Cada cuatro años, de forma aparentemente inevitable, se cierne sobre los esteponeros la “amenaza” del debate universitario. Y en esta ocasión, como no podía ser menos y coincidiendo con la inminente convocatoria de elecciones municipales hemos disfrutado de nuevo de su particular y periódica presencia.
En el pleno de esta semana he tenido oportunidad de oír los mismos y machacones argumentos esgrimidos desde hace dos décadas por los escasamente renovados protagonistas de las sesiones. Da igual su coyuntural posición, su supuesta adscripción ideológica o la realidad de los hechos.
Unos, los proponentes, hablan de oportunidad única, del futuro de Estepona, de la ilusión de los vecinos, del mejor convenio posible, de las enormes cantidades de riqueza que para todos los ciudadanos supondrá el advenimiento universitario. Todo eso, por supuesto, de la mano de unos gobernantes que siempre de forma opaca se sientan exclusivamente a hablar de dinero con especuladores inmobiliarios y financieros.
Otros, desde la oposición, manteniendo el miedo a la negativa en voz alta a tan importantísimas regalías buscan tres pies al gato. En forma de defectos formales en los expedientes, matices que lo harían inmejorables si ellos los hubiesen redactado o directamente acusando al de enfrente de pelotazos urbanísticos.
Nadie se plantea el modelo propuesto. Ninguna pega a una operación que, de resultar faactible, incrementaría en 6.000 el parque de viviendas vacías del que disfruta el municipio. Un crecimiento que, de encontrar habitantes, supondría aumentarla un 20% de golpe sin atender a modelo urbanístico alguno para el conjunto del municipio y con el único objeto de satisfacer los intereses especulativos de un grupo fantasma de promotores.
Desde los verdes estaremos siempre en contra de cualquier maniobra “universitaria” que pase necesariamente por el desmedido crecimiento urbanístico de una ciudad que no puede soportar más ladrillo en sus campos ni más empleo precario asociado a la especulación y a los personajes con ella aparejados . Basta de zanahorias enganchadas a un palo de hormigón armado.
En el pleno de esta semana he tenido oportunidad de oír los mismos y machacones argumentos esgrimidos desde hace dos décadas por los escasamente renovados protagonistas de las sesiones. Da igual su coyuntural posición, su supuesta adscripción ideológica o la realidad de los hechos.
Unos, los proponentes, hablan de oportunidad única, del futuro de Estepona, de la ilusión de los vecinos, del mejor convenio posible, de las enormes cantidades de riqueza que para todos los ciudadanos supondrá el advenimiento universitario. Todo eso, por supuesto, de la mano de unos gobernantes que siempre de forma opaca se sientan exclusivamente a hablar de dinero con especuladores inmobiliarios y financieros.
Otros, desde la oposición, manteniendo el miedo a la negativa en voz alta a tan importantísimas regalías buscan tres pies al gato. En forma de defectos formales en los expedientes, matices que lo harían inmejorables si ellos los hubiesen redactado o directamente acusando al de enfrente de pelotazos urbanísticos.
Nadie se plantea el modelo propuesto. Ninguna pega a una operación que, de resultar faactible, incrementaría en 6.000 el parque de viviendas vacías del que disfruta el municipio. Un crecimiento que, de encontrar habitantes, supondría aumentarla un 20% de golpe sin atender a modelo urbanístico alguno para el conjunto del municipio y con el único objeto de satisfacer los intereses especulativos de un grupo fantasma de promotores.
Desde los verdes estaremos siempre en contra de cualquier maniobra “universitaria” que pase necesariamente por el desmedido crecimiento urbanístico de una ciudad que no puede soportar más ladrillo en sus campos ni más empleo precario asociado a la especulación y a los personajes con ella aparejados . Basta de zanahorias enganchadas a un palo de hormigón armado.