Es verdad, no he sido yo de esos que les ha guardado lo de los “cien días de cortesía” que se supone merece cualquier nuevo gobierno que se precie. No lo hice por que no suelo andarme con elegancias, porque ellos no son precisamente nuevos gobernando y porque les conozco, no se merecen ni un cuarto de hora.
Un mandato continuista empeñado en promesas que constantemente se darán de bruces con una realidad que han ido cimentando a lo largo de cuatro largos años de uno de los peores períodos de gobierno de la historia de Estepona.
Sólo ha pasado un verano desde que comenzaron, y en el comienzo del curso político ya nos hemos dado cuenta de que, contrataciones anecdóticas de maridos e hijas aparte, nuestra ciudad se ha empeñado en comprar banderas azules mientras se vierten directamente al mar residuos humanos en la mismísima Playa de La Rada. Digo comprar porque no encuentro ninguna otra explicación a la concesión de las banderas azules, tengo que sospechar que hay un mercado de esos galardones, como el de escobas de oro, plata y otros metales nobles.
Un verano en el que la amenaza de la espectacular y nada progresiva subida de tasas y tributos viene acompañada de un deterioro constante de los servicios públicos, que no mejorarán con la subida de impuestos, ya que ésta va a ir destinada, básicamente, a intentar sostener la que será Espada de Damocles del desgobierno municipal.
Los sindicatos ya han advertido que hay que retomar las negociaciones que llevarán, supuestamente, a la subrogación de los empleados de las empresas municipales al Ayuntamiento. Un proceso que como bien saben los que votaron aquel presupuesto infame y mentiroso, no es posible realizar.
Un proceso injusto con la ciudadanía, una falsa promesa exclusivamente electoral, escenificado en pleno con el aplauso hipócrita de todos los grupos políticos. Las víctimas del engaño como suele pasar, los trabajadores y los ciudadanos. Los hacedores, políticos capaces de cualquier cosa por un puñado de votos. Mientras, la Gran Cabeza de fiestas y saraos, para variar.
Un mandato continuista empeñado en promesas que constantemente se darán de bruces con una realidad que han ido cimentando a lo largo de cuatro largos años de uno de los peores períodos de gobierno de la historia de Estepona.
Sólo ha pasado un verano desde que comenzaron, y en el comienzo del curso político ya nos hemos dado cuenta de que, contrataciones anecdóticas de maridos e hijas aparte, nuestra ciudad se ha empeñado en comprar banderas azules mientras se vierten directamente al mar residuos humanos en la mismísima Playa de La Rada. Digo comprar porque no encuentro ninguna otra explicación a la concesión de las banderas azules, tengo que sospechar que hay un mercado de esos galardones, como el de escobas de oro, plata y otros metales nobles.
Un verano en el que la amenaza de la espectacular y nada progresiva subida de tasas y tributos viene acompañada de un deterioro constante de los servicios públicos, que no mejorarán con la subida de impuestos, ya que ésta va a ir destinada, básicamente, a intentar sostener la que será Espada de Damocles del desgobierno municipal.
Los sindicatos ya han advertido que hay que retomar las negociaciones que llevarán, supuestamente, a la subrogación de los empleados de las empresas municipales al Ayuntamiento. Un proceso que como bien saben los que votaron aquel presupuesto infame y mentiroso, no es posible realizar.
Un proceso injusto con la ciudadanía, una falsa promesa exclusivamente electoral, escenificado en pleno con el aplauso hipócrita de todos los grupos políticos. Las víctimas del engaño como suele pasar, los trabajadores y los ciudadanos. Los hacedores, políticos capaces de cualquier cosa por un puñado de votos. Mientras, la Gran Cabeza de fiestas y saraos, para variar.
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