A mí tampoco me gusta que se construya una gasolinera en pleno casco urbano. No
me gustan las gasolineras, como tampoco entiendo la enorme expansión que está
teniendo este tipo de negocios. Posiblemente debería estar en declive en la
actual coyuntura económica y, sobre todo, ante el próximo advenimiento del fin
de la era de los combustibles fósiles.
Pero al parecer, y por mucho que no me guste, la corriente va otra vez en dirección contraria a la que yo creo que hay que remar. Y así, todo el mundo quiere construir una gasolinera. Desde el inversor al que sobra dinero recién blanqueado –vía amnistía fiscal o no– , pasando por el novio de la concejala popular o, como no podría ser de otro modo, por el honrado empresario que no viendo negocio más limpio se implica en el de la venta del negro y sucio petróleo.
La consecuencia de estos impulsos petrolíferos, sumada a la oscura negociación que llevó el gobierno Barrientos con los propietarios de la parcela junto al Parque de Bomberos, nos trae a la situación actual. La empresa plantea una reclamación económica imposible de cumplir, probablemente alejada de la realidad, exagerada y muy discutible jurídicamente, pero que nuestro querido Notario ha decidido asumir sin rechistar.
Que ya se sabe la fortaleza de nuestro querido Prócer cuando de despedir limpiadoras, auxiliares administrativos o discapacitados se trata. Es una auténtica roca con ellos, contrastando con la suavidad de trato que encuentran promotores urbanísticos, empresas multinacionales, entramados empresariales o imputados por corrupción. Con ellos todo es cariño, buenos modos y comprensión, que al fin y al cabo pertenecen a su casta.
Aunque a mí esta semana lo que me lleva a la reflexión es lo siguiente. ¿Qué pensarán los vecinos de la zona que votaron entusiasmados al Notario? Hay que recordar que si la proporción es la misma a la de toda la ciudad, uno de cada dos confió en la gestión del que parece solo gestiona para sí mismo y sus amigotes. ¿Entenderán que antes que el interés de los vecinos está el de cualquier empresa privada, tal y como ha venido demostrando desde que llegó al poder? ¿Sabrán que les importa un pimiento lo que opinen? A estas alturas muchos de ellos están pidiendo ayuda a los que antes vilipendiaban, izquierdistas, sociatas y ecologistas. Aunque estaremos con ellos, créanme si les digo que a mí lo que me apetece decirles a algunos es que apechuguen con lo votado.
Pero al parecer, y por mucho que no me guste, la corriente va otra vez en dirección contraria a la que yo creo que hay que remar. Y así, todo el mundo quiere construir una gasolinera. Desde el inversor al que sobra dinero recién blanqueado –vía amnistía fiscal o no– , pasando por el novio de la concejala popular o, como no podría ser de otro modo, por el honrado empresario que no viendo negocio más limpio se implica en el de la venta del negro y sucio petróleo.
La consecuencia de estos impulsos petrolíferos, sumada a la oscura negociación que llevó el gobierno Barrientos con los propietarios de la parcela junto al Parque de Bomberos, nos trae a la situación actual. La empresa plantea una reclamación económica imposible de cumplir, probablemente alejada de la realidad, exagerada y muy discutible jurídicamente, pero que nuestro querido Notario ha decidido asumir sin rechistar.
Que ya se sabe la fortaleza de nuestro querido Prócer cuando de despedir limpiadoras, auxiliares administrativos o discapacitados se trata. Es una auténtica roca con ellos, contrastando con la suavidad de trato que encuentran promotores urbanísticos, empresas multinacionales, entramados empresariales o imputados por corrupción. Con ellos todo es cariño, buenos modos y comprensión, que al fin y al cabo pertenecen a su casta.
Aunque a mí esta semana lo que me lleva a la reflexión es lo siguiente. ¿Qué pensarán los vecinos de la zona que votaron entusiasmados al Notario? Hay que recordar que si la proporción es la misma a la de toda la ciudad, uno de cada dos confió en la gestión del que parece solo gestiona para sí mismo y sus amigotes. ¿Entenderán que antes que el interés de los vecinos está el de cualquier empresa privada, tal y como ha venido demostrando desde que llegó al poder? ¿Sabrán que les importa un pimiento lo que opinen? A estas alturas muchos de ellos están pidiendo ayuda a los que antes vilipendiaban, izquierdistas, sociatas y ecologistas. Aunque estaremos con ellos, créanme si les digo que a mí lo que me apetece decirles a algunos es que apechuguen con lo votado.
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