jueves, septiembre 16, 2010

Enclenques

Publicado en Estepona Información el 11/09/2010

Si hay algún indicador de la debilidad de un gobierno, este podría serlo el número de veces que da marcha atrás en sus decisiones. El Gobierno de la nación, con la reiterada muestra de erráticas órdenes y sus consiguientes rectificaciones nos está mostrando constantemente esa debilidad. Ante los agentes sociales, ante el resto de las fuerzas políticas, ante los lobbys económicos y financieros se muestra como maleable y perfectamente influenciable.

Así por ejemplo, la marcha atrás respecto a la financiación de los municipios queda exclusivamente como una declaración de intenciones que no se cumplirá respecto a las órdenes que desde Europa recibía de moderación del déficit público. La presión de grandes ayuntamientos, nos tememos que de su órbita política, ha condicionado aquella declaración emitida con agosticidad y alevosía hace tan sólo unas semanas.

La comparación es inevitable, nuestro Ayuntamiento, quizá contagiado del talante zapaterista, es uno de los que constantemente están dando pasos adelante y atrás aquejado de debilidad estructural extrema. Bien es cierto que en este caso ha sido la composición política del plenario la que ha forzado cambios estrafalarios en las decisiones de un gobierno de circunstancias constituido bajo la excepcionalidad.

Sin embargo, y no lo podrán negar, la debilidad de su máximo representante, la incomprensible obediencia a su partido político y la obcecada defensa de su estatus personal han contribuido de forma inequívoca a la actual situación. Si Valadez hubiese sido fuerte habría impuesto a su partido la disolución de un ayuntamiento minado por las irregularidades. Y como no fue así, jamás debió consentir el compartir responsabilidades con la quinta columna interior ni con tránsfugas de la derecha más radical o populista.

Y hoy, nuevamente, vuelve a mostrar su debilidad cuando mantiene en sus cargos a quienes perdieron su confianza, como Sergio López, o directamente tránsfugas, en el caso de Silvia Cabrera. Mostrando un comportamiento enclenque que nos arrastra al vacío, y de forma poco digna, además.

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