sábado, abril 19, 2008

Maquiavelo


Publicado en Estepona Información el 19/04/2008. Foto, g.g.

Un gran amigo, batallador medioambiental y compañero de fatigas políticas me suele repetir que deberíamos aprender del autor de “El Príncipe”, un libro que contiene grandes lecciones sobre la práctica política cotidiana. Lo leeré, te lo prometo, David.

Intentaré aprender sobre los aspectos más alejados de lo que comúnmente se conoce como “maquiavelismo”, pues no me veo comportándome con doblez, astucia y perfidia, que así lo define el Diccionario de la Academia.

Esa es, sin embargo, la práctica habitual de los políticos de la localidad. Dudo que influenciados por la lectura de ese libro, ni de ningún otro normalmente, aunque sí que profundamente interesados en la doblez, el engaño y la “jugada” al oponente, adversario y, por qué no, al socio.

Según sus palabras, Antonio Barrientos lleva “negociando” con Rosa Díaz las mieles del gobierno desde antes incluso de las elecciones locales, que ya es negociar. Sabemos, conociendo la talla intelectual y el compromiso ideológico de los personajes, que estas negociaciones están cargadas de contenido programático, propuestas de desarrollo municipal y compromiso con un modelo de ciudad. Más o menos como las que mantuvo con Rafael Montesinos y los del PA, grandes devoradores de libros como los anteriores.

Ya sé que no estoy a la altura, ni como lector ni como maquiavélico, pero aún así me permitiré darle un consejo a nuestro Alcalde: Termina las profundas discusiones e incorpora a Rosa Díaz al gobierno ya, inmediatamente. Dale todos esos puestos de confianza que pide. Cambia los contratos de los tuyos para que nadie se vaya a casa, y prométele los minutos de televisión requeridos.

Hazlo pronto o puede pasarte como en aquella ocasión en la que, maquiavélicamente, mantuviste engañado durante meses a un concejal del GIL ofreciéndole algo parecido, hasta que dejó de creerte y preparó en su casa la moción de censura que encabezó ... Rosa Díaz.

El lugar común nos dice que los que no recuerdan la historia están condenados a repetirla. Y éstas palabras, aunque no son de Maquiavelo, deben hacerte reflexionar, alcalde.

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