Cuando este periódico llegue a sus manos estaremos todos en tiempo de reflexión antes de las decisivas elecciones del domingo 22 de mayo. Como entenderán, tendría muchas cosas que decirles en este momento y que, por respeto a la legislación y porque creo que ya nos han escuchado bastante, voy a guardarme para otra ocasión.
Sí que me permitiré recordarles que el voto debe ser una acción reflexiva, meditada y, a ser posible, que sea capaz de diferenciar las falsas promesas de la realidad de las cosas.
Así, si alguien le ha ofrecido trabajo en el ayuntamiento, o en una de las “grandes obras” prometidas por todos los partidos tienen que saber que la capacidad de cumplir esa promesa es nula. Porque no es posible incrementar la excesiva plantilla municipal y porque esas grandes obras de iniciativa privada o pública supramunicipal o solo existen en la calenturienta imaginación de algunos candidatos o dependen exclusivamente de voluntades ajenas al ámbito municipal.
Quisiera llamarles la atención sobre algún mensaje xenófobo, anticonstitucional y por tanto manifiestamente ilegal que también se ha oído durante la campaña. No se puede discriminar a nadie por razón de origen o nacimiento y, por tanto, tampoco se puede forzar ni a la administración ni a los particulares a contratar “esteponeros” exclusivamente. Diga lo que diga algún mensaje racista continuamente repetido estas dos semanas.
Y sin más, no quiero desaprovechar la ocasión para mostrarles algunas cosas que pueden haber pasado desapercibidos a todos, por cotidianas.
Manzana, limón del Castor en septiembre, tomillo, romero y orégano. Chaparro, pino y pinsapo. Ranita de san antonio, lagarto ocelado, verderón, pacita y chamariz. Grama, pasto fresco y naranjos. La Cala, el Padrón, Guadalmansa y Arroyo Vaquero. Heno, trigo encañando y frijones de la Boladilla. Tomateras, pimientos y sandías. Olas de poniente turquesas y encrestadas. Banderas de mi tierra, huertas y vegas en primavera, lomas de Reinoso, Guadalobón o Cancelada. Coscojas, madroños, nísperos y aulagas. Todo de un mismo color, el de la esperanza.
Sí que me permitiré recordarles que el voto debe ser una acción reflexiva, meditada y, a ser posible, que sea capaz de diferenciar las falsas promesas de la realidad de las cosas.
Así, si alguien le ha ofrecido trabajo en el ayuntamiento, o en una de las “grandes obras” prometidas por todos los partidos tienen que saber que la capacidad de cumplir esa promesa es nula. Porque no es posible incrementar la excesiva plantilla municipal y porque esas grandes obras de iniciativa privada o pública supramunicipal o solo existen en la calenturienta imaginación de algunos candidatos o dependen exclusivamente de voluntades ajenas al ámbito municipal.
Quisiera llamarles la atención sobre algún mensaje xenófobo, anticonstitucional y por tanto manifiestamente ilegal que también se ha oído durante la campaña. No se puede discriminar a nadie por razón de origen o nacimiento y, por tanto, tampoco se puede forzar ni a la administración ni a los particulares a contratar “esteponeros” exclusivamente. Diga lo que diga algún mensaje racista continuamente repetido estas dos semanas.
Y sin más, no quiero desaprovechar la ocasión para mostrarles algunas cosas que pueden haber pasado desapercibidos a todos, por cotidianas.
Manzana, limón del Castor en septiembre, tomillo, romero y orégano. Chaparro, pino y pinsapo. Ranita de san antonio, lagarto ocelado, verderón, pacita y chamariz. Grama, pasto fresco y naranjos. La Cala, el Padrón, Guadalmansa y Arroyo Vaquero. Heno, trigo encañando y frijones de la Boladilla. Tomateras, pimientos y sandías. Olas de poniente turquesas y encrestadas. Banderas de mi tierra, huertas y vegas en primavera, lomas de Reinoso, Guadalobón o Cancelada. Coscojas, madroños, nísperos y aulagas. Todo de un mismo color, el de la esperanza.
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