De todo lo relacionado con la subrogación de los trabajadores de las empresas municipales lo que más llama la atención al observador es la aparente facilidad con la que han conseguido convencer a los sindicatos y las asambleas de trabajadores, plegadas con extremada facilidad a los deseos del equipo de gobierno del ultraderechista Notario.
Aunque se ha presentado como muestra de la responsabilidad de todos en asumir la difícil situación económica que atraviesa el ayuntamiento, no hay que olvidar que el Notario, haciendo uso de su ya conocida mano de hierro para con los más débiles, tenía a la masa salarial acogotada, “o firmáis o no cobráis”.
Viciada la negociación colectiva tras esta intolerable y antidemocrática forma de proceder no llegamos a entender la sumisión colectiva de los trabajadores que no han soportado ni tan siquiera dos semanas de retraso en el abono de las nóminas para plegarse sin más a los deseos del alcalde. Cierto es que no todo el mundo disfruta de jugosos beneficios en entidades privadas de la construcción y hostelería como nuestro benefactor Notario, pero también es de lamentar la escasa capacidad de sacrificio de la “clase trabajadora”, que humilla la testuz al primer latigazo sin apenas más que un triste mugido complaciente.
No sabemos hacia dónde les lleva este proceso aunque sí que hay dudas más que razonables de que sea a buen puerto. Ni la estabilidad laboral ni el cobro de haberes está garantizado con una chapucera medida que permite el abuso de unas decenas de privilegiados políticos que seguirán disfrutando de posiciones ventajosas y a una población que seguirá padeciendo de una plantilla municipal que no cumple ni de lejos con los principios de la economía de medios, la igualdad de oportunidades y el mérito de sus miembros.
Cabe recordar en este triste proceso, el origen de gran parte de la actual plantilla municipal. Casi todos accedieron a su puesto de trabajo tras mendigar en las puertas de los partidos políticos en lugar de pelear por sus derechos en buena lid. Quizá tengan lo que se merecen.
Aunque se ha presentado como muestra de la responsabilidad de todos en asumir la difícil situación económica que atraviesa el ayuntamiento, no hay que olvidar que el Notario, haciendo uso de su ya conocida mano de hierro para con los más débiles, tenía a la masa salarial acogotada, “o firmáis o no cobráis”.
Viciada la negociación colectiva tras esta intolerable y antidemocrática forma de proceder no llegamos a entender la sumisión colectiva de los trabajadores que no han soportado ni tan siquiera dos semanas de retraso en el abono de las nóminas para plegarse sin más a los deseos del alcalde. Cierto es que no todo el mundo disfruta de jugosos beneficios en entidades privadas de la construcción y hostelería como nuestro benefactor Notario, pero también es de lamentar la escasa capacidad de sacrificio de la “clase trabajadora”, que humilla la testuz al primer latigazo sin apenas más que un triste mugido complaciente.
No sabemos hacia dónde les lleva este proceso aunque sí que hay dudas más que razonables de que sea a buen puerto. Ni la estabilidad laboral ni el cobro de haberes está garantizado con una chapucera medida que permite el abuso de unas decenas de privilegiados políticos que seguirán disfrutando de posiciones ventajosas y a una población que seguirá padeciendo de una plantilla municipal que no cumple ni de lejos con los principios de la economía de medios, la igualdad de oportunidades y el mérito de sus miembros.
Cabe recordar en este triste proceso, el origen de gran parte de la actual plantilla municipal. Casi todos accedieron a su puesto de trabajo tras mendigar en las puertas de los partidos políticos en lugar de pelear por sus derechos en buena lid. Quizá tengan lo que se merecen.
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