Es muy probable que pronto se confirme la noticia de las demandas judiciales presentadas por altos cargos del gobierno anterior ante la Magistratura de Trabajo. De ser así, aunque no nos sorprendería sí que nos haría crecer un puntito más, si fuese posible, nuestro ya elevado grado de indignación.
No es nada nuevo el que un grupo de políticos caraduras intenten consolidar como laboral una relación basada exclusivamente en la voluntad de los gobernantes por criterios que debieron ser del interés público. Sin embargo, se demuestra cotidianamente que el único interés que primaba tanto a unos como a otros era exclusivamente privado.
En el Ayuntamiento de Estepona hace décadas que soportamos la utilización de unas empresas municipales instrumentales que han servido para el pago de favores a militantes de los partidos, escapando al mecanismo de la administración pública y escamoteando a los ciudadanos la posibilidad de acceder un puesto de trabajo en condiciones de igualdad.
Riza el rizo la poca vergüenza y cara dura de los que, a sabiendas de su condición de políticos, pretenden ahora ampararse en contratos celebrados desde el inicio con la intención de que fuesen denunciables y abonando el terreno para estas demandas que, casi indefectiblemente, consiguen ganar en las audiencias laborales.
Vaya desde aquí mi desprecio y el de mis conciudadanos para esos que ejerciendo labores políticas de confianza pretenden engancharse a la teta pública sin el mínimo decoro y demostrando carencia de valores democráticos y ni tan siquiera humanos.
Sin embargo, señor Notario, súmese usted a mi desprecio por el chantaje, vil y despreciable, al que ha sometido al conjunto de los trabajadores municipales. Con la distancia que le da el saberse millonario está manipulando de forma intolerable a limpiadoras, jardineros, auxiliares administrativos, mecánicos y conserjes. Intuimos que en su casa no falta jamón ni caviar, aunque puede que la indignación a la que contribuye haga cambiar para siempre el estado de las cosas. No se sienta seguro en su posición de privilegio.
No es nada nuevo el que un grupo de políticos caraduras intenten consolidar como laboral una relación basada exclusivamente en la voluntad de los gobernantes por criterios que debieron ser del interés público. Sin embargo, se demuestra cotidianamente que el único interés que primaba tanto a unos como a otros era exclusivamente privado.
En el Ayuntamiento de Estepona hace décadas que soportamos la utilización de unas empresas municipales instrumentales que han servido para el pago de favores a militantes de los partidos, escapando al mecanismo de la administración pública y escamoteando a los ciudadanos la posibilidad de acceder un puesto de trabajo en condiciones de igualdad.
Riza el rizo la poca vergüenza y cara dura de los que, a sabiendas de su condición de políticos, pretenden ahora ampararse en contratos celebrados desde el inicio con la intención de que fuesen denunciables y abonando el terreno para estas demandas que, casi indefectiblemente, consiguen ganar en las audiencias laborales.
Vaya desde aquí mi desprecio y el de mis conciudadanos para esos que ejerciendo labores políticas de confianza pretenden engancharse a la teta pública sin el mínimo decoro y demostrando carencia de valores democráticos y ni tan siquiera humanos.
Sin embargo, señor Notario, súmese usted a mi desprecio por el chantaje, vil y despreciable, al que ha sometido al conjunto de los trabajadores municipales. Con la distancia que le da el saberse millonario está manipulando de forma intolerable a limpiadoras, jardineros, auxiliares administrativos, mecánicos y conserjes. Intuimos que en su casa no falta jamón ni caviar, aunque puede que la indignación a la que contribuye haga cambiar para siempre el estado de las cosas. No se sienta seguro en su posición de privilegio.
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