Permitan que esta semana trascienda un poco de lo terrenal y me adentre en lo sagrado aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que allí, en Valladolid, una sentencia judicial ordena apartar los crucifijos de un colegio público.
Entrar aquí a debatir algo tan complejo como las relaciones Iglesia Católica – Estado o lo que supone la citada sentencia necesitaría mucho más que esta modesta columna, entre otras cosas porque parece aceptado que desde “la izquierda” en la que me incluyo tenemos más que asumida la necesidad de un Estado laico y sin relaciones especiales con ninguna confesión religiosa. Así que me referiré únicamente a uno de los aspectos políticos que me han resultado más curiosos.
Y ese fue la rapidez con la que el PSOE de Castilla y León se apuntó a la laicidad práctica cuando solicitó que la citada sentencia se aplicara al conjunto de las escuelas públicas de la Comunidad.
Curiosa porque contrasta con la posición efectiva de otros líderes “socialistas” como el Sr. Bono, Presidente del Congreso de los Diputados, todos los ministros que juraron fidelidad al Rey delante de un crucifijo o la del gobierno andaluz.
Porque no me dirán que en Andalucía no sería posible dictar una resolución apostando por la progresiva normalización democrática de la vida escolar. Las religiones fuera de los colegios públicos, punto. La Junta tiene las competencias y el Partido Socialista, laico él, la ideología y el apoyo popular para adoptar ese tipo de medidas.
¿O no es así? No lo sabremos nunca, porque si algo caracteriza a este partido socialista que nos toca sufrir es un populismo pacato y cateto que se reproduce en todos los ámbitos de su actuación, autonómica, provincial y local, mezclando churras con merinas y desvirtuando permanentemente los principios que dicen estar defendiendo.
Sin embargo, el injustificable a una pérdida de electorado les lleva a cerrar los ojos ante la necesaria defensa de la igualdad y la libertad de creencias. Y ahí les tenemos, republicanos jurando reyes y laicos presidiendo procesiones. Qué cruz, Dios mío.
Entrar aquí a debatir algo tan complejo como las relaciones Iglesia Católica – Estado o lo que supone la citada sentencia necesitaría mucho más que esta modesta columna, entre otras cosas porque parece aceptado que desde “la izquierda” en la que me incluyo tenemos más que asumida la necesidad de un Estado laico y sin relaciones especiales con ninguna confesión religiosa. Así que me referiré únicamente a uno de los aspectos políticos que me han resultado más curiosos.
Y ese fue la rapidez con la que el PSOE de Castilla y León se apuntó a la laicidad práctica cuando solicitó que la citada sentencia se aplicara al conjunto de las escuelas públicas de la Comunidad.
Curiosa porque contrasta con la posición efectiva de otros líderes “socialistas” como el Sr. Bono, Presidente del Congreso de los Diputados, todos los ministros que juraron fidelidad al Rey delante de un crucifijo o la del gobierno andaluz.
Porque no me dirán que en Andalucía no sería posible dictar una resolución apostando por la progresiva normalización democrática de la vida escolar. Las religiones fuera de los colegios públicos, punto. La Junta tiene las competencias y el Partido Socialista, laico él, la ideología y el apoyo popular para adoptar ese tipo de medidas.
¿O no es así? No lo sabremos nunca, porque si algo caracteriza a este partido socialista que nos toca sufrir es un populismo pacato y cateto que se reproduce en todos los ámbitos de su actuación, autonómica, provincial y local, mezclando churras con merinas y desvirtuando permanentemente los principios que dicen estar defendiendo.
Sin embargo, el injustificable a una pérdida de electorado les lleva a cerrar los ojos ante la necesaria defensa de la igualdad y la libertad de creencias. Y ahí les tenemos, republicanos jurando reyes y laicos presidiendo procesiones. Qué cruz, Dios mío.
2 comentarios:
Estimado Gerardo,
Muy de acuerdo contigo, como casi siempre. Religion fuera de las
escuelas...CADA UNO A SU PARROQUIA a dar la catequesis...
Pero sin odios... con mucha tolerancia, no volvamos a las locuras anticlericales...
con mucho afecto, alfonsino en el mar mejicano
Para entender el por qué aún perdura hoy un sentido religioso del mundo o de su interpretación, es necesario acudir a sus orígenes. En un mundo cuasi primitivo, carente de la más elemental ciencia, el hombre se conformó con una interpretación mágica de la realidad:alguien de ahí arriba nos creó y cuando llegue la muerte nos acogerá y viviremos felices eternamente.No es de extrañar que en un mundo donde la vida no valía casi nada y la mayoría nacía y moría esclavo, calara un mensaje de este tipo.Permanecer vivo era ya una terrible incertidumbre, y los que lo conseguían lo hacían condenados a un sufrimiento inevitable.En este caldo de cultivo nacen las religiones, prometiendo a los desdichados un mundo mejor al que aspirar que les sirviese de consuelo,sin importarles que todo era una gran mentira. Y así, aliándose con el poder, han perdurado durante siglos.
Pero no estaría de más preguntarse lo siguiente:con los avances de la ciencia (un buen baremo de lo que puede ser verdad y, sobre todo, un infalible parapeto que impide tomar como cierto lo que es una simple mentira)y los logros sociales alcanzados y una Teoría de la Evolución incontestable por sus sólidos argumentos, ¿No sería necesario,tal vez, replantearnos con seriedad un mundo cuyo monopolio de la moral no resida únicamente en las religiones? ¿Es que acaso el no religioso está condenado a la amoralidad? Permitidme que lo dude.
Y los crucifijos, lo siento, no tienen sitio en las escuelas. Soy un firme partidario de circunscribir la religión al más puro ámbito privado.
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