Acaba el verano y como todo el mundo sabe se acerca, definitivamente, el comienzo del curso. Todos sabemos de libros, mochilas, matrículas y algunos hasta de uniformes. Y junto al curso escolar comienza el también llamado “curso político”.
Este año, además, es de los que toca examinarse. Al final del último periodo hay
elecciones y todos tendrán que presentarse ante los examinadores, los electores, con los deberes hechos y la programación del próximo periodo en perfecto estado de revista.
O eso debiera ser. Lamentablemente, y a tenor de la experiencia que nos da el haber vivido tantos periodos preelectorales sabemos que lo que primará no va a ser el relato de los logros propios, que ciertamente son escasos, sino más bien el procurar exhibir la paja en el ojo ajeno.
Y eso sería hasta soportable. Pero además vendrá sumado al triunfalismo, a la propaganda cateta, si es posible con medios públicos. Y lo que es peor, a promesas sin sentido, a mentiras intencionadas y al abuso de un clientelismo que luego se ve materializado en nóminas millonarias.
Definitivamente aposentado el populismo más grosero, pocas esperanzas nos quedan de que la política vuelva a ilusionar a una población harta de crónicas de tribunales, millonarios de convenio y políticos de desfile procesional.
Este año, además, es de los que toca examinarse. Al final del último periodo hay
elecciones y todos tendrán que presentarse ante los examinadores, los electores, con los deberes hechos y la programación del próximo periodo en perfecto estado de revista.O eso debiera ser. Lamentablemente, y a tenor de la experiencia que nos da el haber vivido tantos periodos preelectorales sabemos que lo que primará no va a ser el relato de los logros propios, que ciertamente son escasos, sino más bien el procurar exhibir la paja en el ojo ajeno.
Y eso sería hasta soportable. Pero además vendrá sumado al triunfalismo, a la propaganda cateta, si es posible con medios públicos. Y lo que es peor, a promesas sin sentido, a mentiras intencionadas y al abuso de un clientelismo que luego se ve materializado en nóminas millonarias.
Definitivamente aposentado el populismo más grosero, pocas esperanzas nos quedan de que la política vuelva a ilusionar a una población harta de crónicas de tribunales, millonarios de convenio y políticos de desfile procesional.
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