Desde Los Verdes siempre nos hemos manifestado por la absoluta transparencia en todos los asuntos de la vida pública, aunque hoy venimos a esta columna a solicitar, por una vez, un pacto de silencio.
No será un pacto a semejanza de la “omertá” mafiosa, como qusieran algunos implicados en la corrupción que ha asolado nuestras tierras. En esos casos lo mejor es aplaudir a los que abandonaron el sindicato del crimen para convertirse a ojos de los delincuentes en “chivatos”.
Me refiero al silencio necesario relativo a la futura Universidad de Estepona hasta que ésta sea más que una simple declaración de voluntades, que ni tan siquiera intenciones, como parecen los hechos anunciados estos días. Es magnífico que contemos con el apoyo institucional de la Universidad de Málaga y la Junta de Andalucía, como también es muy importante que desde el Ayuntamiento se apoyen unánimemente las iniciativas que puedan traer a Estepona la tan deseada Universidad.
Sin embargo, más allá de las declaraciones institucionales en año preelectoral, mucho más allá de la buena voluntad y de las grandilocuentes declaraciones están los sentimientos ciudadanos, hartos de aguantar promesas y mentiras de forma tan reiterada en el tiempo. No queremos presentaciones como la de la ultracatólica universidad promovida por los gilistas. Ni tampoco inclusiones en los programas electorales como las de todos los partidos políticos. En ese sentido, lo que queremos es silencio y trabajo, podremos esperar hasta que todo sea una realidad sin discutir cómo han sido los procesos previos.
Excluyendo, claro está, la imprescindible transparencia en el asunto urbanístico. Ya sabemos que históricamente detrás de cada intento de proyecto universitario se escondía una operación especulativa protagonizada, normalmente, por lo peor de la sociedad. El Opus Dei o corruptos traficantes de ladrillos. Y no estamos dispuestos a que la Universidad venga cueste lo que cueste. Pacto de silencio respecto a la creación de falsas ilusiones y transparencia en las negociaciones urbanísticas. ¿Es mucho pedir?.
No será un pacto a semejanza de la “omertá” mafiosa, como qusieran algunos implicados en la corrupción que ha asolado nuestras tierras. En esos casos lo mejor es aplaudir a los que abandonaron el sindicato del crimen para convertirse a ojos de los delincuentes en “chivatos”.
Me refiero al silencio necesario relativo a la futura Universidad de Estepona hasta que ésta sea más que una simple declaración de voluntades, que ni tan siquiera intenciones, como parecen los hechos anunciados estos días. Es magnífico que contemos con el apoyo institucional de la Universidad de Málaga y la Junta de Andalucía, como también es muy importante que desde el Ayuntamiento se apoyen unánimemente las iniciativas que puedan traer a Estepona la tan deseada Universidad.
Sin embargo, más allá de las declaraciones institucionales en año preelectoral, mucho más allá de la buena voluntad y de las grandilocuentes declaraciones están los sentimientos ciudadanos, hartos de aguantar promesas y mentiras de forma tan reiterada en el tiempo. No queremos presentaciones como la de la ultracatólica universidad promovida por los gilistas. Ni tampoco inclusiones en los programas electorales como las de todos los partidos políticos. En ese sentido, lo que queremos es silencio y trabajo, podremos esperar hasta que todo sea una realidad sin discutir cómo han sido los procesos previos.
Excluyendo, claro está, la imprescindible transparencia en el asunto urbanístico. Ya sabemos que históricamente detrás de cada intento de proyecto universitario se escondía una operación especulativa protagonizada, normalmente, por lo peor de la sociedad. El Opus Dei o corruptos traficantes de ladrillos. Y no estamos dispuestos a que la Universidad venga cueste lo que cueste. Pacto de silencio respecto a la creación de falsas ilusiones y transparencia en las negociaciones urbanísticas. ¿Es mucho pedir?.
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