Publicado en Estepona Información el 10/12/2011
En la semana más rara del año, aunque no tan rara para los que no tienen trabajo, seguimos celebrando el aniversario de un documento legal que los demócratas debemos considerar caducado. Por el fracaso en sus postulados, por la perversión que se ha hecho de su uso y por la necesidad de un cambio inmediato hacia la profundización de la democracia. Ya, ya sé que pido justo lo contrario de lo que está pasando, pero alguien tiene que reclamarlo ¿no?
El documento elaborado en 1978, bajo la amenaza del ejército franquista en aquel momento a las órdenes del heredero político del dictador Sr. Borbón, intentó conciliar en el mismo texto valores propios de las democracias más avanzadas con aspectos claramente reaccionarios que han marcado el desarrollo de la constitución hasta los actuales e insostenibles niveles.
La monarquía, la iglesia católica y lo más sangrante de todo: La defensa de la propiedad privada por encima de cualquier otro principio, derecho a la vivienda o al trabajo por ejemplo han marcado el carácter de una ley diseñada para servir a los poderosos y no para ayudar a los menos favorecidos.
Por si fuesen poco los pecados originales de la ley del 78, las recientes reformas constitucionales aprobadas propician que dejamos en manos de los infames “mercados” el mayor poder de un estado soberano: la gestión de su presupuesto. Así ha pasado con el referéndum para la constitución europea, nunca aprobada por la UE, y más recientemente con el golpe de estado protagonizado por el PSOE y PP y la última reforma.
Digo “mercados” por no personalizar a los que sin duda son personas. Mercaderes, usureros, explotadores, esclavistas, usurpadores, ladrones y corruptos integran los consejos de administración de las grandes corporaciones financieras e industriales del primer mundo que nos llevan al desastre. Si no les paramos, claro.
Ese es el documento que algunos celebran esta semana. Yo me conformaré con felicitar a todas las Inmas y muy especialmente a las Conchas a la espera de una nueva Pepa que sirva a los españoles en lugar de a los “mercados”.
El documento elaborado en 1978, bajo la amenaza del ejército franquista en aquel momento a las órdenes del heredero político del dictador Sr. Borbón, intentó conciliar en el mismo texto valores propios de las democracias más avanzadas con aspectos claramente reaccionarios que han marcado el desarrollo de la constitución hasta los actuales e insostenibles niveles.
La monarquía, la iglesia católica y lo más sangrante de todo: La defensa de la propiedad privada por encima de cualquier otro principio, derecho a la vivienda o al trabajo por ejemplo han marcado el carácter de una ley diseñada para servir a los poderosos y no para ayudar a los menos favorecidos.
Por si fuesen poco los pecados originales de la ley del 78, las recientes reformas constitucionales aprobadas propician que dejamos en manos de los infames “mercados” el mayor poder de un estado soberano: la gestión de su presupuesto. Así ha pasado con el referéndum para la constitución europea, nunca aprobada por la UE, y más recientemente con el golpe de estado protagonizado por el PSOE y PP y la última reforma.
Digo “mercados” por no personalizar a los que sin duda son personas. Mercaderes, usureros, explotadores, esclavistas, usurpadores, ladrones y corruptos integran los consejos de administración de las grandes corporaciones financieras e industriales del primer mundo que nos llevan al desastre. Si no les paramos, claro.
Ese es el documento que algunos celebran esta semana. Yo me conformaré con felicitar a todas las Inmas y muy especialmente a las Conchas a la espera de una nueva Pepa que sirva a los españoles en lugar de a los “mercados”.
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