Pues ya está, ya tenemos sentado en el sillón de la Alcaldía al Sr. José María García Urbano “el notario”, según alias acuñado por él mismo y su equipo de campaña electoral. Ya saben todos mi opinión sobre él así que hoy, día tan especial, no redundaré en la misma.
Sí me quiero despedir de algunos de los que han abandonado durante al menos cuatro años el salón de plenos. Caras y voces familiares que formarán parte, con mayor o menor lustre, de la historia de nuestra comunidad.
Primero, y con cariño, desearle al compañero Eduardo Alarcón un futuro dichoso allá donde le toque ahora, que supongo no será en Estepona. Es verdad que no coincidimos demasiado tiempo en Izquierda Unida, y que ese poco tiempo no fue precisamente el mejor que viví en la coalición, pero aún así y más allá de las profundas diferencias políticas que hemos mantenido le consideraré compañero y camarada. Pese a los disparos cruzados, Eduardo, seguimos y seguiremos en la misma trinchera.
Lamentaré profundamente la pérdida del escaño de D. Rafael Montesinos, su florido verbo, su expresividad y su innata capacidad de sorprender nos priva del nerviosismo que todos sentíamos cuando tomaba la palabra en los plenos. Nunca sabíamos cómo podía acabar aquello, y mucho nos tememos que a partir de ahora todo será más aburrido.
Despediré con un lacónico “que les vaya bien” a la mayoría de los concejales, ellos saben quienes son, que casi mudos han permanecido estos cuatro años esperando pacientemente sus honorarios cada final de mes.
Y ahora sí, con alegría que no puedo ocultar, mandaré a donde se merecen a aquellos que han llevado a Estepona a las cotas de miseria en la que vivimos. Los que prevaricaron en la contratación del personal, los que nos engañaron, los que usaron la ley del suelo para enriquecerse. Los que destrozaron mi tierra a golpe de convenio urbanístico. Los que machacaron a impuestos a mis vecinos. Aquellos que despreciando la democracia usaron y abusaron de la confianza de los ciudadanos para corromperse. A esos les mando, sin eufemismo alguno, a la mierda.
Sí me quiero despedir de algunos de los que han abandonado durante al menos cuatro años el salón de plenos. Caras y voces familiares que formarán parte, con mayor o menor lustre, de la historia de nuestra comunidad.
Primero, y con cariño, desearle al compañero Eduardo Alarcón un futuro dichoso allá donde le toque ahora, que supongo no será en Estepona. Es verdad que no coincidimos demasiado tiempo en Izquierda Unida, y que ese poco tiempo no fue precisamente el mejor que viví en la coalición, pero aún así y más allá de las profundas diferencias políticas que hemos mantenido le consideraré compañero y camarada. Pese a los disparos cruzados, Eduardo, seguimos y seguiremos en la misma trinchera.
Lamentaré profundamente la pérdida del escaño de D. Rafael Montesinos, su florido verbo, su expresividad y su innata capacidad de sorprender nos priva del nerviosismo que todos sentíamos cuando tomaba la palabra en los plenos. Nunca sabíamos cómo podía acabar aquello, y mucho nos tememos que a partir de ahora todo será más aburrido.
Despediré con un lacónico “que les vaya bien” a la mayoría de los concejales, ellos saben quienes son, que casi mudos han permanecido estos cuatro años esperando pacientemente sus honorarios cada final de mes.
Y ahora sí, con alegría que no puedo ocultar, mandaré a donde se merecen a aquellos que han llevado a Estepona a las cotas de miseria en la que vivimos. Los que prevaricaron en la contratación del personal, los que nos engañaron, los que usaron la ley del suelo para enriquecerse. Los que destrozaron mi tierra a golpe de convenio urbanístico. Los que machacaron a impuestos a mis vecinos. Aquellos que despreciando la democracia usaron y abusaron de la confianza de los ciudadanos para corromperse. A esos les mando, sin eufemismo alguno, a la mierda.
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