Si la semana pasada decliné felicitar al futuro alcalde de Estepona, saltándome una de las normas de lo políticamente correcto, esta semana pasaré por encima de otra costumbre. No esperaré los cien días de rigor para criticar aquello que me parece injusto. Aún a riesgo de seguir sin “hacer amigos”.
Ya he advertido en repetidas ocasiones del carácter populista, peligrosamente populista, de las medidas anunciadas por el Sr. García Urbano durante su dilatada campaña electoral. Más de un año en el que le hemos oído barbaridades destinadas al consumo inmediato de los menos informados y, por tanto, más fácilmente manipulables.
Esta semana, y en el marco de un pretendido “plan de saneamiento”, el futuro alcalde anuncia que dejará sin sueldo a los concejales de la oposición. Así, de primeras, parece que es una forma de ahorro importante y necesaria y que, total para lo que sirven, está más que justificada.
Sin embargo, esconde en su interior el verdadero carácter de esta derecha que se nos precipita. Niegan el carácter imprescindible de la oposición porque niegan el carácter mismo de la democracia. Así, hablan de la institución municipal como de una “empresa” que debe regirse por criterios mercantiles y que, visto lo visto, no permitirá que los socios minoritarios, todos los que no les votamos, puedan estudiar, manifestarse o influir en la “gestión empresarial” de los populares.
Asumir que el concejal del gobierno será un “gestor” con derecho a remuneración y al de la oposición como un molesto grano en el culo es la negación misma del principio constitucional de la representatividad de los gobiernos. Un paso atrás en la profundización de la democracia que no se justifica como medida de ahorro y que condena a la política únicamente a aquellos que disponen de fondos privados suficientes para ello. La democracia basada en el dinero, y no en la elección de los ciudadanos.
Si esto sigue así, tengo la impresión de que me costará escribir una columna elogiando la labor del Sr. García Urbano. Mal comienza quien se arroga para sí el exclusivo uso de la democracia.
Ya he advertido en repetidas ocasiones del carácter populista, peligrosamente populista, de las medidas anunciadas por el Sr. García Urbano durante su dilatada campaña electoral. Más de un año en el que le hemos oído barbaridades destinadas al consumo inmediato de los menos informados y, por tanto, más fácilmente manipulables.
Esta semana, y en el marco de un pretendido “plan de saneamiento”, el futuro alcalde anuncia que dejará sin sueldo a los concejales de la oposición. Así, de primeras, parece que es una forma de ahorro importante y necesaria y que, total para lo que sirven, está más que justificada.
Sin embargo, esconde en su interior el verdadero carácter de esta derecha que se nos precipita. Niegan el carácter imprescindible de la oposición porque niegan el carácter mismo de la democracia. Así, hablan de la institución municipal como de una “empresa” que debe regirse por criterios mercantiles y que, visto lo visto, no permitirá que los socios minoritarios, todos los que no les votamos, puedan estudiar, manifestarse o influir en la “gestión empresarial” de los populares.
Asumir que el concejal del gobierno será un “gestor” con derecho a remuneración y al de la oposición como un molesto grano en el culo es la negación misma del principio constitucional de la representatividad de los gobiernos. Un paso atrás en la profundización de la democracia que no se justifica como medida de ahorro y que condena a la política únicamente a aquellos que disponen de fondos privados suficientes para ello. La democracia basada en el dinero, y no en la elección de los ciudadanos.
Si esto sigue así, tengo la impresión de que me costará escribir una columna elogiando la labor del Sr. García Urbano. Mal comienza quien se arroga para sí el exclusivo uso de la democracia.
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