Que la derechona nos gobierna en Estepona no es algo que a estas alturas sorprenda a nadie. Nuestro Alcalde, el Notario como le gusta ser llamado, no ha hecho más que dar cumplidas muestras de absoluta falta de respeto a cualquier valor democrático.
Impone dentro de sus filas un férreo control a personal sus concejales, que más parecen meros ejecutores de órdenes que políticos con criterio propio y principios ideológicos y éticos. Ellos sabrán qué hacen obedeciendo ciegamente al personaje. Y traspasa, y ahí está lo grave, al resto de la sociedad esteponera sus formas, sus maneras dictatoriales y su exclusiva forma de entender la administración pública: Hace lo que le da la gana, “la calle es suya”, parafraseando al presidente de honor de su partido, el exministro de Franco Manuel Fraga.
El ultimátum planteado a los sindicatos municipales, obviando el carácter constitucional de la negociación colectiva, es otra muestra más de su carácter. Le importan tres pimientos los principios legales y constitucionales ya que se ha puesto como misión “sacar adelante” su propio proyecto a costa de lo que sea.
No seré yo el que niegue la necesidad urgente de acometer medidas respecto al principal problema de la gestión municipal: el desmesurado gasto en personal que estrangula cualquier posibilidad de gestión.
Sin embargo, jamás se me ocurriría resolverlo incrementando el salario de sus propios concejales. Tampoco me permitiría contratar a cargos de confianza multimillonarios y, ni muchísimo menos, cargar el problema de la plantilla municipal a los sindicatos amenazándoles, negándoles su carácter constitucional y poco más que acusándoles de los males que ellos mismos, también los del PP, contribuyeron a crear.
No me gustan las formas de este señor, el Notario, que ha comenzado su andadura concediendo favores a su amigote Garó y compatibiliza esa amabilidad con el desprecio a la democracia y las amenazas a los legítimos representantes de los trabajadores. Ni teniendo 17 concejales podemos permitir los esteponeros comportamientos dictatoriales. Ni del Notario ni de nadie.
Impone dentro de sus filas un férreo control a personal sus concejales, que más parecen meros ejecutores de órdenes que políticos con criterio propio y principios ideológicos y éticos. Ellos sabrán qué hacen obedeciendo ciegamente al personaje. Y traspasa, y ahí está lo grave, al resto de la sociedad esteponera sus formas, sus maneras dictatoriales y su exclusiva forma de entender la administración pública: Hace lo que le da la gana, “la calle es suya”, parafraseando al presidente de honor de su partido, el exministro de Franco Manuel Fraga.
El ultimátum planteado a los sindicatos municipales, obviando el carácter constitucional de la negociación colectiva, es otra muestra más de su carácter. Le importan tres pimientos los principios legales y constitucionales ya que se ha puesto como misión “sacar adelante” su propio proyecto a costa de lo que sea.
No seré yo el que niegue la necesidad urgente de acometer medidas respecto al principal problema de la gestión municipal: el desmesurado gasto en personal que estrangula cualquier posibilidad de gestión.
Sin embargo, jamás se me ocurriría resolverlo incrementando el salario de sus propios concejales. Tampoco me permitiría contratar a cargos de confianza multimillonarios y, ni muchísimo menos, cargar el problema de la plantilla municipal a los sindicatos amenazándoles, negándoles su carácter constitucional y poco más que acusándoles de los males que ellos mismos, también los del PP, contribuyeron a crear.
No me gustan las formas de este señor, el Notario, que ha comenzado su andadura concediendo favores a su amigote Garó y compatibiliza esa amabilidad con el desprecio a la democracia y las amenazas a los legítimos representantes de los trabajadores. Ni teniendo 17 concejales podemos permitir los esteponeros comportamientos dictatoriales. Ni del Notario ni de nadie.
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