Lo verde, lo ecológico, está de moda. Y más en medio de la campaña electoral. Todos los partidos se suman de una manera u otra al recurso más en boga de la manera que sea.
De forma torpe y demagógica como la campaña del PP de “reforestación”, anunciando más árboles en el término municipal. O de manera sesgada y mentirosa como el PSOE, alardeando de instalaciones como el Parque Selwo o un denominado proyecto de bio-hotel que ni suponen modelo de explotación ecológica alguno ni tienen nada que ver con la iniciativa pública que debería liderar la administración.
Mientras, tras estos anuncios la práctica política cotidiana de ambas formaciones sigue incidiendo en la destrucción sistemática del territorio. Promoviendo el mismo modelo de urbanización especulativo. Léanse convenios con dictadores saudíes, “nuevos ricos” y bancos, centros comerciales paraíso del consumo desmedido, obras públicas faraónicas e inútiles o prometiendo a sus electores la consolidación de la urbanización como solución a la problemática de las construcciones ilegales en nuestros campos. Y todos de acuerdo, los del PSOE y los del PP.
Cierto es que las medidas de reforestación o el fomento de un nuevo tipo de hostelería son positivas para la recuperación de nuestra maltratada economía y en cierta medida sostenibles. Sin embargo, la práctica de políticas verdes va mucho más allá que el anuncio de la iniciativa de un particular o el reparto de raciones de paella a los electores mientras se plantan un puñado de arbolitos.
Hay que profundizar en el cambio productivo de la localidad renunciando de una vez por todas al crecimiento desordenado. Perdón, rectifico. Renunciando al crecimiento. Es el momento de asumir que nos toca reducir, decrecer, reutilizar en lugar de derrochar. Moderar el consumo en lugar de favorecerlo. Es momento de ajustarse el cinturón en lugar de seguir insistiendo en anudarlo al cuello, como hasta ahora.
Si de verdad quieren estar a la moda verde, señores de los partidos mayoritarios, díganle a sus electores la verdad: No se puede urbanizar indefinidamente.
De forma torpe y demagógica como la campaña del PP de “reforestación”, anunciando más árboles en el término municipal. O de manera sesgada y mentirosa como el PSOE, alardeando de instalaciones como el Parque Selwo o un denominado proyecto de bio-hotel que ni suponen modelo de explotación ecológica alguno ni tienen nada que ver con la iniciativa pública que debería liderar la administración.
Mientras, tras estos anuncios la práctica política cotidiana de ambas formaciones sigue incidiendo en la destrucción sistemática del territorio. Promoviendo el mismo modelo de urbanización especulativo. Léanse convenios con dictadores saudíes, “nuevos ricos” y bancos, centros comerciales paraíso del consumo desmedido, obras públicas faraónicas e inútiles o prometiendo a sus electores la consolidación de la urbanización como solución a la problemática de las construcciones ilegales en nuestros campos. Y todos de acuerdo, los del PSOE y los del PP.
Cierto es que las medidas de reforestación o el fomento de un nuevo tipo de hostelería son positivas para la recuperación de nuestra maltratada economía y en cierta medida sostenibles. Sin embargo, la práctica de políticas verdes va mucho más allá que el anuncio de la iniciativa de un particular o el reparto de raciones de paella a los electores mientras se plantan un puñado de arbolitos.
Hay que profundizar en el cambio productivo de la localidad renunciando de una vez por todas al crecimiento desordenado. Perdón, rectifico. Renunciando al crecimiento. Es el momento de asumir que nos toca reducir, decrecer, reutilizar en lugar de derrochar. Moderar el consumo en lugar de favorecerlo. Es momento de ajustarse el cinturón en lugar de seguir insistiendo en anudarlo al cuello, como hasta ahora.
Si de verdad quieren estar a la moda verde, señores de los partidos mayoritarios, díganle a sus electores la verdad: No se puede urbanizar indefinidamente.