Los trabajadores municipales están cobrando estos días los emolumentos de diciembre y la extra de invierno, que no llegó a tiempo ni para reyes, banquetes o fiestas. Nuestro Ayuntamiento ha propiciado un insólito impulso a la lucha contra el consumismo tradicionalmente desatado durante estas fechas.
Como pueden ver, si nos empeñamos en buscar lo positivo de las situaciones seremos capaces de encontrarlo. Lamentablemente, algunos trabajadores además de ahorrar en dispendios extraordinarios se ven obligados a dejan de pagar la luz, el agua, la hipoteca o el alquiler de la vivienda. Y entonces la situación deja de ser cómica y graciosa para adquirir tintes serios y, en algunos casos, hasta dramáticos.
Casi siempre los más damnificados son los más humildes de los empleados, los que ocupan las escalas inferiores de la administración o los pertenecientes a las empresas municipales que no contaron con la suerte de un padrino político de primera categoría. Otros, los agraciados con el favor de cualquiera de los responsables municipales anteriores o actuales han gozado de sueldos por encima de sus cualificaciones, capacidades y necesidades del servicio público que seguro les permiten mantener un buen colchón económico.
Y la situación se repetirá mientras no se acometan las medidas que demandan la estabilidad económica del ayuntamiento. Una la solución que inevitablemente pasa por revisar las necesidades de los servicios a prestar a la ciudadanía y la capacitación y condición de cada uno de los actualmente colocados.
Mientras, seguiré pidiendo un ERE dirigido contra el ingente número de cargos políticos sobrevalorados y bien remunerados, de todos los partidos aunque especialmente del PSOE y el gilista PES, que debe acometerse sin complejos. Adjudicando la digna condición de trabajadores únicamente a los que realmente la posean, y que deberán calificarla en los preceptivos procesos de acceso. Y calificando de envenenado regalo de reyes el legado en forma de enchufados que el barriento-crespismo aún dominante dejó en la administración esteponera.
Como pueden ver, si nos empeñamos en buscar lo positivo de las situaciones seremos capaces de encontrarlo. Lamentablemente, algunos trabajadores además de ahorrar en dispendios extraordinarios se ven obligados a dejan de pagar la luz, el agua, la hipoteca o el alquiler de la vivienda. Y entonces la situación deja de ser cómica y graciosa para adquirir tintes serios y, en algunos casos, hasta dramáticos.
Casi siempre los más damnificados son los más humildes de los empleados, los que ocupan las escalas inferiores de la administración o los pertenecientes a las empresas municipales que no contaron con la suerte de un padrino político de primera categoría. Otros, los agraciados con el favor de cualquiera de los responsables municipales anteriores o actuales han gozado de sueldos por encima de sus cualificaciones, capacidades y necesidades del servicio público que seguro les permiten mantener un buen colchón económico.
Y la situación se repetirá mientras no se acometan las medidas que demandan la estabilidad económica del ayuntamiento. Una la solución que inevitablemente pasa por revisar las necesidades de los servicios a prestar a la ciudadanía y la capacitación y condición de cada uno de los actualmente colocados.
Mientras, seguiré pidiendo un ERE dirigido contra el ingente número de cargos políticos sobrevalorados y bien remunerados, de todos los partidos aunque especialmente del PSOE y el gilista PES, que debe acometerse sin complejos. Adjudicando la digna condición de trabajadores únicamente a los que realmente la posean, y que deberán calificarla en los preceptivos procesos de acceso. Y calificando de envenenado regalo de reyes el legado en forma de enchufados que el barriento-crespismo aún dominante dejó en la administración esteponera.
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