Comienza 2011 y se acerca el momento de decidir el modelo de nuestra ciudad para los próximos cuatro años. Si nos fijamos en las propuestas de los partidos tradicionales y sus émulos localistas o con vocación de bisagra, veremos que todos siguen basando el futuro en propuestas que desde el punto de vista de la ecología política entendemos agotadas.
En la agenda de la derecha, de la izquierda y también en la de los partidos sin ideología definida (léanse BNA, UPyD, E-2007, o exgilistas varios) asoma como parte fundamental de su discurso la palabra “inversores”. Como si de una mágica panacea se tratase todos hablan de hacer llamamientos a la inversión, inmobiliaria por supuesto, refiriéndose sistemáticamente a la necesidad de ser atractivos y amables con el cariñoso inversor que nos colocará en las altas cotas de la miseria que actualmente padecemos.
Obviando que el negocio del ladrillo está obsoleto por las propias y ridículas normas que el mercado marcó en la década pasada y olvidando de forma intencionada el daño estructural profundo que en nuestra economía ha producido.
Ha llegado el momento de plantear otras alternativas, alejarnos definitivamente del especulador inmobiliario, del corruptor de políticos y funcionarios, del que destruye el territorio a golpe de dinero del narcotráfico, la esclavitud o el tráfico de armas. Y miren que me gustaría ser menos categórico pero la realidad es que, parafraseando a Antonio Romero, la Costa Nostra ha sido el paraíso de las mafias delincuenciales de todo el mundo. Incluyendo entre estas a la sanguinaria dictadura árabe saudí tan apreciada por los gobernantes socialistas.
No hacen falta más viviendas en una Costa saturada, sobreexplotada, que carece de equipamientos e infraestructuras para la población y que ve constantemente maltratado o amenazado su maravilloso patrimonio natural. Es el momento de plantear otras alternativas económicas. Basadas en el territorio y sus capacidades, las necesidades a cubrir y los límites naturales. Alternativas sostenibles, verdes. Es el momento de renovarse o morir.
En la agenda de la derecha, de la izquierda y también en la de los partidos sin ideología definida (léanse BNA, UPyD, E-2007, o exgilistas varios) asoma como parte fundamental de su discurso la palabra “inversores”. Como si de una mágica panacea se tratase todos hablan de hacer llamamientos a la inversión, inmobiliaria por supuesto, refiriéndose sistemáticamente a la necesidad de ser atractivos y amables con el cariñoso inversor que nos colocará en las altas cotas de la miseria que actualmente padecemos.
Obviando que el negocio del ladrillo está obsoleto por las propias y ridículas normas que el mercado marcó en la década pasada y olvidando de forma intencionada el daño estructural profundo que en nuestra economía ha producido.
Ha llegado el momento de plantear otras alternativas, alejarnos definitivamente del especulador inmobiliario, del corruptor de políticos y funcionarios, del que destruye el territorio a golpe de dinero del narcotráfico, la esclavitud o el tráfico de armas. Y miren que me gustaría ser menos categórico pero la realidad es que, parafraseando a Antonio Romero, la Costa Nostra ha sido el paraíso de las mafias delincuenciales de todo el mundo. Incluyendo entre estas a la sanguinaria dictadura árabe saudí tan apreciada por los gobernantes socialistas.
No hacen falta más viviendas en una Costa saturada, sobreexplotada, que carece de equipamientos e infraestructuras para la población y que ve constantemente maltratado o amenazado su maravilloso patrimonio natural. Es el momento de plantear otras alternativas económicas. Basadas en el territorio y sus capacidades, las necesidades a cubrir y los límites naturales. Alternativas sostenibles, verdes. Es el momento de renovarse o morir.
1 comentario:
Estando plenamente de acuerdo contigo en todo lo que has escrito y considerando que es totalmente necesario plantear otras alternativas, también me resigno a pensar que la realidad pondrá muchas zancadillas a esos propósitos dado que el día a día del Ayto, a nivel fiscal, laboral, administrativo, económico, etc, de Estepona, y la convivencia de todos los partidos locales, dificultarán en grado sumo cualquier nueva propuesta de las que debieran plantearse haciéndola ineficiente o, cuando menos, meramente testimonial. Estos cambios para encontrar otros modos de generar ingresos se harán muy poco a poco y, sobre todo, pienso que llegarán desde fuera del ámbito político; creo que la acción política está condenada, en todos los bandos, en todas las ideologías, con o sin corrupción, a pegarse cabezazos contra una realidad muy cruda con muy difícil solución porque las posibles vías para buscar la solución (que ya sabemos por dónde pasan) son antipopulares. Mal lo veo.
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