Salta la noticia de la dimisión de dos concejales del gobierno pertenecientes hasta hoy a la A.S.M de Emilio López y la alcaldesa de Manilva, Antonia Muñoz nos deleita con otra de sus brillantes intervenciones. En esta ocasión asegura que trabajará para garantizar la gobernabilidad de Manilva y que lo conseguirá “a cualquier precio”.
Ante esa promesa por parte de la dirigente de IU no caben sorpresas, cualquier cosa puede pasar en nuestro vecino municipio en los próximos días. Una moción de censura, el cambio de socios del gobierno, la ascensión a los cielos de cualquiera de los concejales o la más rocambolesca combinación que pueda ocurrírseles a ustedes. Porque esa solución, la más rocambolesca, ya se ha repetido en Manilva en otras ocasiones.
Un pueblecito que ha visto como se aliaban entre sí los enemigos más irreconciliables, como se olvidaban las puñaladas, las traiciones, las acusaciones de corrupción, los más turbios asuntos en aras a la “gobernabilidad del municipio”. Aunque en realidad, bien lo saben los sufridos vecinos, durante los convulsos años desde la aparición del gilismo en la costa lo que primó en el municipio vecino ha sido el crecimiento urbanístico incontrolado y salvaje, las bolsas de basura repletas de billetes y el incremento insostenible de una plantilla municipal que lleva al colapso económico, mes tras mes, al consistorio.
Los políticos pertenecientes a todo el espectro ideológico, desde el PP hasta la izquierda de IU, siempre han “sacrificado” su compromiso ético con los ciudadanos ante la oportunidad de disfrutar del poder, disfrazándolo de afán de gobernabilidad. Y todo, para ejercerlo de manera despótica y antidemocrática, practicando el nepotismo y el clientelismo de forma aún más burda que en los municipios en los que se gestó el gilismo. Ni siquiera en Marbella o Estepona se ha despilfarrado tanto futuro como en la que antaño era ciudad del vino.
Evidentemente, el precio que está dispuesto a pagar Antonia Muñoz no es el de los ideales defendidos por IU. Esos hace tiempo que fueron malvendidos en la Costa.
Ante esa promesa por parte de la dirigente de IU no caben sorpresas, cualquier cosa puede pasar en nuestro vecino municipio en los próximos días. Una moción de censura, el cambio de socios del gobierno, la ascensión a los cielos de cualquiera de los concejales o la más rocambolesca combinación que pueda ocurrírseles a ustedes. Porque esa solución, la más rocambolesca, ya se ha repetido en Manilva en otras ocasiones.
Un pueblecito que ha visto como se aliaban entre sí los enemigos más irreconciliables, como se olvidaban las puñaladas, las traiciones, las acusaciones de corrupción, los más turbios asuntos en aras a la “gobernabilidad del municipio”. Aunque en realidad, bien lo saben los sufridos vecinos, durante los convulsos años desde la aparición del gilismo en la costa lo que primó en el municipio vecino ha sido el crecimiento urbanístico incontrolado y salvaje, las bolsas de basura repletas de billetes y el incremento insostenible de una plantilla municipal que lleva al colapso económico, mes tras mes, al consistorio.
Los políticos pertenecientes a todo el espectro ideológico, desde el PP hasta la izquierda de IU, siempre han “sacrificado” su compromiso ético con los ciudadanos ante la oportunidad de disfrutar del poder, disfrazándolo de afán de gobernabilidad. Y todo, para ejercerlo de manera despótica y antidemocrática, practicando el nepotismo y el clientelismo de forma aún más burda que en los municipios en los que se gestó el gilismo. Ni siquiera en Marbella o Estepona se ha despilfarrado tanto futuro como en la que antaño era ciudad del vino.
Evidentemente, el precio que está dispuesto a pagar Antonia Muñoz no es el de los ideales defendidos por IU. Esos hace tiempo que fueron malvendidos en la Costa.
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