Publicado en Estepona Información el 10/01/2009
He leído en diariosol.es que las raíces de un gran árbol provocan daños en las infraestructuras de saneamiento de la barriada antes llamada “25 años de paz”. El titular dice literalmente“Las raíces de un árbol afectan al alcantarillado produciendo vertidos de aguas fecales a la calle” y, además de desear a los vecinos la pronta resolución de un problema tan molesto, no he tenido más remedio que sonreír ante lo metafórico de la situación.
Porque justo eso, que emergen las raíces del gran árbol que destroza Estepona, está sucediendo en realidad. Quedan al descubierto los déficits de estructuras, que se quiebran como el papel ante el empuje oculto del árbol que plantamos hace ya más de una década. Y rompe las tuberías que ocultaban las aguas fecales, que ahora suben a la superficie para regalarnos sus nada beatíficos olores.
Una economía falsa, basada casi exclusivamente en la especulación y el desarrollismo de viviendas destinadas a no ser jamás habitadas nos construyó un gran árbol, que parecía de hermoso porte y frondosas hojas aunque ocultaba también voraces raíces que ahora exigen su tributo.
El sistema político sustentado por la corrupción deja al descubierto la fragilidad de las instituciones, construida a imagen y semejanza de los corruptos, plagada de enchufados e instrumentos necesarios para perpetrar el saqueo de los recursos ciudadanos. Hoy, terminado el ciclo inversor de los blanqueadores de capitales venidos del Este de Europa o la Colombia narcotraficante queda en nuestra localidad un sinfín de viviendas de lujo vacías que son incapaces de ocultar los graves problemas que nos deja en herencia una gestión ineficaz, corrupta y ya veremos si los tribunales deciden que delictiva.
Ahora, cuando las raíces del árbol de la corrupción amenazan nuestras calles llega el momento de evitar los arreglos y parches. No queda más remedio que talarlo, arrancarlo y extirparlo definitivamente. Y es tarea de los ciudadanos el evitar que los corruptos, sus seguidores y los que han disfrutado y disfrutan de la corrupción vuelvan a plantar sus semillas.
He leído en diariosol.es que las raíces de un gran árbol provocan daños en las infraestructuras de saneamiento de la barriada antes llamada “25 años de paz”. El titular dice literalmente“Las raíces de un árbol afectan al alcantarillado produciendo vertidos de aguas fecales a la calle” y, además de desear a los vecinos la pronta resolución de un problema tan molesto, no he tenido más remedio que sonreír ante lo metafórico de la situación.
Porque justo eso, que emergen las raíces del gran árbol que destroza Estepona, está sucediendo en realidad. Quedan al descubierto los déficits de estructuras, que se quiebran como el papel ante el empuje oculto del árbol que plantamos hace ya más de una década. Y rompe las tuberías que ocultaban las aguas fecales, que ahora suben a la superficie para regalarnos sus nada beatíficos olores.
Una economía falsa, basada casi exclusivamente en la especulación y el desarrollismo de viviendas destinadas a no ser jamás habitadas nos construyó un gran árbol, que parecía de hermoso porte y frondosas hojas aunque ocultaba también voraces raíces que ahora exigen su tributo.
El sistema político sustentado por la corrupción deja al descubierto la fragilidad de las instituciones, construida a imagen y semejanza de los corruptos, plagada de enchufados e instrumentos necesarios para perpetrar el saqueo de los recursos ciudadanos. Hoy, terminado el ciclo inversor de los blanqueadores de capitales venidos del Este de Europa o la Colombia narcotraficante queda en nuestra localidad un sinfín de viviendas de lujo vacías que son incapaces de ocultar los graves problemas que nos deja en herencia una gestión ineficaz, corrupta y ya veremos si los tribunales deciden que delictiva.
Ahora, cuando las raíces del árbol de la corrupción amenazan nuestras calles llega el momento de evitar los arreglos y parches. No queda más remedio que talarlo, arrancarlo y extirparlo definitivamente. Y es tarea de los ciudadanos el evitar que los corruptos, sus seguidores y los que han disfrutado y disfrutan de la corrupción vuelvan a plantar sus semillas.
2 comentarios:
Si ya ha roto, los olores fecales van a seguir saliendo aunque arranquéis al pobre árbol. Coño, respetadle la vida a éste, abrid, y reforzad con suficiente hormigón la conducción de las aguas, y a su vez y con el mismo material construidle al árbol un muro circular soterrado, a modo de jardinera, que evite el crecimiento de las raíces -una vez recortadas las mismas- más allá de un prudente perímetro alrededor del tronco. Digo yo.
Obviando la aguda e ingeniosa metáfora concebida por el Sr. Galán, claro.
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