A nadie se le escapa que la situación por la que atraviesa el Ayuntamiento de Estepona se acerca mucho más al desgobierno que al buen gobierno que se merecen todas las ciudades, incluso la nuestra. En unas ocasiones por desacertadas decisiones adoptadas desde el equipo de gobierno y en otras, las más, por la labor de acoso y derribo a que es permanentemente sometida por parte de una oposición en absoluto leal.
El espectáculo del pleno de ayer no hace sino confirmar que para la monolítica oposición que forman el PP, el PES y los no adscritos provenientes del PA y PSOE cuanto peor, mejor, y aprovechan cualquier ocasión para practicar la demagogia y menoscabar la acción de gobierno.
Como he reiterado en esta columna no se me puede considerar a estas alturas como un ciego defensor de las posiciones de David Valadez y su equipo de retales y tránsfugas, sin embargo, el ser testigo de la connivencia entre personajes tan aparentemente dispares como el Sr. Crespo y el Sr. Zamorano me causa absoluta indignación. Hoy, como pasó cuando Zamorano fue cargo de confianza de Barrientos un mismo interés vuelve a colocar a estos dos personajes en las mismas filas políticas. En esta ocasión, tan bastardo como la vendetta personal contra Valadez.
Evidentemente, descartada la disolución de la corporación municipal, la situación sólo tendrá salida con la constitución de un gobierno de concentración como el reiteradamente solicitado por el PSOE. La incorporación de un PP alejado de la felonía de los imputados y colaborador en esta situación de excepcionalidad posibilitaría un final de mandato más en sintonía con el interés general.
No parece que sea esa la voluntad de este PP liderado por Mena, forofo e ilusionado con la catástrofe del gobierno que es la de todo el municipio, y al mismo tiempo haciendo aguas por los que eran sus mejores militantes. Créanme que entiendo la posición de Silvia Cabrera, aunque su condición de tránsfuga no será el mejor aval para contribuir al gobierno del municipio. Con ella tampoco será de concentración sino de más retales y parches.
El espectáculo del pleno de ayer no hace sino confirmar que para la monolítica oposición que forman el PP, el PES y los no adscritos provenientes del PA y PSOE cuanto peor, mejor, y aprovechan cualquier ocasión para practicar la demagogia y menoscabar la acción de gobierno.
Como he reiterado en esta columna no se me puede considerar a estas alturas como un ciego defensor de las posiciones de David Valadez y su equipo de retales y tránsfugas, sin embargo, el ser testigo de la connivencia entre personajes tan aparentemente dispares como el Sr. Crespo y el Sr. Zamorano me causa absoluta indignación. Hoy, como pasó cuando Zamorano fue cargo de confianza de Barrientos un mismo interés vuelve a colocar a estos dos personajes en las mismas filas políticas. En esta ocasión, tan bastardo como la vendetta personal contra Valadez.
Evidentemente, descartada la disolución de la corporación municipal, la situación sólo tendrá salida con la constitución de un gobierno de concentración como el reiteradamente solicitado por el PSOE. La incorporación de un PP alejado de la felonía de los imputados y colaborador en esta situación de excepcionalidad posibilitaría un final de mandato más en sintonía con el interés general.
No parece que sea esa la voluntad de este PP liderado por Mena, forofo e ilusionado con la catástrofe del gobierno que es la de todo el municipio, y al mismo tiempo haciendo aguas por los que eran sus mejores militantes. Créanme que entiendo la posición de Silvia Cabrera, aunque su condición de tránsfuga no será el mejor aval para contribuir al gobierno del municipio. Con ella tampoco será de concentración sino de más retales y parches.
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