Finalmente la asamblea de Espacio Verde (EVA) ha decidido también concurrir a las elecciones municipales. Una decisión complicada, difícil de tomar desde un colectivo de personas modestas, carentes de apoyos empresariales y de grandes fortunas entre sus miembros. Una decisión que saben complicará en los próximos meses la vida de cada uno de sus militantes.
Sin embargo, en un ejercicio de responsabilidad, los militantes verdes de la localidad han dado el paso adelante, conscientes de que pueden representar a un porcentaje de la población hastiado de observar impotente la destrucción de nuestro maravilloso entorno natural para no obtener a cambio más que corrupción, nepotismo, miseria y déficit de servicios comunitarios.
Tendremos enfrente a los grandes partidos, expertos en gastar cantidades ingentes de dinero en campañas publicitarias destinadas aparentemente a las mentes menos críticas. Nos tendremos que enfrentar a las falsas promesas del becerro de oro disfrazado de acaudalado y generoso inversor que nos sacará de nuestras miserias a golpe de convenio urbanístico. No podremos abusar, como siempre han hecho ellos, del “vótame y me ocupo de lo tuyo” que tantas injusticias ha provocado en la historia reciente de la ciudad.
Los verdes de EVA tendremos que explicar a cada uno de los ciudadanos las dificultades reales a las que nos enfrentamos, mostrar a todos que el desarrollo urbanístico desmedido ha producido un puñado de millonarios y miles de parados con hipotecas imposibles de pagar.
Hay posibilidades reales de compatibilizar la recuperación económica de la ciudad con el respeto cuidadoso del medio ambiente y la pelea por la justicia social. No es fácil, ni hay recetas milagrosas. Pero sí que tenemos el decidido empeño de que la voz de la ecología política se alce por encima de los defensores de la destrucción del territorio en pos de una prosperidad que, todos lo sabemos, solo han disfrutado unos pocos. Hemos dado el paso y ya no hay quien nos pare. Lo prometimos y lo haremos, vamos a poner verde este ayuntamiento.
Sin embargo, en un ejercicio de responsabilidad, los militantes verdes de la localidad han dado el paso adelante, conscientes de que pueden representar a un porcentaje de la población hastiado de observar impotente la destrucción de nuestro maravilloso entorno natural para no obtener a cambio más que corrupción, nepotismo, miseria y déficit de servicios comunitarios.
Tendremos enfrente a los grandes partidos, expertos en gastar cantidades ingentes de dinero en campañas publicitarias destinadas aparentemente a las mentes menos críticas. Nos tendremos que enfrentar a las falsas promesas del becerro de oro disfrazado de acaudalado y generoso inversor que nos sacará de nuestras miserias a golpe de convenio urbanístico. No podremos abusar, como siempre han hecho ellos, del “vótame y me ocupo de lo tuyo” que tantas injusticias ha provocado en la historia reciente de la ciudad.
Los verdes de EVA tendremos que explicar a cada uno de los ciudadanos las dificultades reales a las que nos enfrentamos, mostrar a todos que el desarrollo urbanístico desmedido ha producido un puñado de millonarios y miles de parados con hipotecas imposibles de pagar.
Hay posibilidades reales de compatibilizar la recuperación económica de la ciudad con el respeto cuidadoso del medio ambiente y la pelea por la justicia social. No es fácil, ni hay recetas milagrosas. Pero sí que tenemos el decidido empeño de que la voz de la ecología política se alce por encima de los defensores de la destrucción del territorio en pos de una prosperidad que, todos lo sabemos, solo han disfrutado unos pocos. Hemos dado el paso y ya no hay quien nos pare. Lo prometimos y lo haremos, vamos a poner verde este ayuntamiento.
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