Publicado en Estepona Información el 22/10/2011
Alguno me dirá exagerado cuando comparo a Charles Chaplin interpretando a Heynkel en “El Gran Dictador” con el pequeño dictadorzuelo instalado en el Ayuntamiento de Estepona. Sí, Chaplin y su personaje no se merecen tan desafortunada comparación.
Pero es que ayer, durante el pleno municipal, tuve la imagen de Chaplin y su bigotito con la manita derecha levantada mientras me contaban el lamentable episodio protagonizado, una vez más, por nuestro aprendiz de Führer.
Bien sabe Juan Manuel Rodríguez que no soy precisamente seguidor de sus políticas ni de sus formas. Y mucho menos puedo aplaudir un pasado tan ligado a esa “famiglia” de delincuentes que encabezó Gil Gil. Lo que sucede es que lo cortés no quita lo valiente. El “Titi” es representante legítimo de la voluntad popular y su voz, aunque a veces no nos agrade, merece ser oída en el foro democrático que debiera ser el Salón de Plenos del Ayuntamiento.
En un día en el que el gobierno de los populares destrozaba con el rodillo de sus concejales -disciplinados, obedientes y brazo en alto- la gestión pública de servicios básicos municipales o cedía de forma gratuita suelo público para una empresa privada el protagonismo del pleno lo ganó un acomplejado politiquillo que suple su falta de cintura y su nulo sentido del humor con un poder que usa mucho más allá del mandato democrático que le transfirió la ciudadanía.
Porque nunca le dijo nadie que ganar las elecciones con mayoría absoluta le permitiese abusar de ella, impedir el debate democrático o alterarse personalmente cuando recibía una crítica política. Y eso suponiendo y aceptando que Juan Manuel Rodríguez no estuviese afortunado con su forma de expresarse. Ni aun así es tolerable la expulsión del Pleno de uno de sus representantes que no alteró el orden público más que en el incomprensible imaginario del que cree ser primus inter pares cuando no es más que un humilde alcalde de pueblo.
En capilla de las elecciones generales, esperemos que la marea azul que en Estepona representa este personaje, Heynkel redivivo, no se extienda al resto del Estado.
Pero es que ayer, durante el pleno municipal, tuve la imagen de Chaplin y su bigotito con la manita derecha levantada mientras me contaban el lamentable episodio protagonizado, una vez más, por nuestro aprendiz de Führer.
Bien sabe Juan Manuel Rodríguez que no soy precisamente seguidor de sus políticas ni de sus formas. Y mucho menos puedo aplaudir un pasado tan ligado a esa “famiglia” de delincuentes que encabezó Gil Gil. Lo que sucede es que lo cortés no quita lo valiente. El “Titi” es representante legítimo de la voluntad popular y su voz, aunque a veces no nos agrade, merece ser oída en el foro democrático que debiera ser el Salón de Plenos del Ayuntamiento.
En un día en el que el gobierno de los populares destrozaba con el rodillo de sus concejales -disciplinados, obedientes y brazo en alto- la gestión pública de servicios básicos municipales o cedía de forma gratuita suelo público para una empresa privada el protagonismo del pleno lo ganó un acomplejado politiquillo que suple su falta de cintura y su nulo sentido del humor con un poder que usa mucho más allá del mandato democrático que le transfirió la ciudadanía.
Porque nunca le dijo nadie que ganar las elecciones con mayoría absoluta le permitiese abusar de ella, impedir el debate democrático o alterarse personalmente cuando recibía una crítica política. Y eso suponiendo y aceptando que Juan Manuel Rodríguez no estuviese afortunado con su forma de expresarse. Ni aun así es tolerable la expulsión del Pleno de uno de sus representantes que no alteró el orden público más que en el incomprensible imaginario del que cree ser primus inter pares cuando no es más que un humilde alcalde de pueblo.
En capilla de las elecciones generales, esperemos que la marea azul que en Estepona representa este personaje, Heynkel redivivo, no se extienda al resto del Estado.
2 comentarios:
Humilde es el mejor calificativo que se le puede dar a una persona. No creo que tu alcalde lo sea
Humilde es el puesto, no el que lo ostenta.
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