Los representantes sindicales, los trabajadores de las empresas municipales, los electores y los ciudadanos de Estepona. Si alguien pensaba que un gobierno de socialistas e izquierdistas propiciaría la defensa del interés de lo público y los derechos de los trabajadores comprobará estos días como fue engañado, maliciosamente, con nocturnidad y alevosía por quienes en sus siglas llevan impresos valores mucho más elevados de los que son capaces de defender.
La cascada de privatizaciones de servicios públicos municipales no esconde más que un trasfondo ideológico propio de las derechas más rancias. Tanto que hasta los derechistas con carné, los del PP, se escandalizan de la usurpación de un espacio que dicen suyo.
Alcantarillado antes, ahora parques y jardines y playas, la privatización de mañana ya estará en la mente de nuestro ilustre socialista Zamorano, que posiblemente a estas alturas haya almorzado copiosa y generosamente, a nuestra costa, con empresarios del ramo.
La realidad imposible de esconder es la situación económica de quiebra en la que entre todos han colocado al Ayuntamiento de Estepona, situación que pretenden salvar elevando hasta lo insostenible la presión fiscal y privando al municipio de la capacidad de gestionar su propio funcionamiento para, de paso, enriquecer a las empresas privadas adjudicatarias.
Sin la elaboración de la Relación de Puestos de Trabajo ni Plan de Saneamiento Financiero, sin acometer las casi seguro necesarias regulaciones de empleo sobre una multitud de trabajadores administrativos esclavos de su obediencia política, el gobierno “progresista” de Estepona decide que la mejor solución es la privatización de los servicios prestados por trabajadores manuales. Puede que por ser menos capaces de presionar a las cúpulas de los partidos que les contrataron saltándose los principios de igualdad, mérito y economía de medios.
Triste posición también la de unos sindicatos que mandaron a sus afiliados a votar, como borregos al matadero, a los partidos que les prometieron el oro y el moro de la subrogación. ¿Engañados?.
La cascada de privatizaciones de servicios públicos municipales no esconde más que un trasfondo ideológico propio de las derechas más rancias. Tanto que hasta los derechistas con carné, los del PP, se escandalizan de la usurpación de un espacio que dicen suyo.
Alcantarillado antes, ahora parques y jardines y playas, la privatización de mañana ya estará en la mente de nuestro ilustre socialista Zamorano, que posiblemente a estas alturas haya almorzado copiosa y generosamente, a nuestra costa, con empresarios del ramo.
La realidad imposible de esconder es la situación económica de quiebra en la que entre todos han colocado al Ayuntamiento de Estepona, situación que pretenden salvar elevando hasta lo insostenible la presión fiscal y privando al municipio de la capacidad de gestionar su propio funcionamiento para, de paso, enriquecer a las empresas privadas adjudicatarias.
Sin la elaboración de la Relación de Puestos de Trabajo ni Plan de Saneamiento Financiero, sin acometer las casi seguro necesarias regulaciones de empleo sobre una multitud de trabajadores administrativos esclavos de su obediencia política, el gobierno “progresista” de Estepona decide que la mejor solución es la privatización de los servicios prestados por trabajadores manuales. Puede que por ser menos capaces de presionar a las cúpulas de los partidos que les contrataron saltándose los principios de igualdad, mérito y economía de medios.
Triste posición también la de unos sindicatos que mandaron a sus afiliados a votar, como borregos al matadero, a los partidos que les prometieron el oro y el moro de la subrogación. ¿Engañados?.
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