Dice el diccionario de la RAE en su segunda acepción que la “demagogia” es la
“Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante
concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan
de conseguir o mantener el poder. ” Y si bien es habitual encontrar esta
práctica entre nuestros gobernantes, en cualquier ámbito de poder, también suele
ser habitual tropezarse con este comportamiento en aquellos que aspiran a
gobernar.
No voy a sorprenderme porque el Partido Andalucista y su líder, Pepe Navarro, estén más preocupados por la imagen que transmite el incremento de la prostitución visible que, nos cuentan, se produce en la zona Oeste del municipio. Como relata en una entrevista publicada en este medio “tenemos una escuela de golf, un hotel de lujo y urbanizaciones” y, evidentemente, no queda bonito que tan exquisitos usuarios se encuentren con algo tan desagradable a la puerta de esos establecimientos. No contento con soltar eso, recuerda estar muy contento porque será recibido por la Policía Nacional para tratar “el problema”.
Como sabemos de las competencias policiales estamos seguros que en esa provechosa reunión no se tratará sobre la vida de las pobres chicas que se ven empujadas a la calle a ser sobadas por babosos clientes, posiblemente recién salidos del campo de golf o de una urbanización un poco más lejanas para evitar ser reconocidos. Nadie de los presentes se preocupará por el bienestar, las condiciones de vida o la situación de exclusión social que supone la práctica de la prostitución para la primera víctima, la mujer que se ve obligada a vender su cuerpo.
Entiéndanme, ya sé que la Policía no tiene competencias en ese campo, así que poco más que lo que hace habitualmente podrá hacer. Aplicar la ley de extranjería, sancionar y si tienen suerte hurgar mínimamente en la cáscara de las redes de explotación de mujeres que tan bien funcionan en España y que aparentemente nadie es capaz de desarticular. Puede que por engrasar en condiciones la maquinaria de este Estado corrupto.
El advenimiento de Navarro a otro partido político, el PA en descomposición, no ha podido ser por tanto más desafortunado. Irrumpiendo en los medios a instancias de algunos vecinos poco solidarios con los problemas de los demás y teniendo en cuenta la proverbial falta de sensibilidad social de los andalucistas, el PA de Estepona se suma a la persecución de las víctimas en lugar de a colocar en su lugar a los agresores.
Aunque mucho peor, porque en su caso no puede argumentar que no sabe lo que dice, es el caso de la IU de Antonio Murcia. Empeñados en encaramarse al poder en cualquier situación, la IU que pacta con el diablo en forma de PSOE en Andalucía intenta conectar con los ciudadanos mezclando las verdades con las falacias tal y como si del mismísimo PSOE se tratase.
Habla mi querido Murcia con gran sensatez de la burrada que supone la operación a tres bandas entre la Iglesia del Opus Dei malagueño, la alcaldía esteponera y la Cooperativa ex Agrícola de Estepona. Tiene razón cuando sospecha de las valoraciones otorgadas a los terrenos públicos objeto de la complicada transacción y también la tiene respecto a las sospechosas plusvalías que las dos entidades privadas –Iglesia y Cooperativa– obtendrán por la insólita operación. Lástima que para rematar la faena recurra al recurso fácil de “vamos a crear empleo” con ese fantasmagórico hotel de financiación imposible, clientes inexistentes y necesidad inventada que ya citaron otras formaciones políticas con el mismo ánimo demagógico.
No voy a sorprenderme porque el Partido Andalucista y su líder, Pepe Navarro, estén más preocupados por la imagen que transmite el incremento de la prostitución visible que, nos cuentan, se produce en la zona Oeste del municipio. Como relata en una entrevista publicada en este medio “tenemos una escuela de golf, un hotel de lujo y urbanizaciones” y, evidentemente, no queda bonito que tan exquisitos usuarios se encuentren con algo tan desagradable a la puerta de esos establecimientos. No contento con soltar eso, recuerda estar muy contento porque será recibido por la Policía Nacional para tratar “el problema”.
Como sabemos de las competencias policiales estamos seguros que en esa provechosa reunión no se tratará sobre la vida de las pobres chicas que se ven empujadas a la calle a ser sobadas por babosos clientes, posiblemente recién salidos del campo de golf o de una urbanización un poco más lejanas para evitar ser reconocidos. Nadie de los presentes se preocupará por el bienestar, las condiciones de vida o la situación de exclusión social que supone la práctica de la prostitución para la primera víctima, la mujer que se ve obligada a vender su cuerpo.
Entiéndanme, ya sé que la Policía no tiene competencias en ese campo, así que poco más que lo que hace habitualmente podrá hacer. Aplicar la ley de extranjería, sancionar y si tienen suerte hurgar mínimamente en la cáscara de las redes de explotación de mujeres que tan bien funcionan en España y que aparentemente nadie es capaz de desarticular. Puede que por engrasar en condiciones la maquinaria de este Estado corrupto.
El advenimiento de Navarro a otro partido político, el PA en descomposición, no ha podido ser por tanto más desafortunado. Irrumpiendo en los medios a instancias de algunos vecinos poco solidarios con los problemas de los demás y teniendo en cuenta la proverbial falta de sensibilidad social de los andalucistas, el PA de Estepona se suma a la persecución de las víctimas en lugar de a colocar en su lugar a los agresores.
Aunque mucho peor, porque en su caso no puede argumentar que no sabe lo que dice, es el caso de la IU de Antonio Murcia. Empeñados en encaramarse al poder en cualquier situación, la IU que pacta con el diablo en forma de PSOE en Andalucía intenta conectar con los ciudadanos mezclando las verdades con las falacias tal y como si del mismísimo PSOE se tratase.
Habla mi querido Murcia con gran sensatez de la burrada que supone la operación a tres bandas entre la Iglesia del Opus Dei malagueño, la alcaldía esteponera y la Cooperativa ex Agrícola de Estepona. Tiene razón cuando sospecha de las valoraciones otorgadas a los terrenos públicos objeto de la complicada transacción y también la tiene respecto a las sospechosas plusvalías que las dos entidades privadas –Iglesia y Cooperativa– obtendrán por la insólita operación. Lástima que para rematar la faena recurra al recurso fácil de “vamos a crear empleo” con ese fantasmagórico hotel de financiación imposible, clientes inexistentes y necesidad inventada que ya citaron otras formaciones políticas con el mismo ánimo demagógico.