defender lo que esconde una operación de limpieza ideológica que expulsa a personas válidas mientras mantiene a presuntos corruptos y dóciles empleados en el interior del Ayuntamiento.
Salvo ese puñado de compañeros solidarios, nadie, ni los politiquillos que les contrataron, ni sus vecinos, ni los que compartieron con ellos mesa o taller han levantado la voz para quejarse.
Con todo, lo peor ha sido la actitud de esos que quedan en la radio televisión. Han demostrado no valer nada, son desechos de esta sociedad, capaces de esconder la verdad mientras se arrastran sin vergüenza detrás del poderoso. Son la voz de su amo.
Así, esperaba que los presuntamente afortunados por no estar en la lista de despidos agacharían la cabeza hasta la altura del culo de su superior más cercano para evitar que un mal gesto les colocase a ellos también en la picota. También suponía que ese sería el comportamiento mayoritario de los incluidos en el expediente, por si la Diosa Fortuna les apartaba la guadaña del cuello. Y, cómo no, suponía que aquellos que se creen superiores, “funcionarios de carrera”, mirarían para otro lado, como siempre que no se les tocaba el bolsillo han hecho.
Todo eso ha pasado. El comportamiento solidario ha sido el gran derrotado en estas semanas de tramitación del ERE. Con honrosas excepciones afortunadamente. Ni siquiera los mismos afectados, pronto en las filas del paro, han hecho nada para cambiar el destino marcado políticamente por nuestro nefasto alcalde, El Notario. Solo unos cuantos de los incluidos en el ERE, un puñado de sindicalistas y otro de trabajadores orgullosos de su condición han salido a las calles a defender lo que esconde una operación de limpieza ideológica que expulsa a personas válidas mientras mantiene a presuntos corruptos y dóciles empleados en el interior del Ayuntamiento.
Salvo ese puñado de compañeros solidarios, nadie, ni los politiquillos que les contrataron, ni sus vecinos, ni los que compartieron con ellos mesa o taller han levantado la voz para quejarse.
Con todo, lo peor ha sido la actitud de esos que quedan en la radio televisión. Han demostrado no valer nada, son desechos de esta sociedad, capaces de esconder la verdad mientras se arrastran sin vergüenza detrás del poderoso. Son la voz de su amo.
