Estos días he oído y leído críticas a mi presencia en la investidura del alcalde como uno más de los miembros del 15-M en Estepona. Sabiendo de donde vienen estas críticas me resbalan, que ya se sabe que no ofende quien quiere sino quien puede, pero creo que tengo que recordar a algunos quiénes son y quién soy yo.
Hay quien piensa que por haber sido candidato a las elecciones municipales en dos ocasiones soy un miembro más del establishment, un “político” tal como ellos lo entienden. Es decir, alguien que antepone el interés personal a lo público, capaz de pactar con el diablo y presto para engañar a los que le prestaron su confianza a las primeras de cambio.
¿Quién os habéis creído que soy? Si fuese así, como vosotros, habría militado en el PSOE o en el PP en lugar de llevar desde los catorce años, con el cadáver de Franco aún caliente, ligado a los movimientos por la democracia y la justicia social en este país.
Si fuese como vosotros disfrutaría de un cargo en el ayuntamiento obtenido de forma ilegal, saltándome todos los principios éticos para salvar mi estatus personal. No, no soy como vosotros, y por eso fui expulsado de Izquierda Unida, ese partido que se quiere apropiar del movimiento 15-M mientras se regocija en el fango del pactismo, el trapicheo y la corrupción.
Me preguntan qué hubiese pasado de haber optado a un puesto de concejal y también hay respuesta para eso. Después de renegar de la constitución del Borbón, que predica la desigualdad de las personas por razón de nacimiento, sexo y religión y que antepone el derecho a la propiedad privada al de la salud, la educación, la vivienda y el trabajo digno este representante popular habría abandonado el pleno para sumarse a aquellos que el sábado estaban a la puerta. Indignados con un sistema político que facilita una democracia secuestrada por el poder absoluto de banqueros y grandes empresarios.
No os enteráis de nada, la democracia no se construye cuando se mete una papeleta en la urna, sino peleando cada día por la justicia social y la libertad. No tengo nada que ver con vosotros y todo con los indignados.
Hay quien piensa que por haber sido candidato a las elecciones municipales en dos ocasiones soy un miembro más del establishment, un “político” tal como ellos lo entienden. Es decir, alguien que antepone el interés personal a lo público, capaz de pactar con el diablo y presto para engañar a los que le prestaron su confianza a las primeras de cambio.
¿Quién os habéis creído que soy? Si fuese así, como vosotros, habría militado en el PSOE o en el PP en lugar de llevar desde los catorce años, con el cadáver de Franco aún caliente, ligado a los movimientos por la democracia y la justicia social en este país.
Si fuese como vosotros disfrutaría de un cargo en el ayuntamiento obtenido de forma ilegal, saltándome todos los principios éticos para salvar mi estatus personal. No, no soy como vosotros, y por eso fui expulsado de Izquierda Unida, ese partido que se quiere apropiar del movimiento 15-M mientras se regocija en el fango del pactismo, el trapicheo y la corrupción.
Me preguntan qué hubiese pasado de haber optado a un puesto de concejal y también hay respuesta para eso. Después de renegar de la constitución del Borbón, que predica la desigualdad de las personas por razón de nacimiento, sexo y religión y que antepone el derecho a la propiedad privada al de la salud, la educación, la vivienda y el trabajo digno este representante popular habría abandonado el pleno para sumarse a aquellos que el sábado estaban a la puerta. Indignados con un sistema político que facilita una democracia secuestrada por el poder absoluto de banqueros y grandes empresarios.
No os enteráis de nada, la democracia no se construye cuando se mete una papeleta en la urna, sino peleando cada día por la justicia social y la libertad. No tengo nada que ver con vosotros y todo con los indignados.
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