La respuesta política de David Valadez a la crisis generada por la concejala del PA, Agripina Rivas, pone en evidencia un preocupante estado de debilidad en el que debería ser máximo regidor de la política esteponera.
Que una concejala perteneciente a un partido en extinción, que jamás se distinguió por aportar capital intelectual ni político al gobierno se suba a las barbas de Valadez impunemente refleja la incapacidad manifiesta de manejar la actual situación política.
Si bien es cierto que felicitamos en su momento la valentía y gallardía de nuestro alcalde cuando asumió el bastón de mando también es cierto que los acontecimientos van dibujando un Valadez entregado a no sabemos qué estrategias de su partido, un PSOE dirigido por los que fueron amigos íntimos, compañeros de batallas e incluso puede que socios de los defenestrados por voluntad judicial Barrientos y Flores.
El alcalde, rodeado de enemigos internos y apoyado por una frágil alianza de tránsfugas y oportunistas no ha sabido dar encima de la mesa ningún puñetazo más que cuando se dirigía a los ya cadáveres políticos imputados en Astapa.
Un alcalde que pretende luchar contra la corrupción no necesita de ediles venidos de lo más profundo del gilista PES ni del connivente PP. Ni siquiera necesita a aquellos que abanderan posiciones de progresismo e izquierdismo mientras se quejan, allá dónde alguien quiere oírles, de que con los sueldos actuales no se puede hacer política en Estepona.
El cese de Agripina Rivas por deslealtad, y de camino el de todos aquellos que vienen a la política a cobrar generosos sueldos debería ser la única respuesta de Valadez. Inmediata, contundente y explicada de forma sencilla y alejada de su habitual y envolvente verborrea. Los echo porque no sirven, sólo quieren dinero y trabajan para la oposición en lugar de a favor del gobierno. La correlación de fuerzas seguirá siendo la misma, la pelota de la moción de censura seguirá en el tejado de los conspiradores y no parecerá que eres lo que ahora. Más débil que el pellejo de brevas.
Que una concejala perteneciente a un partido en extinción, que jamás se distinguió por aportar capital intelectual ni político al gobierno se suba a las barbas de Valadez impunemente refleja la incapacidad manifiesta de manejar la actual situación política.
Si bien es cierto que felicitamos en su momento la valentía y gallardía de nuestro alcalde cuando asumió el bastón de mando también es cierto que los acontecimientos van dibujando un Valadez entregado a no sabemos qué estrategias de su partido, un PSOE dirigido por los que fueron amigos íntimos, compañeros de batallas e incluso puede que socios de los defenestrados por voluntad judicial Barrientos y Flores.
El alcalde, rodeado de enemigos internos y apoyado por una frágil alianza de tránsfugas y oportunistas no ha sabido dar encima de la mesa ningún puñetazo más que cuando se dirigía a los ya cadáveres políticos imputados en Astapa.
Un alcalde que pretende luchar contra la corrupción no necesita de ediles venidos de lo más profundo del gilista PES ni del connivente PP. Ni siquiera necesita a aquellos que abanderan posiciones de progresismo e izquierdismo mientras se quejan, allá dónde alguien quiere oírles, de que con los sueldos actuales no se puede hacer política en Estepona.
El cese de Agripina Rivas por deslealtad, y de camino el de todos aquellos que vienen a la política a cobrar generosos sueldos debería ser la única respuesta de Valadez. Inmediata, contundente y explicada de forma sencilla y alejada de su habitual y envolvente verborrea. Los echo porque no sirven, sólo quieren dinero y trabajan para la oposición en lugar de a favor del gobierno. La correlación de fuerzas seguirá siendo la misma, la pelota de la moción de censura seguirá en el tejado de los conspiradores y no parecerá que eres lo que ahora. Más débil que el pellejo de brevas.
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