Publicado en Estepona Información el 17/03/2012
Hace ahora tres años Ricardo Galeote renunció a su acta de concejal en el Ayuntamiento de Estepona tras ser imputado por presuntos delitos de corrupción. En aquel momento muchos aplaudimos aquel acto alabando su comportamiento. La dimisión debería ser la inmediata consecuencia cuando un cargo público se ve involucrado en un asunto judicial. Pero en este país estamos acostumbrados a exactamente lo contrario.
Galeote entendió en aquella ocasión que, más allá de la inalienable presunción de inocencia, debía evitar que ni su partido ni la institución a la que representaba se viesen perjudicados con su presencia. Desafortunadamente los imputados que venían del PSOE y del GIL no siguieron su ejemplo como tampoco lo ha hecho más recientemente la imputada alcaldesa de IU en Manilva.
Un Tribunal le ha colocado en la misma situación jurídica de entonces y, aunque ahora no ocupa un cargo electo, Galeote es cargo de confianza político del gobierno municipal del PP.
¿Qué hace normalmente el PP en estos casos? Ya sabéis su estrategia, defender hasta el último aliento a los presuntos corruptos, insultar al adversario político y perpetuar las estructuras que hicieron posible los presuntos delitos cometidos. Así, en la Comunidad Valenciana o en Baleares conocemos el apoyo prestado al por ahora exculpado Camps, pero también a Matas o a Fabra, afortunado multiganador de las loterías.
Más cerca tenemos el caso del todavía alcalde de Alhaurín el Grande, condenado por cohecho y disfrutando de la militancia y el cariño de ministros y aspirantes a consejeros Populares. Como sabemos que nuestro Alcalde, el Notario, es de los que se quejan de la corrupción ajena mientras es socio de implicados en Malaya tampoco esperamos de él más que el silencio y la obediencia a esas estructuras que permiten lo de Valencia, Baleares, Madrid o Alhaurín.
Así que como pasó la otra vez, no le queda a Galeote más que volver a dimitir, y desde aquí volveremos a aplaudir tan noble gesto. Y a nosotros nos toca votar a partidos que luchan contra la corrupción en lugar de alentarla. Yo, a EQUO.
Galeote entendió en aquella ocasión que, más allá de la inalienable presunción de inocencia, debía evitar que ni su partido ni la institución a la que representaba se viesen perjudicados con su presencia. Desafortunadamente los imputados que venían del PSOE y del GIL no siguieron su ejemplo como tampoco lo ha hecho más recientemente la imputada alcaldesa de IU en Manilva.
Un Tribunal le ha colocado en la misma situación jurídica de entonces y, aunque ahora no ocupa un cargo electo, Galeote es cargo de confianza político del gobierno municipal del PP.
¿Qué hace normalmente el PP en estos casos? Ya sabéis su estrategia, defender hasta el último aliento a los presuntos corruptos, insultar al adversario político y perpetuar las estructuras que hicieron posible los presuntos delitos cometidos. Así, en la Comunidad Valenciana o en Baleares conocemos el apoyo prestado al por ahora exculpado Camps, pero también a Matas o a Fabra, afortunado multiganador de las loterías.
Más cerca tenemos el caso del todavía alcalde de Alhaurín el Grande, condenado por cohecho y disfrutando de la militancia y el cariño de ministros y aspirantes a consejeros Populares. Como sabemos que nuestro Alcalde, el Notario, es de los que se quejan de la corrupción ajena mientras es socio de implicados en Malaya tampoco esperamos de él más que el silencio y la obediencia a esas estructuras que permiten lo de Valencia, Baleares, Madrid o Alhaurín.
Así que como pasó la otra vez, no le queda a Galeote más que volver a dimitir, y desde aquí volveremos a aplaudir tan noble gesto. Y a nosotros nos toca votar a partidos que luchan contra la corrupción en lugar de alentarla. Yo, a EQUO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario