domingo, octubre 28, 2007

Tomás Hormigo

Publicado en Estepona Información el 27/10/2007

Como era de esperar, la visita del Sr. Borbón a Estepona pasará sin pena ni gloria por la historia de la localidad. Sí, no le den más vueltas. Es irrelevante absolutamente que la personificación de una institución caduca e injusta apareciera, fugaz y casi clandestinamente, por mi ciudad.


Contra lo publicitado en la prensa local, el supuesto beneficio de “imagen” sólo ha provocado referencias más que de soslayo en la prensa escrita nacional, el desprecio lógico en las grandes televisiones del estado e ignorancia generalizada y silencio absoluto en la prensa internacional.

El desmesurado gasto que una visita así provoca en las arcas públicas sólo sirve de autoalimentación para la imagen de la Corona y para que nuestros catetos políticos locales se hagan fotos que enmarcarán de dorados y colocarán, extrañamente orgullosos, en las mesas de sus despachos. Nada más. Y nada menos, por supuesto.

Situemos en su justa medida un acto exclusivamente protocolario y vacío de contenido y nos libraremos de soportar con vergüenza ajena los gestos pacatos y torpes de nuestros representantes públicos.

Esta semana se celebró, casi al tiempo, la ceremonia por la que se recordaba a un auténtico esteponero ilustre. El instituto de Cancelada se llama ahora “Tomás Hormigo”. Científico, educador, divulgador y auténtico protagonista y luchador durante la transición en España. El Presidente del Centro Cultural de Estepona, Tomás, sí que colaboró con su esfuerzo vital al advenimiento de la democracia en nuestro país. Mientras, el Sr. Borbón era la cabeza de un gobierno que seguía practicando la tortura y mantenía en la cárcel a sus ciudadanos, "súbditos", por motivos ideológicos y políticos.

Pongamos a cada uno en su sitio. Los que pelearon por la democracia y la libertad, los que han trabajado cada día de su vida por el bienestar de su pueblo merecen todos los homenajes. Los otros, los que únicamente han intentado sostenerse a sí mismos y sus privilegios, no merecen más que ver como les cae encima el peso de la historia. Amigo Tomás, que la tierra te sea leve.

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